El conflicto palestino-israelí está en el centro de la atención internacional en los últimos días. Mientras tanto, el principal socio político de Israel, Estados Unidos, condenó enérgicamente las acciones del grupo Hamás desde los ataques del 7 de octubre.
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Como resultado, la política exterior de Washington hacia Israel ha recibido el apoyo de un sector muy influyente de la sociedad estadounidense, a saber, el electorado evangélico.
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Los cristianos evangélicos son uno de los bloques de votantes con más poder político en Estados Unidos, especialmente en los estados tradicionalmente republicanos. En 2016, más de una cuarta parte de todos los votantes estadounidenses se identificaron como cristianos evangélicos.
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Por eso, durante la reciente administración de Donald Trump (2017-2021), por ejemplo, se dio especial relevancia a ciertos preceptos basados en la interpretación evangélica de la Biblia en la formulación de la política exterior estadounidense.
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Esto se debe a que muchos creyentes en EEUU (como en otras partes del mundo) creen que la Biblia ofrece una hoja de ruta profética para la vida moderna y que los acontecimientos descritos en sus escrituras sagradas se harán realidad en algún momento.
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Para los evangélicos en particular, quizá la más importante de las profecías bíblicas sea la segunda venida de Jesucristo a la Tierra. Dentro de esta profecía, a su vez, se le otorga a la ciudad de Jerusalén un papel esencial en el desarrollo de los acontecimientos relacionados con los últimos tiempos.
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En la época de Donald Trump, el presidente estadounidense se reunía a menudo con influyentes predicadores evangélicos para discutir las acciones más apropiadas que la Casa Blanca debía tomar para cumplir las disposiciones de la Biblia. Esto llevó a la decisión en 2018 de abrir una nueva embajada estadounidense en Jerusalén, coincidiendo con el 70.° aniversario de la Declaración de Independencia de Israel.
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Esto lleva también a la creencia por parte del electorado evangélico estadounidense de que el regreso de todo el pueblo judío a Israel es una de las condiciones previas que desencadenarán la segunda venida de Jesucristo. Y aquí, cuando decimos Israel, nos referimos también a ciertos territorios disputados por el pueblo palestino.
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Por lo tanto, de acuerdo con una interpretación propiamente teológica, es imperativo que Estados Unidos ayude a Israel y castigue a las naciones que se vuelvan contra los israelíes. Al fin y al cabo, basándose en el texto bíblico, la propia existencia e integridad territorial de Israel es un requisito básico para que se desarrollen los últimos acontecimientos de la historia humana.
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Por supuesto, en este contexto, no se trata solo de aspectos religiosos. Gran parte de las disputas que vemos hoy en Oriente Medio se deben también a antiguas discordias, muchas de ellas relacionadas con el propio proceso de creación del Estado de Israel.
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Esto se debe a que, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la ONU dividió el entonces Mandato británico de Palestina, donde vivía más de un millón de árabes, en dos estados separados, dando a los judíos perseguidos en Europa una patria, pero confiscando al mismo tiempo gran parte de la tierra donde vivía originalmente el pueblo palestino.
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Los cristianos evangélicos, por su parte, veían todo este proceso como el cumplimiento de la profecía bíblica de la reunión del pueblo judío en la actual tierra de Israel, que debería preceder a la segunda venida de Cristo. Desde entonces, grupos como Hamás han estado luchando contra los israelíes, intentando reconquistar estos territorios perdidos y confiscados en el pasado, contando con Irán como uno de sus mayores apoyos.
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Además, Irán también desempeña un papel importante en ciertas teologías evangélicas relativas a los acontecimientos recientes. De acuerdo con estas teologías, si EEUU quiere estar en el lado correcto de la profecía bíblica (y, por tanto, de la historia), tiene que hacer todo lo posible para proteger a Israel y castigar a Irán.
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Sin embargo, esta interpretación también se ve reforzada por la historia contenida en el libro bíblico de Ester, que trataba de una conspiración para destruir a los judíos de Persia (el actual Irán), con Ester salvando a los judíos al persuadir insistentemente a los gobernantes de su época.
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De este modo, incluso en modo figurativo, la política exterior estadounidense ha asumido tradicionalmente el papel de Ester, con el objetivo de ayudar a salvar al pueblo judío (en última instancia, al Estado de Israel) de la amenaza iraní y de la amenaza de las naciones árabes circundantes.
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En este sentido, cuando el expresidente Trump aprobó el ataque con drones que mató al comandante superior militar de Irán (Qasem Soleimani) en enero de 2020, se consideró una medida prudente y preventiva contra uno de los principales enemigos de Israel.
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La muerte de Soleimani contó con el apoyo tácito tanto de los evangélicos estadounidenses como de algunos judíos, dado que ambos ven en Irán una amenaza existencial para el pueblo judío.
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No obstante, también hay que decir que, independientemente del partido político al que pertenezca el presidente, la Casa Blanca ha permitido tradicionalmente que ciertos mandatos e interpretaciones de la Biblia informen sus acciones de política exterior, especialmente en lo que se refiere a la ayuda y el apoyo incondicional a Israel en Oriente Medio.
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Por eso Washington es visto, especialmente por los árabes, como un actor con intereses geopolíticos sesgados, y como uno de los principales responsables de las injusticias cometidas en el pasado contra los palestinos.
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Sin embargo, para los cristianos evangélicos de Estados Unidos, que seguirán siendo una base popular considerable, lo importante es que la Casa Blanca siga estrictamente la profecía bíblica si quiere estar en el lado correcto de la historia.
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Dado esto, en 2024 cabrá afirmar que el candidato cuyas promesas mejor se ajusten a estas profecías (especialmente en lo que respecta a Israel) será el que cuente con los valiosos votos del que es uno de los grupos electorales más influyentes de Estados Unidos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Valdir da Silva Bezerra – Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Miembro del Grupo de Investigación sobre Relaciones Internacionales en Asia de la Universidad de Sao Paulo (NUPRI-GEASIA). Investigador del Grupo de Estudios sobre los BRICS de la Universidad de Sao Paulo (GEBRICS-USP)
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