Detienen a una vicepresidenta del Parlamento Europeo por posible corrupción con Catar

La legisladora griega Eva Kaili fue aprehendida la noche del viernes en Bruselas como parte de una investigación de la Fiscalía de Bélgica sobre una presunta trama de sobornos de altos funcionarios cataríes a miembros de gran jerarquía de la Eurocámara.
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La detención de la eurodiputada de izquierda fue reportada por medios como la agencia francesa AFP y el periódico belga Le Soir, horas después de que las autoridades belgas informaran sobre la existencia de una red de personas involucradas en la influencia que supuestamente trata de ejercer Catar en el Parlamento Europeo.
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Eva Kaili fue detenida en la ciudad de Bruselas poco después de que la policía belga también aprehendiera a otras cuatro personas relacionadas con el caso. Uno de los detenidos presuntamente es pareja sentimental de la eurodiputada griega. De acuerdo con fuentes citadas por Le Soir y Knack, una de las personas detenidas es el el exeurodiputado del grupo de los Socialistas y Demócratas (S&D), Pier Antonio Panzeri. Otro supuesto detenido es Luca Visentini, secretario general de la Confederación Sindical Internacional (CIS).
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Panzeri tiene 67 años y encabeza Lucha contra la Impunidad, una organización civil de derechos humanos con sede en Bruselas.
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Los arrestos sucedieron luego de que la Fiscalía de Bélgica informara del hallazgo de 600.000 euros en efectivo durante un extenso operativo en la capital de ese país. Tanto Panzeri como Visentini han realizado comentarios favorables acerca de Catar, sobre todo en temas relacionados a la organización de la Copa del Mundo, que ha sido criticada incluso por el propio expresidente de la FIFA, Joseph Blatter.
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El caso ha explotado en momentos en que Catar es el anfitrión del Mundial de 2022, la primera vez que un país árabe organiza un evento deportivo de tal magnitud. Sin embargo, en varios países occidentales se ha señalado a este país del golfo Pérsico por supuestamente no respetar los derechos humanos de los trabajadores —muchos de ellos migrantes—, quienes construyeron los estadios y las instalaciones necesarias para este Mundial, el más caro de la historia, con un costo de 220.000 millones de dólares, según han reconocido los propios organizadores cataríes.
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