- “En Petorca la gente no tiene agua para tomar. En Copiapó las fuentes de agua también se agotaron y por eso se construyó una planta desalinizadora”, plantea la académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, María Christina Fragkou. “No es suficiente tener un plan b. Necesitamos varios planes que interactúen y respondan a las varias posibilidades que se puedan configurar”, añade frente a este escenario la profesora de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Casa de Bello, Linda Daniele.
Aunque el gobierno uruguayo cree que lo peor de la crisis del agua ya pasó gracias a las lluvias del pasado 16 de julio, que sumaron en las reservas 6,5 millones de metros cúbicos, el informe oficial de Obras Sanitarias del Estado y del Ministerio de Salud Pública de Uruguay, advierte que el país sigue en alerta porque la intensa sequía mantiene al embalse de Paso Severino, desde donde se extrae agua potable para la capital, a un 9,3% de su capacidad.
Sin embargo, la situación en Chile no es mucho mejor. Hace algunas semanas, el Centro de Análisis de Políticas Públicas (CAPP) de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile advirtió sobre la escasez hídrica en la octava versión del “Informe País: Estado del Medio Ambiente en Chile 2022”. Pero ¿estamos cerca de llegar a la situación uruguaya?
La profesora del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, María Christina Fragkou, asegura que “la crisis que está viviendo Uruguay ya está sucediendo en Chile, quizás no está pasando en todo el país, porque Chile es más grande, es más largo, pero sí que está sucediendo en Chile”.
“En Petorca la gente no tiene agua para tomar. En Copiapó las fuentes de agua también se agotaron y por eso se construyó una planta desalinizadora”, advierte la académica. “Vemos con asombro que el problema de Uruguay es un problema del agua para consumo humano y esto es lo que hemos destacado desde las investigaciones que hacemos con mi grupo en el Departamento de Geografía desde hace años: en Uruguay están describiendo una situación muy similar a la chilena”, agrega.
“El Estado prioriza y asegura el abastecimiento de sectores productivos, pero no para el consumo humano. Si vemos, por ejemplo, las soluciones en Petorca, la gente tiene que tomar agua de camiones aljibes para que la industria de la agricultura esté tranquila. En Antofagasta la gente que toma agua en la ciudad de Antofagasta, de Tocopilla, de Mejillones, está tomando agua desalinizada para que haya suficiente agua de cordillera para las faenas mineras. Entonces, vemos una clara preferencia para asegurar el abastecimiento de sectores productivos ante el consumo humano”, advierte la profesora Fragkou.
Crisis global, soluciones locales
Por otra parte, Linda Daniele, doctora en hidrogeología y profesora de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, señala que este tipo de fenómenos se trata de “situaciones nuevas fruto de la configuración mundial que hemos desarrollado, donde los recursos que necesitamos son finitos”.
En ese sentido, la también directora académica del Centro Avanzado Para Tecnologías del Agua (CAPTA) explica que “las situaciones extremas, en los escenarios de cambio climático (CC) proyectados, podrán ser más frecuentes y todos los países deberían asegurar una gestión que permita hacer frente a situaciones tan extraordinarias, considerando no solo el abastecimiento a la población, sino las necesidades agrícolas y productivas”.
La académica plantea que “los embalses son una de las diferentes opciones que tenemos para gestionar los recursos hídricos, pero no podemos descansar solo en estas para los escenarios actuales y futuros. Para nuestra seguridad hídrica es necesario diseñar planes que contemplen una variedad de opciones que puedan responder de forma eficiente y en base a las necesidades territoriales de agua. No es suficiente tener un plan b, necesitamos varios planes que interactúen y respondan a las varias posibilidades que se puedan configurar”.
En cuando a la situación actual, la profesora Daniele detalla que “la situación de los embalses, de forma general, ha mejorado con las precipitaciones, pero igualmente se dan situaciones locales que son preocupantes. Por ejemplo, el volumen embalsado en peñuelas no ha variado y hay varios embalses bajo el 20% de sus capacidades… En mi opinión, en este mundo tan cambiante y variable, las soluciones modulares y desde la perspectiva local puede que sean más eficientes para enfrentarnos al cambio climático y preservar nuestro entorno del cual dependemos«.