La cofundadora de la asociación Madres de Plaza de Mayo marcó el camino para miles de argentinos a través de su resistencia a la dictadura militar más atroz de la historia del país. Desde la inclaudicable búsqueda de Verdad y Justicia hasta las críticas recibidas por su filiación partidaria: perfil de una mujer insoslayable de la democracia.
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Por Juan Lehmann
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La joven democracia argentina perdió a uno de sus personajes más trascendentales que, desde la sociedad civil, resistió ante el régimen dictatorial más brutal de la historia (1976-1983). El fallecimiento de Hebe de Bonafini supone la pérdida de uno de los principales símbolos de la pugna por la Memoria, Verdad y Justicia tras los crímenes ocurridos durante el gobierno de facto.
Con la partida de Hebe de Bonafini perdimos una luchadora incansable. Reclamando verdad y justicia junto a las Madres y Abuelas, enfrentó a los genocidas cuando el sentido común colectivo iba en otra dirección.
Con enorme cariño y sincero pesar, la despido. Hasta siempre Hebe. pic.twitter.com/MfNoadWa0p
— Alberto Fernández (@alferdez) November 20, 2022
Una vida de lucha
«La muerte de Hebe deja un vacío muy grande: era un emblema y un símbolo indiscutido. Fue un pilar fundamental en la lucha contra la impunidad de la dictadura militar. Una voz de denuncia muy fuerte, con gran fortaleza y valentía», dice a Sputnik Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación.
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De Bonafini fue cofundadora y principal referente de la Asociación Civil Madres de Plaza de Mayo. La organización, creada en 1977—en plena dictadura cívico-militar— nació a partir del reclamo de las mujeres cuyos hijos habían sido secuestrados por el régimen. Su lucha surgió desde la desesperación, dado que dos de sus tres hijos fueron desaparecidos por el gobierno de facto: Jorge Omar, docente de 26 años de edad, y Raúl Alfredo, estudiante de 24. Ambos militaban en el Partido Comunista. Además, en 1978 sería secuestrada María Elena Bugnone Cepeda, esposa del primero.
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Desde ese momento, la activista se convirtió en una de las principales impulsoras del reclamo contra la dictadura: participó de cada una de las «rondas de los jueves», como se conoce a la caminata en torno de la Pirámide de Mayo (que comenzó en 1981 y continúa hoy en día, más de 40 años después), en la emblemática plaza de Buenos Aires que da nombre de la organización.
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«Hebe de Bonafini representa simbólicamente la lucha contra la dictadura militar. Aquellos que, a pesar del terror del Estado, se enfrentaron con coraje. No es casual que fueran mujeres, lo que reivindica el papel heroico que ellas siempre han tenido en la historia argentina», sostiene en diálogo con Sputnik el historiador Mario O’Donnell. «En la persona de Hebe se concentran los méritos de todas las mujeres que, por amor a sus hijos, salieron a la calle enfrentando el terror. No fueron inofensivas: su tarea fue poner en evidencia la crueldad de la tiranía de la dictadura», agrega el investigador.
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El carácter de madre es remarcado por Pietragalla: «Hebe queda en la historia más grande del país y del mundo: el amor de una mujer luchando por sus hijos y por construir una sociedad con memoria, verdad, justicia e igualdad. Vemos en Hebe a una referencia importantísima en nuestra vida», dice el funcionario, quien también es hijo de desaparecidos durante la dictadura.
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En el ojo de la tormenta
De Bonafini nunca ocultó sus inclinaciones político-partidarias: ya en democracia reivindicó abiertamente a la revolución cubana la revolución cubana. Además, mostró su respaldo explícito a los expresidentes Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), actual vicepresidenta.
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Su oposición a las políticas de corte neoliberal llevadas a cabo durante la década de 1990, bajo el gobierno de Carlos Menem (1989–1999) le valió su la apertura de un expediente judicial tras tratar de «basura» al exmandatario, si bien la causa luego sería desestimada.
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«Ella es provocadora: no tenía ningún prurito en vomitar verdades. No era políticamente correcta ni hipócrita: ese es su sello», afirma Pietragalla «Es una mujer con una terquedad positiva que la destaca. Eso provocaba el odio de sectores que ahora celebran su muerte en las redes», agrega.
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En este punto coincide O’Donnell: «Hebe se comprometió con la memoria de su hijo y entendió que él había muerto por su compromiso político. Ella tomó esto como bandera creyendo que el mayor homenaje que podría hacerle era comprometerse, lo que la llevó a tener choques con personas que no coincidían con ella», apunta el historiador.
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El capítulo que devino en mayores cuestionamientos a la figura de De Bonafini ocurrió en 2017, cuando fue acusada de corrupción en la causa «Sueños Compartidos», nacida a partir de una iniciativa organizada por la fundación Madres de Plaza de Mayo —también dirigida por ella— que desde 2006 se propuso construir viviendas sociales. La Justicia investiga el desvío de más de 200 millones de pesos (63 millones de dólares en su momento), un 20% del presupuesto total dirigido al proyecto. En agosto de este año el Tribunal de Casación Penal habilitó la elevación a juicio del caso.
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El legado
La perseverancia del Estado argentino en la búsqueda de los hijos y nietos de los desaparecidos halla su correlato en la propia constancia de De Bonafini: recién a finales de septiembre, a sus 93 años, participó por última vez de la «ronda de los jueves» de las Madres de Plaza de Mayo (en la 2.320° edición).
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«Su legado es la rebeldía por no callarse nada: su carácter denunciante ante la realidad. Si hay algo que nos destaca a los argentinos es que tuvimos a las Madres y a las Abuelas, que son un símbolo muy importante», remarca Pietragalla.
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«Ella siempre decía que lo último a perder es la reivindicación de sus hijos. Su imagen no puede disociarse de los crímenes de la dictadura: ella no pedía por sus hijos, sino por los hijos de todas», agrega.
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«Es muy importante mantener la memoria: no olvidar el pasado para que no se repita. La memoria es un aliado de la repetición. Hebe, las Madres y las Abuelas significan el proceso de recuerdo de aquello que no debe repetirse: es el célebre ‘Nunca Más'», complementa O’Donnell.
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Así lo entiende Pietragalla: «Argentina hubiese sido otra de no haber estado las Madres y Abuelas. El legado más grande es la lucha y la resistencia: la búsqueda por no perder nunca su eje. Sin dudas, estamos orgullosos de ser contemporáneos a Hebe, y de mujeres como ella», sostiene el funcionario.
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El 9 de diciembre de 1981, inauguró, junto a Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y las Abuelas de Plaza de Mayo, las Marchas de la Resistencia: un día entero de rondas ininterrumpidas en la Plaza de Mayo.
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Hebe de Bonafini asistió por última vez a una de estas rondas el 10 de noviembre, con motivo de la marcha n.° 2326, tras ausentarse durante varias semanas por problemas de salud.
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Procesada junto a otros funcionarios por presunta defraudación a la administración pública, el caso había sido elevado a juicio oral en agosto por la Cámara Federal de Casación Penal, máximo tribunal penal del país.
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