Revelan uno de los misterios de las momias más antiguas del mundo

Las milenarias momias Chinchorro del desierto de Atacama en Chile se caracterizan, entre otras cosas, por la pintura negra a base de manganeso que las ornamenta. Una reciente investigación descubrió de dónde obtenían el mineral los antiguos pobladores de la región para esta práctica, lo que cambia las hipótesis que se manejaban hasta la actualidad.
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Por Alexis Polo González
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La cultura chinchorro que habitó en la región costera del norte chileno poseía una desarrollada práctica de momificación de sus cadáveres. Algunas de sus momias tienen más de 7.000 años, por lo que son consideradas las más antiguas del mundo. Antecedieron en esta práctica a la civilización egipcia en casi 3.000 años.

«Era un elaborado culto a los muertos y contenía amplios conocimientos de anatomía humana», explicó el doctor en Antropología Física, Bernardo Arriaza, del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá.

Con financiación de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, un grupo de investigadores, tanto chilenos como internacionales, liderados por Arriaza, descubrieron las posibles fuentes de manganeso utilizadas por los chinchorro como colorante para preparar a sus difuntos para la otra vida.
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El antropólogo explicó que el estudio deja en evidencia que los chinchorro «no requerían desplazarse para recolectar manganeso como planteaba una hipótesis previa», sino que el entorno donde habitaban proveía las materias para preparar a sus difuntos. La cultura chinchorro perteneció a las poblaciones costeras que habitaron el litoral del desierto de Atacama, desde Ilo en Perú hasta Antofagasta en Chile, entre los años 7020 y el 1500 a. C., aproximadamente.
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Hoy esa zona es bastante árida, pero en el pasado el afloramiento de aguas subterráneas habría facilitado el asentamiento de este grupo humano, mayormente dedicado a la pesca.
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En una de sus investigaciones, Arriaza sostiene que los chinchorro tuvieron una existencia marítima sedentaria a lo largo de la costa del Pacífico. Prueba de ello son la construcción de viviendas y poblados con estructuras permanentes, pero también dos fenómenos que no son propios de los grupos nómades: el establecimiento de cementerios y la momificación artificial.
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Bernardo Arriaza señala la cartografía del manganeso usado por los chinchorro
© Foto : Gentileza Bernardo Arriaza
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El reciente estudio dirigido por Arriaza contribuye a despejar grandes interrogantes respecto de dónde los Chinchorro extraían el pigmento de manganeso o si este era un material exótico de difícil adquisición o más bien un mineral recurrente.
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El investigador explicó que durante la investigación encontraron y registraron a través de diferentes técnicas muchos recursos de manganeso de «diferentes niveles de calidad».
«Nos ha permitido descubrir que todo este material es bastante recurrente en algunas zonas», explicó el investigador, en referencia a los yacimientos mineralógicos cercanos a la desembocadura del río Lluta, sobre el Pacífico, y en los valles bajos de Arica (norte), donde vivían los antiguos chinchorro.
Los resultados del descubrimiento de fuentes de manganeso fueron publicados en la prestigiosa revista Journal of Archaeological Science: Reports.
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El antropólogo Bernardo Arriaza en el laboratorio
© Foto : Gentileza Bernardo Arriaza

Extracción del manganeso y cosmovisión chinchorra

El pigmento negro extraído del manganeso, utilizado para ornamentar los cuerpos de los difuntos durante el proceso de momificación, se convirtió en esencial en la cosmovisión de los chinchorro, puesto que era un material muy recurrente, expuso Arriaza. «Lo refinaron, lo extrajeron. Lo utilizaron por múltiples generaciones y de forma bastante generosa para pintar los cuerpos de bebés recién nacidos».

«Este pigmento negro fue un eje central dentro de varios aspectos: en lo económico, de procesarlo, extraerlo, manejarlo, de cómo se organizaba también la sociedad y del aspecto ideológico. Formó parte de una cosmovisión muy compleja», agregó.

Arriaza explicó que la naturaleza ya había hecho la acción de moler, de fracturar las grandes rocas de manganeso y crear sedimentos más finos, los que fueron utilizados por los chinchorro para la momificación.
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«En la cultura chinchorro no hay grandes martillos ni grandes canastos, por ejemplo, para la extracción del manganeso. ¿Por qué? Porque la naturaleza ya estaba haciendo la molienda previa. Entonces, las poblaciones chinchorro podían extraerlo de manera muy fácil en diferentes lugares de Arica y Parinacota y sus alrededores», sostuvo el antropólogo.
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No obstante el lugar central en su cosmovisión, la utilización de este material trajo consigo algunos riesgos para los chinchorro debido a la exposición que tuvieron frente al polvo y las partículas del mineral.
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Arriaza explicó que, debido a la constante utilización del manganeso, mineral que es potencialmente neurotóxico, se habrían expuesto a problemas respiratorios.
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Para contrastar esta hipótesis, investigadores de la Universidad de Tarapacá estudian colecciones arqueológicas y bioarqueológicas del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, donde se alberga a las momias chinchorro.
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El 2021, el Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) decidió incluir los asentamientos y momificación artificial de la cultura chinchorro en la Lista del Patrimonio Mundial.
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