«Me estoy quemando por dentro»: los últimos días de Pablo Neruda, contados por su asistente

Tras la entrega a la Justicia de Chile del informe elaborado por expertos internacionales sobre la muerte del escritor Pablo Neruda, presentamos el testimonio de Manuel Araya, quien acompañó al poeta en sus últimos días. Tanto él como el sobrino de Neruda adelantan que este fue asesinado por agentes de la dictadura de Augusto Pinochet.
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Por Alexis Polo Gonzáles
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El Panel Internacional de Expertos entregó el 15 de febrero a la ministra en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, Paola Plaza, el informe final de la investigación sobre la muerte de Pablo Neruda, ocurrida el 23 de septiembre de 1973, sólo 12 días después del golpe de Estado perpetrado contra Salvador Allende. Las partes querellantes accederán a los documentos el 20 de febrero.
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Manuel Araya, que fue asistente del autor del Canto general durante sus últimos meses de vida, declaró en 2011 que el poeta chileno fue asesinado mediante una inyección en el abdomen que le aplicó un agente secreto de la dictadura haciéndose pasar por médico.
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Este 16 de febrero, en conferencia de prensa para comentar las conclusiones del panel de expertos internacionales, que ratificaron la existencia de la bacteria Clostridium botulinum en los restos del poeta —que habría sido la causante de la muerte—, Araya volvió a recordar qué ocurrió en los días posteriores al golpe del 1973 contra Allende y los hechos que terminaron en la muerte del poeta y diplomático, laureado con el premio Nobel de la Academia Sueca dos años antes de su muerte.
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«Nos van a matar a todos»

En noviembre de 1972, Neruda se disponía a renunciar como embajador chileno en Francia para volver a su tierra natal. Fue entonces que el pleno del Comité Central del Partido Comunista eligió a Manuel Araya, de 27 años, para cumplir las labores de chofer y asistente del autor de la Residencia en la tierra.
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Tras el golpe de Estado que inició la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), el Ejército allanó las propiedades de Neruda. El 12 de septiembre, un vehículo con cuatro militares llegó hasta la casa donde el también prosista vivía junto con su esposa y colaboradores en Isla Negra, localidad costera ubicada a 111 kilómetros de Santiago.
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Araya cuenta que el Ejército les ordenó a todos que abandonaran el lugar. Un día después, la casa fue allanada por militares. «Eran como 40 soldados que venían en tres camiones. Iban armados con metralletas, con las caras pintadas de negro y uniforme de camuflaje. Vestidos y pertrechados como si fueran a la guerra«.
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El mismo día, el domicilio de Neruda también fue allanado por la Armada. «Estuvieron más de dos horas y robaron cosas». El 14 de septiembre, la fuerza naval dispuso un buque de guerra en la costa de Isla Negra apuntando a la casa del poeta.
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«Neruda decía, ‘nos van a matar, nos van a volar'». Fue en ese momento en que decidieron salir del país para resguardar la vida del Nobel de Literatura, quien se perfilaba como el principal opositor al régimen.
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Manuel Araya y Francisco Marín en conferencia de prensa
© Sputnik / Alexis Polo González

El exilio en México que no pudo ser

El 19 de septiembre de 1973, el poeta, en colaboración con su asistente y médico, Roberto Vargas Salazar, decidió internarse en la Clínica Santa María, en Santiago. Araya contó que la decisión no estaba motivada por problemas de salud, sino para preparar la partida de Neruda al exilio en México.

«La idea era que Neruda se fuera a México el 22 de septiembre. Sin embargo, al enterarse de la muerte de Víctor Jara [el 16 de septiembre], él no quería irse. Quería quedarse a vivir o morir junto a sus compañeros. Fue el embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, quien le dijo al poeta que por orden del presidente mexicano Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), estaba dispuesto un avión para que abandonara el país», recordó Araya.

Tras varias rogativas, el escritor decidió que partiría al exilio el 24 de septiembre. Un día antes, Araya viajó con Matilde Urrutia, esposa del poeta, de Santiago a Isla Negra para recoger algunos encargos, sin saber que en esa misma jornada la vida del autor del Estravagario llegaría a su fin.
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«Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando Neruda llamó a la hostería Santa Elena, a pocos metros de su casa en Isla Negra, y dijo: ‘Véngase rápido porque yo estaba durmiendo y un médico me puso una inyección'», rememoró Araya.
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Al llegar a la clínica, «Neruda ya estaba muy enfermo. Antes de eso ni siquiera había pasado por cuidados ni tratamientos intensivos. Neruda me dijo: ‘Me estoy quemando por dentro’. Lo primero que hice fue ponerle una toalla mojada en el estómago. Neruda tenía una manchita roja donde le pusieron la inyección», señaló el asistente del poeta.
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Araya contó que un médico alto y rubio, de gestos extraños, le dijo que debía ir a comprar unos remedios para salvar la vida del autor. Sin embargo, apenas salió de la clínica, el joven fue interceptado por dos agentes de la dictadura que lo golpearon y lo trasladaron hasta el Estadio Nacional, donde fue cruelmente torturado.
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Neruda murió el 23 de septiembre de 1973 y Araya no pudo asistir a su funeral porque se encontraba detenido.
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«Un avión voló y uno se quedó abajo»

Los medios de comunicación señalaron un día después del deceso que Neruda había muerto producto de una inyección que le provocó un shock y un paro cardiorrespiratorio.
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«El tema del paro cardiaco desapareció de la historia, como así también la inyección a partir del certificado de defunción que se hizo el día siguiente, el cual establecía que el poeta murió producto de la caquexia por cáncer metastásico de próstata, la cual fue la versión oficial de la dictadura», señaló en conferencia de prensa el periodista Francisco Marín, quien ha investigado a fondo el caso.
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Marín contó que dentro de la carpeta investigativa para esclarecer la muerte del escritor se encuentran varias grabaciones de conversaciones telefónicas del químico Eugenio Berríos, miembro de la Dirección de Inteligencia Nacional —la Dina, policía secreta de Pinochet—, en las que habla sobre una muerte ocurrida en 1973.
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«Berríos señala que en 1973 le llevó al asistente del general [Ernesto] Baeza, que era director de la Policía de Investigaciones, un paquete. Asimismo, dice en la grabación que un avión voló y uno se quedó abajo, haciendo referencia a Pablo Neruda», agregó Marín.
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Para el abogado y sobrino de Pablo Neruda, Rodolfo Reyes, quien acompañó el trabajo del tercer panel, el informe entrega «las certezas de que mi tío fue asesinado».
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«La ciencia ya habló, ahora hay que esperar qué dice la ministra Plaza y luego ver cómo seguiremos adelante para esclarecer la muerte del poeta más grande del siglo XX», finalizó.