Hungría reveló el 25 de febrero que habría vetado el décimo paquete de sanciones de la Unión Europea contra Moscú si hubiera contenido restricciones dirigidas al sector nuclear de Rusia. ¿Qué hay detrás de esta postura?
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A finales de febrero, la UE se enfocó en introducir un nuevo paquete de sanciones contra Rusia. La décima tanda está dirigida a 87 ciudadanos rusos y 34 entidades, incluidas instituciones financieras, el Ministerio de Defensa ruso y el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR, por sus siglas en ruso), el centro estatal de investigación espacial Khrunichev y el grupo de medios de comunicación Rossiya Segodnya (la empresa matriz de la agencia Sputnik).
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Sin embargo, la industria nuclear de Rusia no ha sido incluida en la lista negra. A pesar de que se hayan prohibido y sacado de manera gradual los principales productos energéticos de Rusia, como el petróleo, los productos derivados del petróleo, el gas y el carbón, el bloque europeo parece no estar dispuesto a prohibir la energía atómica.
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En ese sentido, el jefe de la Oficina del primer ministro húngaro, Gergely Gulyas, lo dejó claro el 25 de febrero: cuando se le preguntó en una sesión informativa en qué sentido las nuevas sanciones de la UE se dirigen contra la energía nuclear rusa, Gulyas respondió: «En ninguno, de lo contrario, las habríamos vetado».
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Budapest tiene una buena razón para decir eso: la central nuclear Paks de Hungría, que está equipada con cuatro reactores VVER 440 hechos en Rusia y recibe combustible nuclear ruso, genera alrededor de la mitad de la energía del país.
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Hungría no es el único país de la UE que explota los reactores nucleares de Rusia: de hecho, hay alrededor de 18 reactores diseñados por Rusia que son operados en Europa. La lista de países que tienen equipos nucleares de fabricación rusa incluye a Eslovaquia, Hungría, Finlandia, Bulgaria y la República Checa. Entre los que han colaborado con Rosatom en las últimas dos décadas se encuentran Francia, Suecia, Alemania, el Reino Unido y los Países Bajos (según Greenpeace).
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Los principales medios de comunicación occidentales ya han lamentado el hecho de que la cooperación nuclear UE-Rusia es «un hábito que Europa simplemente no puede romper».
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Según la Agencia de Abastecimiento de Euratom (ESA) de la UE, en 2021, la corporación nuclear rusa Rosatom suministró a los reactores de la unión el 20% de su uranio natural y proporcionó al bloque una cantidad considerable de servicios de conversión y enriquecimiento.
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«Las entregas de trabajos de separación de Rusia a las empresas de servicios públicos de la UE representaron el 31% de las entregas totales, un aumento del 8% con respecto al año anterior», informó ESA. En cuanto al origen de los minerales, Níger, Kazajistán, Rusia, Australia y Canadá aportaron en conjunto el 96% del uranio natural entregado a la UE, agregó la agencia. Mientras tanto, en 2021, los estados miembros de la UE gastaron 210 millones de euros en importaciones de uranio bruto desde Rusia.
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El alcance global de Rosatom continúa creciendo, mientras que en la UE, el valor de las exportaciones nucleares de Rusia aumentó en varios estados de la UE, incluidos Eslovaquia, Hungría y Finlandia, conforme a una investigación del Royal United Services Institute (RUSI) obtenida por Politico.
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La ESA puntualizó que la UE está decidida a poner fin a la dependencia que tiene a la energía atómica de Rusia: «Las opciones de diversificación también son importantes para los Estados miembros que actualmente dependen de Rusia para abastecer de combustible nuclear para sus reactores que sirven para la generación de energía o para usos no energéticos. Esto requiere trabajar dentro de la UE y con socios internacionales para asegurar fuentes alternativas de uranio y aumentar las capacidades de conversión, enriquecimiento y fabricación de combustible disponibles en Europa o en los socios globales de la UE».
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Sin embargo, llevará tiempo y esfuerzo diversificar los suministros atómicos de Rusia. En este caso, Bulgaria y la República Checa han firmado contratos con la empresa estadounidense Westinghouse para reemplazar el combustible ruso, pero el proceso de transición podría demorar al menos tres años. En cuanto a la diversificación de los servicios de enriquecimiento y conversión, esto podría llevar entre siete a diez años, según la directora de la ESA, Agnieszka Kazmierczak.
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Al mismo tiempo, este mes entró en funcionamiento en Eslovaquia un nuevo reactor VVER de diseño soviético Mochovce-3. Anteriormente, TVEL Fuel Company de Rosatom y la empresa de generación de energía eslovaca Slovenske elektrarne firmaron un contrato para el suministro de combustible nuclear a centrales nucleares en Eslovaquia para el periodo 2022-2026, con la posibilidad de una extensión del contrato hasta 2030.
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Asimismo, Hungría profundiza lazos con Rusia: en agosto de 2022, Budapest emitió una autorización a Rosatom para construir dos nuevos reactores nucleares en el país.
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Es más, mientras la UE puede justificar el abandono de los combustibles fósiles de Rusia por sus ambiciosas iniciativas ecológicas, muchos consideran que la energía nuclear es bastante ecológica y, sobre todo, más confiable que la mayoría de las energías renovables, incluidas la solar, eólica, hidráulica, biocombustibles y otras.
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«Necesitamos una fuerte descarbonización para combatir el cambio climático y la energía nuclear puede ayudarnos a llegar allí», declaró Rafael Grossi, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, en abril de 2021.