Deberíamos guardar nuestra caca en un banco: los expertos explican por qué

En los últimos años, los trasplantes fecales han sido noticia en más de una ocasión y la razón de ello es que se muestran prometedores en todo tipo de tratamientos, desde el COVID-19 hasta experimentos antienvejecimiento en animales.
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Esta técnica consiste en que se transfiere la microbiota fecal de un individuo sano a otro y suele utilizarse para tratar afecciones como la infección por Clostridioides difficile (CDI) y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Pero los expertos creen que solo estamos arañando la superficie, pues este método podría utilizarse para combatir una gama de enfermedades mucho más amplia.
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Además, al desarrollar un sistema para realizar trasplantes fecales autólogos (FMT) —en los que el donante y el receptor son la misma persona— podríamos sortear los problemas que a veces se presentan por cuestiones de incompatibilidad entre donantes y receptores.
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Pero para ello es necesario recoger las muestras de heces de las personas cuando son jóvenes y sanas, y almacenarlas para su uso futuro en una instalación de criopreservación por si se da el caso de que los pacientes lleguen a necesitar más tarde un trasplante.
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En otras palabras, todos deberíamos depositar nuestra caca en un banco, por si más adelante necesitamos retirarla. Puede parecer radical, pero es una propuesta totalmente seria, dicen los investigadores.
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«Conceptualmente, la idea del banco de heces para el TFM autólogo es similar a cuando los padres guardan la sangre del cordón umbilical de su bebé para un posible uso futuro», dijo el biólogo de sistemas Yang-Yu Liu, de la Universidad de Harvard, a Trends in Molecular Medicine.
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«Sin embargo, el potencial de los bancos de heces es mayor, y prevemos que la posibilidad de utilizar muestras de heces es mucho mayor que la de la sangre del cordón umbilical», agrega Liu.
De hecho, los bancos de heces ya existen, y el primero, un banco de heces sin ánimo de lucro llamado OpenBiome, abrió sus puertas en Somerville, Massachusetts (EEUU), en 2012. Desde entonces, se han abierto una serie de instalaciones similares en todo el mundo.
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Cabe destacar que la mayoría de ellos almacena normalmente muestras de heces para TFM heterólogos, en lugar de para trasplantes autólogos. Sin embargo, los dos sistemas no tienen por qué ser excluyentes.
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Hay muchos problemas que habría que solucionar, como la manera de almacenar adecuadamente las muestras de heces de forma segura en la criopreservación a largo plazo. Pero en caso de que se logre solucionarlos y se consiga convencer a la gente de almacenar sus heces en un banco podríamos estar ante una nueva y audaz visión de los tratamientos médicos en el futuro, aseguran los investigadores.
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«Los TFM autólogos tienen el potencial de tratar enfermedades autoinmunes como el asma, la esclerosis múltiple, la enfermedad inflamatoria intestinal, la diabetes, la obesidad e incluso las enfermedades cardíacas y el envejecimiento», afirma el coautor y epidemiólogo Scott Weiss, de la Universidad de Harvard.