La inmunidad a los antibióticos es una amenaza creciente para la salud mundial. En 2019, causó más de 1,27 millones de muertes en todo el mundo y se proyecta que la resistencia antimicrobiana podría contribuir a diez millones de muertes al año para 2050.
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Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones bacterianas y su uso indebido y excesivo contribuye a la aparición de bacterias que albergan genes que les permiten resistir el poder letal de esos fármacos. Esto, a su vez, dificulta el tratamiento de ciertas infecciones.
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Se sabe desde hace tiempo que dicha tolerancia se transmite principalmente a los seres humanos a través del agua o los alimentos contaminados. Pero un reciente estudio aparecido en la revista The Lancet sugiere que esta no es la única vía y que la contaminación atmosférica también puede estar propagando la resistencia a los antibióticos.
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El equipo investigador, formado por profesionales chinos y británicos, se centró específicamente en el tipo más peligroso de polución del aire: la PM2,5. Se trata de partículas con un diámetro de 2,5 micrómetros, aproximadamente el 3% del diámetro de un cabello humano. Las PM2,5 no se ven a simple vista y pueden inhalarse fácilmente.
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Cotejaron los resultados de 12 ensayos realizados en 116 países, entre los cuales estaban Reino Unido, EEUU, India y Australia.
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Descubrieron que la resistencia a esos medicamentos aumentaba al mismo tiempo que las concentraciones de PM2,5 en el aire. Cada aumento del 10% en la concentración de PM2,5 se relacionó con un aumento global del 1,1% en la resistencia a los antibióticos y 43.654 muertes por infecciones bacterianas tolerantes a los antibacterianos.
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Según el informe, los niveles más altos de resistencia se registraron en el norte de África y Asia occidental. Estas zonas también presentaban una contaminación por PM2,5 más grave. En comparación, Europa y Norteamérica, que tenían los menores niveles medios de polución por PM2,5, también registraron niveles más bajos de inmunidad.
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Por ejemplo, el aumento de tan solo un 1% de las PM2,5 en todas las regiones se asociaba a la subida de la tolerancia de la Klebsiella pneumoniae —una bacteria que suele propagarse en los hospitales causando neumonía, meningitis, infecciones urinarias e incluso cáncer— a múltiples antibióticos, informa el artículo.
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Otros informes demostraron que la polución del aire es un factor de riesgo igualmente para la tuberculosis, enfermedad causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis que también logró desarrollar inmunidad a múltiples medicamentos de ese tipo.
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Así, un estudio realizado en Hong Kong igualmente reveló una asociación entre la exposición al aire libre a las PM2,5 y la tuberculosis. Descubrió también que un aumento de las concentraciones de PM2,5 durante el invierno se asociaba con un ascenso del 3% en el número de casos de tuberculosis en las siguientes estaciones, es decir primavera y verano.
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Sin embargo, los mecanismos subyacentes que pueden contribuir a la propagación de la resistencia antimicrobiana en la contaminación atmosférica siguen sin estar claros, aunque el vínculo entre ambos es evidente. Los ensayos citados no hacen sino reforzar los argumentos para mejorar urgentemente la calidad del aire y reducir la polución en todo el mundo.
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