La pobreza en Chile podría aumentar hasta 10,5% este año según el Banco Mundial. Mientras el país sudamericano vive con desalentadoras proyecciones, inflación y el encarecimiento de la vida, su población se organiza y busca mecanismos para superar el complejo panorama.
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Por Alexis Polo González
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El aumento de la pobreza se debe al fuerte aumento de los precios y la desaceleración económica que se proyecta en Chile. La medición de la que habla el Banco Mundial se refiere a ingresos menores a 6.439 pesos diarios (6,85 dólares).
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Cerca de 1.000 personas llegan cada semana hasta la olla común (comedor popular) Lo Hermida Activa y Combativa, ubicada en la Población Lo Hermida, al suroriente de la capital chilena, para recibir un plato de comida.
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Si bien este comedor popular se instaló durante el estallido social del 2019, ha seguido funcionando sin parar durante tres años, producto de la pandemia, la crisis inflacionaria y el encarecimiento de la vida. A muchas familias no les alcanza para satisfacer las necesidades básicas.
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Jessica Silva tiene 46 años y es quien lidera la olla común que funciona tres veces a la semana y en la que cada día se entregan 350 almuerzos. Silva creció viendo ollas comunes en Lo Hermida, y su principal motivación para ser parte de esta iniciativa fue ver a sus vecinos parados en las esquinas producto del desempleo y las obras que pararon posterior al 18 de octubre de 2019.
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Durante la crisis económica de 1982, en plena dictadura cívico-militar (1973-1990), las ollas comunes fueron una respuesta popular a la necesidad de alimentarse. Ese año, el Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó un 14,3% y el desempleo alcanzó al 23,7%. En ese contexto, las ollas se instalaron en distintos espacios y obtuvieron un carácter más permanente y autosuficiente frente a la necesidad básica de alimentación.
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«Me reuní con unas vecinas y decidimos hacer una tallarinada. Ese día entregaron más de 200 platos y nos dimos cuenta de que la realidad era mucho peor de lo que se pensaba, nuestros vecinos no tenían qué comer. Fue así que nació la olla común», dijo a Sputnik Silva.
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A pesar de que el comedor popular ha funcionado sin parar durante tres años, Silva comenta que cada vez es más difícil mantener la olla común, debido a la escasez de donaciones de la comunidad y al encarecimiento de diversos productos.
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El encarecimiento de la vida
Los segmentos de ingresos más bajos serán los más afectados por el encarecimiento de la vida, explicó a Sputnik el ingeniero comercial Álvaro Gallegos, experto en materias de regulación financiera, exasesor del Ministerio de Hacienda y ex superintendente de Pensiones durante la segunda administración de Michelle Bachelet (2014-2018).
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«Los segmentos más pobres viven de ingresos laborales, es decir, de sueldos, salarios o de trabajos esporádicos que pueden realizar. Por lo tanto, cuando se produce inflación en los bienes que ellos pueden comprar, el margen de compra se reduce», dijo Gallegos.
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Al perder poder adquisitivo, las personas «están retrocediendo su nivel de pobreza. Por eso es que la inflación siempre afecta principalmente a los sectores de menos ingresos y de ahí que sea siempre un motivo de preocupación de la autoridad económica», agregó.
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Según datos del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, en septiembre el valor de la canasta básica de alimentos alcanzó los $60.393 (64 dólares), muy superior a los 48.260 pesos (51 dólares) de hace un año. La cifra representa una variación mensual de 2,3% con respecto al mes anterior. La variación acumulada en los últimos 12 meses es de 23,1%.
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En el mercado de frutas Feria Libre, ubicado en el centro de Santiago, se puede apreciar cómo los productos han subido de precio e incluso han triplicado su valor en un corto periodo.
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A comienzos de 2022 se podían comprar tres kilogramos de manzana a un dólar. El valor actual de un kilo de fruta supera el dólar. Asimismo, el plátano dobló su valor en seis meses y hoy el kilo tiene un valor de dos dólares.
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Cristián Neira, dueño de un puesto de frutas, comentó a Sputnik que la venta de los productos ha ido a la baja durante los últimos meses. Así mismo, dijo que el alza en los precios ha repercutido en en las ventas.
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En la misma feria están los coleros —vendedores que se ponen a la cola en el mercado y no cuentan con permiso municipal—. Estas personas venden los más variados productos, desde ropa a juguetes. Los coleros han incrementado su presencia en los distintos mercados desde el comienzo de la pandemia.
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Los jóvenes sufren el impacto del empobrecimiento en la educación
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«Es bastante distinto un niño que se enfrenta a la educación habiendo tomado un buen desayuno en la casa, a un niño que empieza su jornada escolar con hambre», dijo la diputada oficialista Emilia Schneider en un punto de prensa convocado por la Coordinadora por una Alimentación Digna.
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Este 3 de noviembre, diversas organizaciones sociales y de trabajadores de la educación emplazaron al Gobierno a tomar medidas urgentes a fin de dar paso a un nuevo modelo de implementación del programa alimentación de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) que garantice los derechos de los estudiantes y no los intereses empresariales, en medio del encarecimiento de la vida que impacta en la población destinataria de este programa.
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En el punto de prensa, los estudiantes denunciaron que la pandemia trajo consigo una serie de consecuencias en el espacio educacional. Principalmente una profunda crisis alimentaria que padecen los niños, niñas y adolescentes en el contexto del abandono de la educación pública y con la infraestructura que posibilita o no una alimentación digna.
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Osvaldo Azocar, vocero metropolitano del movimiento estudiantil LuchaBaes, señaló que, «si bien la pandemia agudizó la crisis alimentaria en los establecimientos, la vuelta a clases presenciales la sepultó».
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«Nos estamos movilizando por una infraestructura digna, por una alimentación que ustedes pueden observar aquí mismo, que está podrida, que desencadena en que muchos de los estudiantes caigan en la intoxicación», agregó.
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El dirigente estudiantil explicó que en la educación superior también se vive una crisis alimentaria. Esto producto que la Junaeb le entrega una beca de alimentación a los estudiantes de escasos recursos de 37.000 pesos al mes (39 dólares), muy por debajo de la canasta básica familiar.
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La diputada Schneider, miembro de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputadas y Diputados, explicó que el problema de la alimentación es histórico y está directamente relacionado con la desigualdad.
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