El árbol más antiguo del mundo podría ser chileno y corre peligro

El ‘Gran Abuelo’, un alerce que superaría los 5.000 años de vida, podría ser declarado como el árbol más longevo del planeta. Pero también corre varios peligros. Acá la conversación con expertos en la materia para conocer las curiosidades y los cuidados que deberían tener estas especies milenarias bajo amenaza en Chile.
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Por Alexis Polo González 
Periodista – Corresponsal de Sputnik en Chile 
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En el Parque Nacional Alerce Costero, en la región de Los Ríos, ubicado a 800 kilómetros al sur de Santiago, se encuentra el Gran Abuelo. Este alerce milenario mide 28 metros de largo y su tronco tiene cuatro metros de diámetro. Y, según la investigación de los científicos chilenos Jonathan Barichivich y Antonio Lara, tendría más de 5.000 años.
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Los resultados de la investigación fueron ampliamente comentados en 2022. No obstante, la parte de la comunidad científica alberga algunas dudas sobre la verdadera antigüedad del alerce, mientras esperan una revisión de pares.
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En este contexto, Barichivich y otros colegas escribieron una carta que fue publicada a principios de junio en la revista Science para alertar sobre el proyecto de la construcción de la Ruta T-720 que podría poner en riesgo el ecosistema del Parque Nacional Alerce Costero, hogar de este árbol milenario.

El ‘Gran Abuelo’

La metodología utilizada por Barichivich y Lara para investigar cuán antiguo es el alerce llamó la atención de la comunidad de dendrocronólogos —quienes estudian, entre otros aspectos, la edad de los árboles a través de sus anillos—.
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Ariel Muñoz, ingeniero forestal y académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, señaló que los métodos para la estimación de la edad de este árbol «son los mejores que se pueden llevar a cabo hoy en día sin dañar al individuo».
Debido al diámetro del alerce, los científicos no lograron llegar al centro del árbol para extraer una muestra completa. Decidieron no utilizar una perforadora mayor para el estudio, puesto que pondría en riesgo al Gran Abuelo.
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Por ello, a partir del trozo que obtuvieron, estimaron que el árbol tenía al menos 2.400 años. Luego aplicaron un modelo estadístico para calcular los años restantes. Este combinó la información de otros cientos de alerces del parque y concluyó que existe un 80% de posibilidades de que el Gran Abuelo sea más viejo que el pino Matusalén, localizado en el Bosque Nacional Inyo, en California, al suroeste de EEUU, y que tiene más de 4.850 años.
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Muñoz explicó que se utilizaron los instrumentos disponibles de mayores dimensiones desarrollados para estudiar los anillos de crecimiento de los árboles, y siendo complementados con un modelo robusto para la estimación de anillos faltantes hacia el centro del tronco.
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«Me parece que la estimación es correcta, y además utiliza un principio de conservación extremadamente importante: si somos capaces de estimar con rigurosidad la edad de este árbol, entonces no debemos necesitar una muestra aún más grande de su tronco para aceptar que nos encontramos ante el árbol más antiguo del mundo», agregó el académico.

¿Cómo se puede preservar un árbol con tales características?

El Gran Abuelo, a diferencia de Matusalén, se encuentra en un parque nacional y recibe la visita de turistas constantemente. Además, la sequía, el cambio climático y los incendios forestales ponen en riesgo a este árbol y otros ejemplares también milenarios.
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En una conversación con Sputnik, una ingeniera forestal de la Universidad de Chile, Noelia Espinosa, explicó que el alerce está protegido por la Ley de Monumento Natural, promulgada el 1 de octubre de 1976. Esta declara que «la especie forestal Alerce constituye uno de los acervos naturales más valiosos del patrimonio nacional; tanto en lo científico, como en lo histórico y cultural».

Sin embargo, esta medida es «solo una parte» de lo requerido para proteger a la especie, opina Espinosa. Es necesario que la gente conozca estos ecosistemas, «porque solo así se puede tener una cercanía y sensibilizar sobre la importancia de su preservación».

La ingeniera forestal señaló que la capacidad de carga de estos parques naturales «debe ser controlada, ya que un alto flujo de personas afecta negativamente el desarrollo de las distintas especies».
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«Un buen cambio directo podría ser reducir la cantidad de ingresos al parque y mejorar los circuitos para apreciarlos. De ser necesario, cerrar ciertos caminos», propuso Espinosa.
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Respecto a los incendios forestales que azotan al país durante los meses de verano, Espinosa indicó que la corteza gruesa del alerce le permite sobrevivir al fuego. «Sin embargo, igualmente siguen siendo una amenaza y si ocurriera uno de alta intensidad, podría afectarlo severamente, un evento catastrófico», advirtió.
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Otro aspecto que resulta preocupante a la hora de la conservación de las especies milenarias es el cambio climático.
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Muñoz explicó que el incremento de las condiciones de sequía asociadas a aumentos de temperatura y reducción de las precipitaciones en el sur de Chile, pueden afectar «la sobrevivencia de estos bosques en el futuro, especialmente al reducir el vigor y aumentar la mortalidad de individuos de la especie, así como afectando los procesos de crecimiento y reproducción de los bosques de alerces donde se encuentra el Gran Abuelo«.
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El académico señaló que el mayor riesgo para el alerce milenario y la floresta que lo alberga es «la expansión de carreteras y zonas pobladas cerca de este parque nacional. El proyecto de una carretera que atraviesa este bosque [Ruta T-720], que alberga a uno de los organismos más antiguos del planeta, es sin lugar a dudas un factor de gran amenaza para la conservación».
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¿Qué medidas debería tomar el Estado?

Para el académico de la PUCV, es fundamental un plan de desarrollo territorial que priorice la conservación de este bosque, puesto que «ya constituye, sin lugar a dudas, un patrimonio del planeta, incluso más allá de ser considerado un patrimonio de la humanidad».
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Muñoz señaló que el Estado debe poner especial cuidado en la generación de políticas de uso del territorio de bajo impacto, que minimicen el riesgo de incendios y la contaminación de estos bosques, «incluyendo regulación de visitas turísticas, mayor fiscalización al manejo de bosques en zonas cercanas, limitación al desarrollo de plantaciones forestales de monocultivos en grandes superficies, las cuales incrementan el riesgo de incendios».

El ingeniero destacó que «aun siendo el primero o el segundo más antiguo del planeta», lo importante de este hallazgo es que «otorgue una mayor valoración a estos invaluables ecosistemas, que motive el desarrollo de más investigación en ellos, y especialmente que genere un gran impacto en el desarrollo de planes y herramientas efectivas para su conservación».

«Tenemos la suerte de que estos bosques crezcan en Chile, lo cual también involucra una gran responsabilidad del Estado y la sociedad para promover la conservación efectiva de los mismos», finalizó Muñoz.