SANTIAGO – En el marco de la política de reactivación educativa Seamos Comunidad, impulsada por el Ministerio de Educación, estudiantes de Pedagogía de diversas universidades recientemente finalizaron sus experiencias de tutorías en escuelas y liceos a lo largo del país. El Programa Nacional de Tutorías contempló que las y los docentes en formación brindaran apoyo pedagógico a escolares con rezagos en sus aprendizajes, buscando disminuir las brechas educativas que la pandemia agudizó durante 2020 y 2021.
Durante octubre, noviembre y comienzos de diciembre, estudiantes de diversas carreras de Pedagogía ofrecieron acompañamiento a grupos de entre 3 y 5 escolares, con quienes trabajaron no solo en la recuperación de aprendizajes, sino también en el fortalecimiento de habilidades socioemocionales y metacognitivas, así como en el desarrollo de actitudes y competencias para el aprendizaje.
Desde el Ministerio de Educación realizaron un balance positivo de la ejecución de la iniciativa, la cual se estima que ha beneficiado a más de 4 mil escolares del país, quienes pertenecen a 234 establecimientos que reciben subvención estatal. El Programa Nacional de Tutorías fue posible gracias a una alianza entre el Mineduc y 28 universidades. Entre ellas destacó la Universidad de Chile, institución que sumó un total de 155 estudiantes de Pedagogía que participaron como tutoras y tutores, siendo el plantel que aportó la mayor cantidad de docentes en formación a nivel nacional.
A este respecto, el ministro de Educación, profesor Marco Antonio Ávila, señaló: «Quiero agradecer a las y los estudiantes de la Universidad de Chile, quienes participaron activamente de esta iniciativa que surge ante el desafío de enfrentar los efectos que dejó la pandemia en los aprendizajes. Quiero decirles que valoramos su colaboración para disminuir las brechas educativas y su compromiso de trabajo desde los territorios y junto a las comunidades educativas. Esperamos que para 2023 más estudiantes de esta importante casa de estudios se sumen en esta cruzada, en la que las y los estudiantes de pedagogía y educación de párvulos se convierten en los protagonistas del cambio».
La experiencia de estudiantes de la Universidad de Chile
Las y los 155 estudiantes de Pedagogía de la Universidad de Chile realizaron sus tutorías en establecimientos dependientes del Servicio Local de Educación Pública (SLEP) Gabriela Mistral, el cual comprende las comunas de La Granja, San Joaquín y Macul. Esta última corresponde al territorio donde se encuentra ubicado el Campus Juan Gómez Millas, el cual alberga las cinco carreras de Pedagogía que se imparten en la Casa de Bello.
«Esta instancia ha ofrecido a nuestras y nuestros estudiantes una experiencia que fortalece su formación inicial docente, su desarrollo profesional, su identidad docente, su compromiso con la comunidad y, sobre todo, su compromiso con la educación pública, en consonancia con el sello propio de nuestra Universidad», indicó la académica Claudia Peña, coordinadora de prácticas del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile.
Dos de las tutoras de la Casa de Bello que participaron en el programa son Alani Galleguillos y Vannia Díaz, estudiantes de segundo año de Pedagogía en Educación Media en Matemáticas y Física, quienes realizaron tutorías durante cerca de seis semanas. A ambas les fueron asignados establecimientos educativos con altos índices de vulnerabilidad, donde trabajaron con escolares que cursan entre 4º y 7º básico.
Si bien iban preparadas para enfrentar contextos adversos, ambas relatan que se encontraron con realidades más complejas de lo esperado. «Me tocó trabajar en un quinto básico donde había una estudiante que no sabía leer ni escribir. Esto me hizo reflexionar sobre en qué momento fue abandonada hasta el punto de dejarla avanzar por el sistema escolar sin tener los conocimientos necesarios, lo que me hace pensar en cómo se dulcifica la pedagogía y la labor que tenemos», relató la estudiante Vannia Díaz.
Alani Galleguillos también debió lidiar con dificultades significativas. «En la tutoría que hice a una niña de quinto básico, me pidieron que le enseñara a multiplicar y dividir. Pero, al cabo de una o dos sesiones, me di cuenta que ella no sabía sumar ni restar. Sin ese conocimiento previo, no podíamos ver las multiplicaciones y divisiones. Tuve que replantear mi planificación y partir casi desde cero», explicó la estudiante universitaria.
A pesar de estas y otras complejidades, como los elevados índices de ausentismo escolar, tanto Alani como Vannia fueron capaces de sortear las dificultades y conseguir que buena parte de sus tutorados/as lograran los aprendizajes que se habían puesto como meta.
Un caso emblemático es el de un estudiante proveniente de Afganistán que no hablaba español y a quien Alani debió enseñar a multiplicar y dividir. Desde la escuela, se solicitó a la tutora no utilizar aplicaciones de traducción en línea, pues se buscaba que el niño se familiarizara con el idioma español. Alani Galleguillos relata que estuvo durante una semana pensando cómo asumiría este desafío tan particular. «Lo que hice fue elaborar material didáctico en base a simbología y realizarle preguntas sencillas, para así ir viendo si él tenía problemas de comprensión a causa del idioma solamente o si de verdad presentaba dificultades para adquirir conocimientos matemáticos. Luego de unas sesiones logré relacionarme con él y comprender su estilo de aprendizaje. Él consiguió aprender a multiplicar y dividir», señaló la estudiante.
Ese no fue el único caso de éxito donde las y los escolares tutorados lograron avanzar en sus aprendizajes. Vannia y Alani relatan otras experiencias positivas, como el caso de una estudiante de 6º básico que había estado fuera del sistema escolar por al menos dos años y que, a pesar de no saber multiplicar ni dividir, no solo terminó aprendiendo a realizar ambas operaciones, sino que además logró aprender a trabajar con fracciones y decimales.
A modo de balance, Vannia Díaz y Alani Galleguillos destacan positivamente los aprendizajes que esta experiencia les proporcionó como docentes en formación, tanto en lo disciplinar como en lo experiencial y humano. «Me quedo con la grata experiencia de haber aprendido de los estudiantes, haber adquirido nuevas técnicas de enseñanza, haber aprendido a manejar situaciones complejas y comprender la importancia de practicar una escucha activa con ellos», señaló Vannia. Por su parte, Alani destacó: «Aprendí que algo fundamental para potenciar a un alumno académicamente es la confianza y el escuchar sus problemas. Esto te hace tener una visión mucho más amplia del porqué de sus situaciones académicas. Buscar cosas que les gusten y motivarlos a lo largo de las clases también puede ser clave para mejorar su rendimiento».