Desde el invierno del año 2024, toda la leche y el pan en nuestra mesa vendrá enriquecido con vitamina D, un micronutriente gravitante para la salud de las personas, que -a pesar de mejorar la respuesta inmune y fortalecer el sistema óseo- está en déficit alarmantes en la población chilena. Esta modificación del reglamento sanitario, anunciada el 5 de julio, permitirá corregir la situación de forma natural y permanente. En esta nota, Francisco Pérez, director del INTA; Rodrigo Valenzuela, académico del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina; y la Dra. Lorena Rodríguez, subdirectora de la Escuela de Salud Pública, analizan la medida.
El Diario Oficial ya notificó la modificación del artículo 211 del Reglamento Sanitario de los Alimentos, que entrará en vigencia en 24 meses más. La normativa, que hace obligatoria la fortificación de la leche y la harina de trigo con vitamina D, es una medida estructural de Salud Pública que permite corregir un problema nutricional sin que las personas tengan que consumir medicamentos, suplementos o cambiar drásticamente sus hábitos de vida.
Chile tiene una larga tradición de fortificación de alimentos, un trabajo muy colaborativo entre la autoridad sanitaria, las universidades -particularmente la Universidad de Chile- y los productores de alimentos, esto ha permitido que el país no tenga grandes déficit de nutrientes. Sin embargo, los niveles de vitamina D han disminuido drásticamente.
«Nuestro país es un ejemplo único en América Latina en términos de bajas tasas de desnutrición materno-infantil. Tenemos experiencia valiosa fortificando alimentos con ácido fólico, yodo, hierro, vitaminas del complejo B, y hoy sumaremos la vitamina D. Esto va a contribuir a que las personas diariamente puedan alcanzar la recomendación de ingesta diaria recomendada de este micronutriente. Por ejemplo, el consumo de dos vasos de leche contribuirá a alcanzar el 50% de la ingesta necesaria, será muy beneficioso», explica Rodrigo Valenzuela, académico del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
Por su parte, Francisco Pérez Bravo, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos Fernando Mönckeberg Barros (INTA) y quien ha investigado esta materia en el último periodo, celebró la iniciativa. «Es una muy buena medida, es lo que estábamos esperando todas las personas que trabajamos con vitamina D porque los déficit de la población chilena, tanto lo que mostró la Encuesta Nacional de Salud y los estudios individuales de distintas universidades, evidencian que todos los grupos de edad en Chile están afectados con bajos niveles de vitamina D», asegura el académico de la Unidad de Nutrición Humana.
¿Por qué tenemos bajos niveles de este micronutriente? Por una serie de factores: los seres humanos obtenemos mayoritariamente esta vitamina cuando nos exponemos a la luz solar (80%) y a través de nuestra dieta, al consumir alimentos que la contengan como pescados y ciertos mariscos (20%). La pandemia empeoró la situación pues aumentó la obesidad a nivel mundial y los periodos de confinamiento impidieron que la gente hiciera actividades al aire libre. Sobre la obesidad, el factor clave es que el exceso de grasa corporal disminuye los niveles circulantes de vitamina D .
«Las cifras son alarmantes, así que creo que la medida es correcta. Chile es pionero en fortificar harinas, eso no es muy común en el mundo. Estamos apuntando a que la población chilena consume mucho pan, así como en 1999 se fortificó con ácido fólico y tuvo un resultado excelente, se espera un buen resultado ahora también. Es una medida masiva que debiera tener efecto», agrega el director del INTA.
Está comprobado que la vitamina D mejora la respuesta inmunológica contra distintos patógenos y es vital para la estructura ósea, así que es esperable una tendencia a la baja de fracturas de cadera y osteoporosis, especialmente en adultos mayores.
Para Lorena Rodríguez, subdirectora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile y académica Programa de Salud Global, esta medida es muy importante. «Cuando en un país el déficit de un nutriente o micronutriente como en este caso la Vitamina D es de tal nivel de envergadura poblacional en que afecta a un alto nivel de la población, llegando a un 80% en las zonas más australes del país, pensar en que toda esa población va a poder recibir un suplemento para corregir ese déficit con un jarabe o una pastilla es absolutamente imposible. Sabemos el fracaso que tienen las prácticas de suplementación cuando deben ser permanentes», explica. Por ello, señala «lo que recomienda la literatura es la fortificación de algún alimento de alto consumo».
La normativa afectará además a otros productos lácteos e incluso bebidas vegetales para aquellas personas con dietas veganas o vegetarianas. Esto afecta a las matrices alimentarias ya mencionadas, ya sea de producción nacional o de importación, por lo tanto, todos los productos comercializados en el país que tengan como materia prima o que sean algunos de estos alimentos que se van a fortificar van a estar seguramente enriquecidos.
«Es importante decir que esta fortificación es sistemática, permanente y mandatoria, es decir, viene por regulación, no es voluntaria, por lo tanto eso le asegura a todas las personas del país que siguiendo su alimentación normal sin hacer cambios en su dieta van a recibir cantidades suficientes de vitamina D para corregir o prevenir la situación de déficit. Esta política pública va a solucionar el tema sin que los individuos tengan que modificar sus conductas», agrega Lorena Rodríguez.