Una ciudad minera chilena, clausurada en pandemia, reabre sus puertas

El Campamento Minero Sewell, emplazado a 2.200 metros de altura en la cordillera de los Andes y declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 2006 por su valor arquitectónico, fue reabierto al público tras permanecer cerrado desde 2020 a causa de la pandemia. La intención es posicionarlo como destino turístico del país suramericano.
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El Campamento Minero Sewell es una ciudadela edificada a principios de siglo XX por la empresa estadounidense Braden Copper Company para alojar a trabajadores e ingenieros de la mina de cobre El Teniente, ubicada en la región de O’Higgins, a 160 kilómetros de Santiago de Chile.
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«Sewell es un lugar único en el mundo y por eso es un atractivo turístico con un enorme potencial, de nivel internacional donde se pone en valor nuestra historia y nuestra cultura. Su reapertura a las visitas turísticas es una gran oportunidad para conocer este Patrimonio de la Humanidad, un espacio donde está la historia de Chile, de su gente y de los territorios», sostuvo la subsecretaria de Turismo, Verónica Pardo, durante la ceremonia oficial para la reapertura.
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El Campamento Sewell comenzó a recibir visitantes nuevamente desde el 17 de junio. «Volver a abrir este lugar despierta emociones», afirmó Pardo.
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«Sewell no solo es patrimonio, sino que también es ciencia, es economía, turismo, cultura, es un símbolo de nuestra historia ofrecida a los chilenos y al mundo para que la visiten», subrayó la subsecretaria.

La ‘ciudad de las escaleras’

Desde su fundación oficial en 1905, la ciudadela minera está intrínsecamente relacionada con el nacimiento de la gran minería del cobre en Chile, país que en la actualidad es el primer productor mundial de este metal.
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Durante su periodo de apogeo, entre las décadas de 1940 y 1960, albergó a 15.000 habitantes, entre mineros, ingenieros, personal de servicio y sus familias. Contó con escuelas, cines, piscina, bolos y edificios en colores vivos donde sus pobladores residieron por décadas.
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El declive de la ciudadela se produjo tras la nacionalización de la producción y las empresas cupríferas, durante el Gobierno de la Unidad Popular presidida por Salvador Allende (1970-1973), y el retiro de la multinacional estadounidense del país suramericano.
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Tras la nacionalización del cobre en 1971 y la creación de la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco) ya en plena dictadura cívico-militar en 1976, la mina de El Teniente continuó operando hasta el presente. Es la mina más grande del mundo, con más de 4.000 kilómetros de túneles, distancia equiparable al recorrido entre Santiago y Bogotá, la capital colombiana.
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Luego de ser declarada Patrimonio Nacional en 1998, comenzaron a fluir fondos para la restauración de la ciudadela y su acondicionamiento para convertirla en museo y recibir visitantes. El proyecto creció a partir de la declaración de Sewell como Patrimonio Mundial en 2006, de la mano de la Fundación Sewell, que administra los fondos otorgados por la Unesco.
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«El pueblo de Sewell en su entorno hostil es un ejemplo sobresaliente del fenómeno global de los pueblos de empresas, establecidos en partes remotas del mundo a través de una fusión de mano de obra local con recursos de naciones ya industrializadas, para extraer y procesar cobre de alto valor. La ciudad contribuyó a la difusión global de la tecnología minera a gran escala», afirma la Unesco.
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Germán Sandoval, gerente de Sustentabilidad y Asuntos Externos de El Teniente, manifestó que para la empresa minera «la reapertura de Sewell es la expresión de nuestro propósito de contribuir a la valoración del patrimonio y el desarrollo de los territorios donde realizamos nuestras operaciones, creando valor social».