Cada vez hay más pruebas arqueológicas y genómicas que apuntan a un complejo proceso de asentamiento de Suramérica. Aunque aún hay muchas preguntas sin respuesta, los investigadores lograron desentrañar la profunda historia demográfica de América del Sur.
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Los científicos analizaron el ADN de dos antiguos individuos humanos desenterrados en dos yacimientos arqueológicos diferentes del noreste de Brasil —Pedra do Tubarao y Alcobasa— que datan de al menos 1.000 años antes del presente. Los investigadores compararon los dos genomas completos con los genomas actuales de todo el mundo y con otros genomas completos antiguos de América.
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Los investigadores no solo aportaron nuevas pruebas genéticas que respaldan los datos arqueológicos existentes sobre la migración de norte a sur hacia América del Sur, sino descubrieron, por primera vez, migraciones en la dirección opuesta a lo largo de la costa atlántica.
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Entre los principales hallazgos, los investigadores también descubrieron pruebas de la ascendencia neandertal en los genomas de antiguos individuos de Suramérica.
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Además, se sugirió que los movimientos humanos más cercanos a la costa atlántica acabaron uniendo el antiguo Uruguay y Panamá en una ruta migratoria de sur a norte, separada por 5.277 km. Se estima que este novedoso patrón migratorio se produjo hace aproximadamente 1.000 años, basándose en las edades de los antiguos individuos.
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También se mostró una relación distinta entre los genomas antiguos del noreste de Brasil, Lagoa Santa (sureste de Brasil), Uruguay y Panamá. Este modelo revela que el poblamiento de la costa atlántica solo se produjo después del poblamiento de la mayor parte de la costa del Pacífico y de los Andes.
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«Nuestro estudio proporciona evidencia genómica clave de antiguos eventos migratorios a escala regional a lo largo de la costa atlántica de América del Sur», afirmó el profesor asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación de la Universidad Atlántica de Florida, Michael DeGiorgio.
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Añadió que estos eventos regionales probablemente derivaron de olas migratorias que involucraron a los pueblos indígenas iniciales de Suramérica cerca de la costa del Pacífico.
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Los investigadores también encontraron fuertes señales genéticas australianas (Australia y Papúa Nueva Guinea) en un antiguo genoma de Panamá.
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«Hay todo un océano Pacífico entre Australasia y las Américas, y todavía no sabemos cómo estas señales genómicas ancestrales aparecieron en América Central y del Sur sin dejar rastros en América del Norte», apuntó el arqueólogo y becario postdoctoral en el Departamento de Ingeniería Eléctrica e Informática de la misma universidad, Andre Luiz Campelo dos Santos.
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Para aumentar la complejidad existente, los investigadores también detectaron una mayor ascendencia denisovana que neandertal en los antiguos individuos de Uruguay y Panamá. Los denisovanos son un grupo de humanos extintos identificados por primera vez a partir de las secuencias de ADN de la punta del hueso del dedo descubiertas alrededor de 2008.
«La mezcla debió de producirse mucho antes, quizá hace 40.000 años. El hecho de que el linaje denisovano persistiera y su señal genética llegara a un individuo antiguo de Uruguay que solo tiene 1.500 años de antigüedad sugiere que fue un gran evento de mezcla entre una población de humanos y denisovanos», dijo el profesor adjunto del Departamento de Antropología de la Universidad de Emory, John Lindo.
El estudio fue publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.
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