La semana pasada, Europa vivió una de las olas de calor más agobiantes de las que se tenga registro. Incluso Londres superó los 40°. ¿Nuestro país está preparado para un escenario similar?
Fueron máximos históricos. Pocas veces Europa vivió una tan sofocante ola de calor, y los efectos fueron alarmantes. Mas de 600 muertes relacionadas con las altas temperaturas, flora y fauna afectada, incendios forestales descontrolados y una sequía extrema fueron parte de las postales para el recuerdo.
Y aunque hubo factores particulares que incidieron en tal escenario -como el Fenómeno de la Niña- el cambio climático aparece como “la” sombra permanente. ¿Qué otros efectos tendrá a corto y largo plazo? “Cada vez, las temperaturas serán más extremas, tanto altas como bajas”, advierte José Miguel Arriaza, director de la Escuela de Energía y Sustentabilidad de la U. San Sebastián, siendo la mayor presencia de olas de calor uno de los tantos efectos del calentamiento global.
“Las olas de calor son un fenómeno que implica tener por más de tres días continuos temperaturas por sobre los promedios normales. Suelen venir asociados con la medida 30:30:30: temperaturas sobre los 30°, menos de 30% de humedad y vientos sobre los 30 kms., favoreciendo los incendios forestales”, detalla el académico.
En concreto, el cambio climático “acentúa estos fenómenos, que sean más recurrentes y extremos”.
Calor en el sur de Chile
Considerando que Reino Unido -que registró temperaturas por sobre los 40°- está en una latitud similar de Puerto Natales, (Región de Magallanes), la duda parece razonable ¿Es posible que en la zona austral los termómetros se disparen a tales índices? “A estas alturas, nada es descartable”, opina Arriaza, aunque las condiciones de cada continente y los océanos que los rodean provocan escenarios diversos en cada latitud.
No obstante, hay que considerar que ciudades como Coyhaique han sido testigos de veranos con temperaturas sobre 35°. Más al Norte, en Los Ángeles, el calor ha superado los 41°. “Finalmente el cambio climático provoca que estas olas de calor, que antes eran cada diez años, ahora sean cada tres, y cada vez con temperaturas más altas. Con ello, se potencia el riesgo de incendios, de contaminación, de pérdidas de bosques y daño en el ecosistema”, puntualiza Arriaza.