Alrededor de 1.200 combatientes del movimiento palestino Hamás entraron en asentamientos israelíes durante el ataque del 7 de octubre, declaró el jefe adjunto del buró político de Hamás, Saleh al Arouri.
Un total de «1.200 combatientes de Al Qassam, brazo militar de Hamás, entraron en los asentamientos y en poco tiempo capturaron la división de Gaza del Ejército israelí», declaró al Arouri al canal de televisión Al Jazeera.
Destacó que antes del ataque el movimiento preparó un plan de defensa que, según él, es mucho más fuerte que el ofensivo.
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A su vez, el portavoz de las brigadas de Al Qassam, Abu Obeida, reveló que los combatientes de Hamás lanzaron 4.500 misiles contra Israel al comienzo de la operación el 7 de octubre, unos 3.500 de ellos contra asentamientos cercanos a la Franja de Gaza.
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«La idea de la batalla Diluvio de Al Aqsa surgió tras el final de la operación Espada de Jerusalén en 2021», señaló el portavoz en el comunicado.
Hamás «consiguió más durante el Diluvio de Al Aqsa de lo que pensó y planeó en un principio», agregó.
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En la mañana del 7 de octubre, el movimiento palestino Hamás lanzó un ataque sin precedentes contra Israel desde la Franja de Gaza. El Ejército israelí informó de miles de cohetes disparados desde el enclave y la infiltración de decenas de palestinos armados en las zonas fronterizas del sur de Israel.
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En respuesta al ataque sorpresa de Hamás, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron la Operación Espadas de Hierro. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en su primera declaración pública sobre el ataque palestino, declaró que el país «está en guerra». En las primeras cuatro oleadas de ataques aéreos, Israel lanzó unas 2.000 municiones y más de 1.000 toneladas de bombas sobre Gaza.
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El 9 de octubre, Israel impuso un bloqueo total a la Franja de Gaza, cortando los suministros de electricidad, combustible, alimentos y agua.