Pronto serán noventa años desde que las mujeres organizadas en el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCh), dijeran que nuestros problemas son, ante todo, políticos, y asumiesen como algo cierto que la calidad de la “vida democrática” nacional se medía también por la calidad de vida de la mujer trabajadora. Antes que eso, se cumplirán cincuenta años desde el Golpe de Estado que dio inicio a la dictadura cívico-militar cuyas consecuencias, lamentablemente, tan bien conocemos.
En ese entonces, desde el MEMCh se organizaron “por la defensa de la mujer y en contra de todos sus flagelos”, implicando eso la lucha contra el avance mundial del fascismo, la carestía de la vida provocada por la guerra, las condiciones de explotación e infrahumanas de trabajo de la mujer obrera, la maternidad forzada y subordinación ante lo masculino, y contra la inexistencia de reconocimiento institucional y jurídico de los derechos políticos y sociales más elementales.
Pero el fascismo no se detuvo en Europa y avanzó, serán ya 50 años desde que nos golpeó en la cara. Nos golpearon los militares, con los civiles cómplices que aún hoy se pasean impunes en las sombras. La carestía de la vida para las mujeres nunca cesó, y junto con la jornada laboral impaga de labores domésticas y cuidado cotidianos, la precarización neoliberal nos golpeó y salimos a trabajar también jornadas completas con sueldos de miseria, mientras la connotada primera dama de la dictadura nos decía que nuestros hijos estaban protegidos y que en Chile nuestra hambre no existía.
Se aseguraron de que no pudiéramos decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, y cuando lo intentamos nos golpearon y encarcelaron. De un plumazo, en 1989, en los últimos meses de dictadura y por presión del cardenal Medina y el sector más rancio de la Iglesia Católica, nos amarraron y negaron ya de otra forma el derecho a la vida, prohibiendo el aborto terapéutico reconocido legalmente de manera incuestionada desde 1931. Llegamos al absurdo en el que querer vivir se hizo ilegal.
Nos golpearon los testaferros del poder, los demócratas que nos trataron de callar para que dejáramos de preguntar ¿DÓNDE ESTÁN?, insistentes incluso hoy en la reprimenda. La herida abierta hace 50 años siguió sangrando, y el 2019 nos golpearon y violaron nuevamente cuando osamos manifestarnos, decir que no, o simplemente salir de casa. Ante eso intentamos escribir otra historia, pero el país entero nos golpeó con un rechazo doloroso del que aún no nos recuperamos. Nos golpearon después, otra vez, al negarnos la posibilidad de intentarlo de nuevo, traicionando la soberanía popular a la que nuestros anhelos también se encuentran adscritos. Los golpes parecen ser los mismos de 1938, de 1973, y querrán seguir profiriéndonoslos. Pero hemos avanzado y bastante hemos aprendido.
Este año, a 50 años desde el Golpe que trastocó y torció el camino iniciado por las voluntades democráticas de nuestro pueblo, repetimos con la fuerza que da la fecundidad de una memoria histórica profunda: NI UN GOLPE MÁS. Porque la dignidad de ser humanas no nos la arrebatará ni la violencia machista ni la del capital, sea su cuna democrática o dictatorial.
CODEPU, en este nuevo Día Internacional de la Mujer, saluda a todas aquellas luchadoras que avanzan conquistando y reconquistando derechos, liberándose a sí, a otras mujeres y a pueblos completos en su camino emancipador.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
CODEPU – La Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo CODEPU, es una organización no gubernamental de Derechos Humanos fundada durante la dictadura militar, el 8 de noviembre del año 1980. Desde hace 30 años asiste a las víctimas y los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos y lucha contra la impunidad.
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