Escuchar a diferentes mandatarios o dirigentes políticos, no sólo en Chile, señalando que “hemos escuchado la voz del pueblo” es algo que hoy se ha vuelto una cuña carente de realidad. Un cambio de gabinete ministerial responde a la presión que ejerce la sociedad frente a un espacio de fragilidad en la gestión de cualquier gobierno. Hitos, que intentan marcar un antes y un después, que pretenden resignificar heridas que dejan aquellas decisiones políticas no acertadas.
Ahora, la pregunta más pertinente es ¿si efectivamente este cambio ministerial va en la línea de las ‘necesidades de la ciudadanía’? como lo expresó la vocera de Gobierno, ministra Vallejos, y, desde luego, si tiene relación con el cumplimiento del programa de Gobierno. Lo que está claro es que el ajuste ministerial se detona, probablemente, por la necesidad de mostrar cambios en la conducción del gobierno y con ello alinear a las fuerzas oficialistas y completar el vacío dejado por el ex ministro Jackson, pero más allá de los ajustes realizados, la pregunta inicial es ¿se lograrán cambios reales en la conducción política del gobierno? Porque siendo realistas, a la hora de analizar los efectos a partir de los hechos, es un cambio ministerial con tono maquillado.
Los cambios significativos, se logran a partir de un ajuste integral y con efectos en el espacio más político y más enfocado a las necesidades de las personas, aunque el efecto valor social no distinga tanto. Entonces ¿cuál es el espacio decisional del presidente como prerrogativa? sin duda que debe ‘escuchar’, pero otra cosa muy distinta es intentar justificar ‘las necesidades de la ciudadanía’ a través de este ajuste ministerial.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Dr. Luis Martínez Cerna – Director Escuela de Gobierno y Comunicaciones, U. Central
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