El experto en bibliometría e indicadores científicos visitó el país invitado como expositor internacional en el 9º Congreso de Bibliotecas Universitarias y Especializadas, evento organizado por la Dirección de Servicios de Información y Bibliotecas (SISIB) de la Universidad de Chile, que se realizó el 11 y 12 de enero. En esta entrevista, analiza la calidad de la comunicación de la ciencia, el peligro de las revistas científicas «depredadoras» y las futuras implicancias del arribo de la Inteligencia Artificial (IA).
- Por Carolina Aliaga
El académico español Rafael Repiso, doctor en Documentación Científica, investigador en indicadores bibliométricos en EC3metrics de la U. de Granada, profesor de la Facultad de Comunicación de la U. de Málaga y editor de la revista Comunicar, estuvo de visita en el país para participar en el 9º Congreso de Bibliotecas Universitarias y Especializadas, que cada año organiza la Dirección de Servicios de Información y Bibliotecas (SISIB) de la Universidad de Chile.
El espacio, que se ha consolidado en la región como un referente de las ciencias de la información y la bibliometría, en esta edición reunió a 250 asistentes presenciales y 370 personas conectadas en línea simultáneamente a lo largo de Latinoamérica. El evento híbrido, de esta forma, contó con una buena recepción que profundizó en temas como la transformación digital, la publicación académica, la ciencia abierta, el patrimonio, la inclusión y accesibilidad, entre otros temas.
El profesor Repiso presentó la charla magistral «Discrepancias entre la comunicación científica y su evaluación: retos urgentes». En esta conversación con Prensa Uchile, reflexiona sobre el peligro para la ciencia de las llamadas «revistas depredadoras», la importancia de una comunicación de la ciencia honesta y sin vicios, y el ingreso de la Inteligencia Artificial (IA) en el rubro.
¿Qué le pareció este congreso internacional que vuelve a la presencialidad?
Esta es la primera vez que participo presencialmente, que es la forma más profunda y rica de asistir. Me parece un encuentro interesante y muy necesario, y además con un alcance de toda Iberoamérica, donde sectores de bibliotecas universitarias se reúnen periódicamente para poner en común lo que hace cada uno, las experiencias exitosas y mostrar su investigación. También es un lugar de encuentro con responsables de empresas que brindan servicios a la biblioteca, mayoritariamente de tecnología.
Y es fundamental, porque no olvidemos que la universidad es una institución que gira en torno a un intangible que es el conocimiento y la biblioteca está justo en eso. El docente transmite el conocimiento a los alumnos, pero lo biblioteca está en la búsqueda, en la gestión, en la conservación y en la transmisión del saber. Esto tiene una vital importancia para el avance de nuestras universidades y de la educación del país.
¿Qué opinión tiene respecto a la producción y difusión científica en América Latina y en particular en Chile? ¿Cómo es la calidad de las revistas científicas chilenas?
Pues mire, una de mis líneas de investigación es sobre las revistas científicas, precisamente. Chile es el país iberoamericano que está por encima del resto en producción, es decir, el que más revistas tiene por número de habitantes. Es una cosa extraordinaria. Y, además, el promedio de calidad de la revista de Chile es bastante bueno en la región. Es decir, son revistas muy internacionalizadas. Hay áreas históricas como la astrofísica, que fue un ejemplo de cómo llevar investigación compleja y de primer nivel. Lo cierto es que Chile es un país en el contexto iberoamericano muy destacado. Y la Universidad de Chile, que es la principal del país, en tamaño y antigüedad, es el referente.
Se dice que la evaluación de la ciencia está en crisis por el uso inadecuado de indicadores como el factor de impacto de las revistas académicas ¿Cuáles son los vicios que se dan con este modelo?
Bueno, yo creería que se está evaluando utilizando criterios bibliométricos o justificándose en ellos, pero sin aplicarlos correctamente. Es decir, como cuando los curanderos utilizan criterios médicos, pero ellos no son médicos ni interpretan los datos, pero lo justifican en medicina, en la química y en las nuevas tecnologías de forma más bien pseudocientífica.
La evaluación científica tiene una gran riqueza de indicadores. Para evaluar a una persona, revista o institución hay muchos indicadores y, sin embargo, pese a haber tantas pruebas de diagnóstico solo se usa mayoritariamente uno, el de la revista, que es el factor de impacto. Es decir, que para evaluar a una persona, en lugar de evaluarlo a través de sus artículos concretos, usando métricas para evaluar el rendimiento de la persona, lo que se hace es que se utiliza el indicador de impacto de la revista de los años en los que ese hombre publicó. Entonces, es una aproximación bastante lejana al objeto de estudio.
Y después también hay otro problema importante, y es que el hombre tiene esa tendencia natural a crear fraudes para beneficiarse. Cada vez hay mayores fraudes en la evaluación y se consienten, con lo cual tenemos un sistema en que los méritos no están muy bien ajustados y que no penaliza los deméritos, sino que los cuenta como mérito.
Eso va a más, porque la comunicación científica está cambiando mucho, estamos obsesionados con la información. La información es lo que más está mutando. La digitalización ha llevado a la Inteligencia Artificial (IA) y los profesionales de la información nos movemos muy rápido, todo avanza velozmente. La comunicación científica es información científica que se está moviendo a pasos agigantados y, sin embargo, la forma de evaluar la comunicación científica se mantiene anquilosada en algo que sabemos que no funciona bien, pero que no funcionaba bien hace 20 años. Y ahora, al día de hoy, no tiene nada que ver con lo que se estaba evaluando.
¿Qué alternativas existen para cambiar el modelo de evaluación de la ciencia?
Hay alternativas. De hecho, está la Declaración DORA (Declaration on Research Assessment), que indica exactamente cómo debe ser una evaluación más justa. Está el Manifiesto de Leiden, que dice algo muy parecido, y sobre todo en el uso de la lógica del uso de la métrica científica. No son leyes naturales que se cumplen siempre, no existe precisión con los números, son reducciones a números de la realidad. Pero también eso necesita ser interpretado por un experto. Es decir, que a lo mejor las métricas pueden complementar, pero lo que no podemos es dejar que la métrica sustituya a los juicios de valor de los expertos.
Yo creería que todo esto pasa por utilizar más métricas de las que tenemos, triangularlas y utilizarlas para un juicio de experto. Y aparte, también es muy importante denunciar públicamente el mal uso, el abuso y el fraude. Pero estamos en una sociedad en la que el fraude ha llegado a tal nivel que nadie se atreve a denunciar que un compañero pagó a una revista con fondos públicos para publicar un artículo científico de mala calidad. Y esto se multiplica por mil en nuestros países.
¿Estas son las revistas «depredadoras» que mencionó en su presentación en el 9° Congreso de Bibliotecas Universitarias y Especializadas? ¿En qué consiste este problema y cómo se podría evitar?
Las revistas depredadoras son unas revistas que tienen un modelo de financiación éticamente dudoso, y no es el lector el que paga por la revista, sino que es el autor el que paga porque su artículo se publique. Es decir, se supone que el autor paga los procesos de edición, lo cual es falso, porque una misma editorial depredadora, si la revista está mejor posicionada, te cobra más, como si el proceso de edición fuese más caro que cuando estaba peor posicionada.
Se trata de revistas en las que tú pagas porque no te hagan algo que es fundamental en la ciencia, que es que evalúen con rigurosidad la calidad de tu trabajo. Entonces, estas son revistas que no tienen ese filtro de calidad que es el motor de la comunicación de la ciencia.
El mayor problema de estas revistas es que cuando alguna se sitúa -y se están situando muchas- en los rankings, en las bases de indexación que se valoran en la academia, como es Scopus, por ejemplo, de repente pasan de publicar cien artículos a mil o tres mil, no tienen un techo: más dinero, más artículos. Es un negocio fraudulento. Y los autores publican ahí pagando y normalmente el dinero no lo pagan los autores, el dinero es público, pues viene de fondos estatales.
Estamos gastando el dinero en blanquear la ciencia que no se hace. O sea, en lugar de coger el dinero que te dan para los proyectos e investigar, lo gastas en blanquear resultados de algo que no has hecho o que has hecho mal o que has hecho pobremente. Eso no tiene sentido.
¿Qué le parece la Ciencia Abierta?
La Ciencia Abierta es lo que está potenciando las revistas depredadoras, porque ellos justifican que son revistas de Ciencia Abierta, porque cualquiera puede acceder gratuitamente a los artículos. Yo puedo entender que es bueno que el lector pueda entrar desde la comodidad del sofá de su casa a leer un artículo y que eso es Ciencia Abierta, pero la base fundamental es que el que genera el conocimiento no pague.
O sea, la Ciencia Abierta tiene que serlo primero abierta para el autor, porque además, después al final, sucede que en ciertos países que no tienen recursos no pueden participar en la comunicación científica. La Ciencia Abierta actualmente, tal como se está planteando, es muy poco práctica desde mi punto de vista.
Yo soy bibliotecario de formación y siempre he visto en la biblioteca el lugar de la Ciencia Abierta. O sea, yo nunca he pagado por un libro en una biblioteca, nunca he pagado por un artículo en una biblioteca. Y si la biblioteca no lo tenía, la biblioteca se encargaba de pedirle el artículo a otro sitio, gratis.
¿Qué se viene en el área?
Lo nuevo es la Inteligencia Artificial (IA). Nos va a servir para el procesamiento de datos, los artículos científicos, el análisis de datos, pero también para la redacción de artículos. Con lo cual aquí el tema es dónde empieza el mérito de uno y dónde el de la IA ¿Cuál es el límite para después? Tú le puedes decir a la IA que haga un ensayo entre la relación de Chile y España en los últimos 40 años en relación al comercio de cobre y de 300 palabras. Tiene los datos y lo escribe de forma instantánea y gratis. Y a veces escriben mejor que algunos alumnos.
Hoy en las revistas científicas, por ejemplo, cuando mandan un artículo, lo primero que uno hace es mirar el anti plagio. Bueno, dentro de un año, tendremos que pasarlo también para identificar si ha habido Inteligencia Artificial en su creación.
Suena muy futurista pero ya es real…
Sí, desde hace dos meses que podemos tocarlo. Hasta hace no mucho esto era algo que estaba desarrollándose y solo lo usaban desarrolladores de Google, de Microsoft y ahora ya todo el mundo puede usarlo.
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