Washington restringió las inversiones estadounidenses en el sector tecnológico de China, alegando el supuesto interés de Pekín por ‘contrarrestar las capacidades de EEUU y sus aliados’. Mientras tanto, los propios norteamericanos reconocen que tales medidas no pueden hacer frente al crecimiento de la industria china de altas tecnologías
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El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, firmó el 9 de agosto una orden ejecutiva destinada a frenar el crecimiento de tecnologías sensibles en China, como los semiconductores, la microelectrónica, la computación cuántica y ciertas capacidades de inteligencia artificial.
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Sin embargo, «China no necesita capital estadounidense y puede financiar todo lo que quiera», según comentó Paul Craig Roberts, economista y escritor estadounidense, que fue también subsecretario del Tesoro en la administración Reagan, reflexionando sobre la iniciativa de la Casa Blanca.
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«La orden de Biden podría reflejar simplemente una postura para parecer duro o podría ser producto del deseo de los neoconservadores de atizar los conflictos entre EEUU y las dos potencias —China y Rusia— que sirven de freno al unilateralismo de Washington», explicó el economista.
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Además, el analista destacó que muchos de los científicos chinos se formaron en los Estados Unidos, mientras que los conocimientos científico-tecnológicos están ahora disponibles en revistas revisadas por sus pares y en los contactos entre científicos. «En otras palabras, hay pocos secretos», subrayó.
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De acuerdo con el especialista, gran parte de la fabricación estadounidense para el mercado nacional reside en China, por lo que «una verdadera guerra comercial privaría a las empresas norteamericanas, como Apple, de productos para vender en los mercados de EEUU y, por lo tanto, daría lugar a una disminución de sus ingresos».
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Además, continuó, Pekín es el mayor acreedor de Washington, y si se deshiciera de sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense, «se produciría el caos». De esta forma, enfatizó el interlocutor, «nos guste o no, China lleva la delantera en el juego de ‘ojo por ojo’ que se está desarrollando«.
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¿Cómo podría China tomar represalias?
En respuesta a la medida adoptada por la Casa Blanca, los dirigentes chinos advirtieron de que las restricciones a la inversión «socavarán gravemente los intereses de las empresas e inversores chinos y estadounidenses» y reducirán «la confianza de la comunidad internacional en el entorno empresarial estadounidense», conforme con Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington.
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«Seguramente las nuevas disposiciones de EEUU serán un boomerang para la economía de ese país, sobre todo para el sector de la alta tecnología», explicó a Sputnik Fabio Massimo Parenti, profesor asociado de economía política internacional y estudios globales en la Universidad de Asuntos Exteriores de China.
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En opinión del profesor, la raíz de esas iniciativas antichinas es que «Estados Unidos y el Occidente colectivo perdieron su primacía a nivel mundial, y ahora están tratando de destruir la forma neoliberal de la globalización, ofreciendo la nueva versión de la Guerra Fría.»
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«El comercio convertido en armas es una vieja historia bajo los presidentes de EEUU, y también es parte del pasado durante la Guerra Fría», enfatizó el experto.
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El experto citado llamó la atención sobre el hecho de que dichas medidas podrían afectar a la rentabilidad de las empresas estadounidenses, estropear las relaciones con China y dificultar su acceso al gran y lucrativo mercado de la República Popular.
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Como ejemplo, el analista aludió a la reciente decisión de Pekín de imponer restricciones a las exportaciones de tierras raras. La prohibición china de exportar galio y germanio, dos elementos esenciales para fabricar chips semiconductores, entró en vigor el 1 de agosto y causó escalofríos entre los fabricantes estadounidenses, dado que China produce más del 80% del galio y el 60% del germanio del mundo.
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«Si EEUU mantiene este enfoque [de reducir las inversiones] China se irá organizando para limitar gradualmente el acceso al mercado de las empresas estratégicas estadounidenses, y puede tomar represalias sobre otras exportaciones de materias primas (…) que afectarán, por ejemplo, a la transición verde tanto en Europa como en EEUU», señaló Perenti.
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El Occidente, prosiguió el experto, «depende mucho del mercado y los proveedores chinos y no es capaz de reemplazarlos de manera fácil». Y este proceso de sustitución y deslocalización «llevará muchos, muchos años en un sistema político, muy inestable, tanto en Europa como en Estados Unidos», añadió.
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Conforme con el analista, todo el conjunto de acciones estadounidenses —empezando por las restricciones a la industria china de semiconductores y terminando con la prohibición de inversiones— «están acelerando de facto el proceso de independencia tecnológica de la República Popular respecto a Estados Unidos».
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Y con el tiempo, resumió Parenti, las medidas de Washington «podrían impulsar indirectamente la competitividad tecnológica de China frente a EEUU y contribuir así a la reorganización geopolítica en el curso hacia un orden mundial multipolar más equitativo».