Columna de Valdir da Silva Bezerra | El tablero cambiante de África: nuevas potencias externas y la creciente subjetividad de la región

La actual inestabilidad política en Níger y el deterioro de la influencia europea en África ha sido una de las principales agendas de discusiones en tiempos recientes. Mientras tanto, potencias como China y Rusia ganaron cada vez más espacio en el continente.
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En cuanto al caso de Níger, alrededor del 15% de todo el uranio utilizado por Francia en sus centrales nucleares proviene del país africano, que también representa una quinta parte del volumen total de uranio de la Unión Europea (UE). Al mismo tiempo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Níger se encuentra entre los tres peores del mundo, indican datos de la ONU de 2021.
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De hecho, la anterior élite política en Níger, encabezada por el presidente depuesto Mohamed Bazoum, según denuncias, se apropiaba justamente de la riqueza del país con el aval de las potencias occidentales, habiendo sido destituida por un movimiento político-militar con fuerte connotación popular y que cuenta con el apoyo de sus vecinos africanos. Antes de esa situación, la misma Francia, según la junta militar hoy al frente de Níger, habría dado indicios de que podría organizar una intervención internacional para estabilizar la situación en el país y reponer al expresidente.
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Ahora bien, más allá de la inestabilidad en Níger, lo cierto es que los cambios ocurridos en la economía y en la política mundial en las últimas décadas han sido tan significativos que el continente africano ha vuelto a adquirir su importancia geopolítica internacional y las grandes potencias no se han mostrado ajenas a esa realidad.
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Europa, a su vez, ve su posición cada vez más debilitada en África. En resumen, la pérdida de influencia europea en la región tiene raíces históricas. Después de todo, en el período de expansión del colonialismo europeo en África a partir del siglo XV, una de las principales motivaciones fue precisamente la obtención de materias primas y recursos naturales del continente sin preocuparse por la calidad de vida de sus habitantes.
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Además, Francia, país más directamente involucrado en la crisis en Níger, fue uno de los que más participó en las intervenciones militares en el norte de África en defensa de los intereses geopolíticos de Occidente, como en el caso del calamitoso bombardeo de Libia en 2011 cometido por la OTAN. Acciones desastrosas como esta por parte de potencias europeas, causa cambios de régimen por la fuerza que resultan en crisis migratorias, inestabilidad política y en el empobrecimiento de países enteros, poniendo en jaque justamente el enfoque pseudohumanista de Occidente.
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En vista de este escenario de derrocamiento moral de los europeos, el espacio ha estado abierto para que Rusia y China ganen cada vez más influencia en África a lo largo de los tiempos recientes. El presidente chino, Xi Jinping, por ejemplo, en el marco de su Nueva Ruta de la Seda, concedió incentivos a empresas estatales chinas para que invirtieran en todo el continente africano, sobre todo en la construcción de carreteras, puertos y ferrocarriles que aspiraban modernizar diversos países de la región.
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© Sputnik / Igor Aleyev
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Como resultado, China ganó bastante influencia política y prestigio ante los líderes africanos. Dado que África posee desconfianzas bastante razonadas en cuanto a los países occidentales debido a su turbulento pasado histórico y colonial, no es sorprendente que las inversiones chinas hayan sido recibidas con mayor entusiasmo.
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No obstante, no solo China ha aumentado su presencia en el continente africano en los últimos tiempos. Rusia también está tratando hacer lo mismo. En beneficio de Moscú se encuentra el hecho de que el continente africano aún mantiene viva en la memoria la ayuda ofrecida por la Unión Soviética durante la Guerra Fría para los procesos de descolonización de África frente a las antiguas metrópolis europeas. Por sí solo, este historial ofrece un gran capital político para Rusia en su relación con los líderes africanos. No en vano, en el contexto de las sanciones occidentales aplicadas al país en 2022, Rusia amplió el alcance de su política exterior hacia África, acercándose al tal llamado sur global.
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Además, recientemente Rusia prometió a los líderes africanos asegurar el suministro de granos necesarios al continente, atendiendo así a la demanda de seguridad alimentaria regional. En los primeros seis meses de 2023, por ejemplo, Rusia exportó alrededor de 10 millones de toneladas de granos a África. Además, aun en 2023 el comercio de productos agrícolas entre Rusia y el dicho continente creció en torno al 60%.
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Otra de las cuestiones que refleja la cercanía entre rusos y africanos en los últimos tiempos son las interpretaciones en cuanto al conflicto en Ucrania. Ahora bien, el plan de paz para Europa Oriental, elaborado por los líderes de África, sugiere justamente la suspensión de la orden de detención a Putin emitida por la Corte Penal Internacional, así como el levantamiento de las sanciones unilaterales aplicadas por Occidente contra Rusia. Europa, que deseaba que África siguiera sus dictados con respecto a la condena de Moscú, vio frustrados sus planes, sobre todo por la exitosa celebración de la Cumbre Rusia-África, que tuvo lugar a finales de julio en San Petersburgo.
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En el transcurso de la cumbre, de hecho, quedó claro que Rusia y África abogan por la multipolaridad en las relaciones internacionales, reiterando la necesidad de establecer relaciones cada vez más estrechas, tanto en el ámbito comercial como político. Tal escenario se tornó incluso más ventajoso para el aumento de la influencia de los BRICS en África. Después de todo, vale la pena recordar que algunos países africanos, como Egipto, Túnez y Etiopía, por ejemplo, ya han expresado su intención de unirse a los BRICS, demostrando su creciente interés por el bloque en un escenario de marcado descrédito de las potencias europeas en la vista del sur global.
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No obstante, el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS ya ha marcado su presencia en África. Además de su oficina regional en Sudáfrica, Egipto es hoy uno de los miembros de la institución, ampliando así el alcance global del Banco. Además, en la próxima cumbre de los BRICS, que tendrá lugar en Sudáfrica a finales de agosto, cuestiones como la expansión del grupo, incluyendo la adhesión de otros países africanos al bloque, seguramente deberán formar parte de la agenda.
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Todo esto sirve para demostrar que, en el despertar de esta nueva era, África está rumbo a convertirse en un espacio cada vez más importante en el escenario global. Esta vez, a diferencia del pasado, esa importancia se dará no más por la explotación de sus recursos naturales por las potencias colonialistas europeas, recado ya dado por Níger, sino por su cooperación con nuevos polos de poder como Rusia, China y el mismo grupo BRICS en la construcción de un mundo verdaderamente multipolar.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Valdir da Silva Bezerra – Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Miembro del Grupo de Investigación sobre Relaciones Internacionales en Asia de la Universidad de Sao Paulo (NUPRI-GEASIA). Investigador del Grupo de Estudios sobre los BRICS de la Universidad de Sao Paulo (GEBRICS-USP)

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