Un triunfo cultural y educativo: Más de 360 escolares participaron en la segunda Escuela de Verano Indígena

Con el sonido vibrante de kultrunes y danzas ceremoniales de Llellipun, las cuales marcaron el inicio de cada jornada, la segunda edición de la Escuela de Verano Indígena cerró sus puertas dejando tras de sí una estela de conocimiento, cultura y alegría. La iniciativa, liderada por la Subdirección de Pueblos Indígenas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, en colaboración con las Universidades del Bío-Bío y de la Frontera, reunió a más de 360 escolares, en su mayoría mapuche, durante tres intensos días en Nueva Imperial y Pitrufquén.

Esta significativa iniciativa educativa intercultural, con enfoque mapuche, se erige como un faro de oportunidades para escolares de séptimo a cuarto medio, provenientes principalmente de comunidades rurales. Profesores y estudiantes universitarios viajaron a la zona para compartir el fascinante mundo de la academia, ofreciendo talleres de ciencia, ingeniería y tecnología, una feria vocacional innovadora y actividades lúdicas.

Los niños y niñas, envueltos en la alegría de aprender, participaron entusiastas en experiencias como crear su propio asteroide, talleres de biodiesel, jabones y cremas, el diseño e impresión 3D, el uso del chat GPT, la creación de videojuegos, el análisis del agua, entre otros cursos y disfrutaron de dinámicas grupales y cuentos en mapuzungun (Epew).

La presencia de lonkos, machis, padres y madres de los escolares, junto con los decanos de las facultades participantes, enriqueció el encuentro. Dos trawün, uno en cada localidad, sirvieron como espacios abiertos de diálogo, donde se compartieron saberes, visiones y aspiraciones. La realización de la ceremonia inicial de Llellipun contribuyó a la armonía y éxito del evento.

La profesora mapuche Doris Sáez Hueichapán, académica de ingeniería eléctrica de la U. de Chile e integrante de la Subdirección de Pueblos Indígenas de la Facultad de Ciencias Física y Matemáticas de la nuestra casa de estudios, una de las creadoras de esta iniciativa, destaca la importancia de esta experiencia única. «Me pareció maravillosa esta versión, siento que, en los niños, los profesores, todos los que estamos acá, hay mucha más armonía, un ambiente muy grato y los niños están muy motivados con esta actividad. Es una manera de sembrar una semilla en ellos para que después sigan los estudios que ellos quieran y además sientan que se la pueden y eso es bien interesante en estas comunidades que están tan alejadas de la universidad».

Las palabras en mapudungun resonaron fuertemente, recordándonos el valor de la diversidad cultural y la importancia de mantener viva la lengua ancestral. En palabras de Paola Bustos, académica de la Universidad del Bío-Bío, «La ingeniería ha estado por mucho tiempo alejada de la sociedad, y esta es una excelente oportunidad para acercarla. Queremos mostrarles que podemos compartir saberes y aprender mucho de ellos».

El compromiso social y el enfoque en despertar vocaciones en comunidades indígenas fueron elogiados por las autoridades presentes, incluyendo los alcaldes de Nueva Imperial y Pitrufquén, César Huerta y Jacqueline Romero, respectivamente; y los decanos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Francisco Martínez; de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de la Frontera, Jorge Farías; y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Bío-Bío, Patricio Álvarez.

Para el decano de FCFM, profesor Francisco Martínez, esta fue una experiencia fantástica. «Realmente me emociona que nosotros seamos los creadores de esta iniciativa. Los recuerdos de la primera versión me quedaron por mucho tiempo dando vueltas y creo que esto es para largo. Esta es una iniciativa que tiene muchas expectativas, pero también muchos desafíos y de a poco vamos a ir construyendo. Estoy confiado en captar la energía que tiene el pueblo mapuche, captar la energía que tienen los jóvenes en la Facultad. Yo los veo empoderados, los veo orgullosos, trabajando en comunidad, cooperando entre ellos (…) Se está generando una lógica diferente de cómo se relacionan las personas y creo que los jóvenes son nuestra oportunidad, porque ellos, naturalmente lo sienten como algo que necesitan y que quieren vivirlo. Cuando se produce esta unión, realmente podemos entre todos levantar una manera de construir un país más unido«, agrega.

La segunda edición de la Escuela de Verano Indígena no sólo duplicó la cantidad de participantes, sino que también incorporó mejoras sustanciales, consolidándose como un espacio crucial para motivar y comprender la realidad de los niños de la ruralidad, contribuyendo así a la mejora de la educación en el país.

El decano de la UBB, Patricio Álvarez, en tanto, dice que esta iniciativa los «llena de satisfacción y nos anima a perseverar en esta iniciativa». Agrega que «buscamos generar condiciones para no solo atraer estudiantes de nuestros pueblos originarios, sino que, además que en el proceso, ellos sigan cultivando su cultura, no pierdan ese lazo y que ojalá al momento de graduarse sean profesionales con una característica que los haga entender de mejor forma, cómo la formación, cómo el conocimiento occidental puede ponerse al servicio de su cultura y particularmente de sus comunidades«.

En palabras de la profesora mapuche, Millaray Curilem, académica del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de la Frontera, esta iniciativa es muy relevante, pues Chile, está atrasado en la incorporación de los saberes ancestrales a la educación superior. «Esta ha sido una actividad muy linda que hacemos con mucho cariño. Es súper importante que nuestros estudiantes mapuche tengan esta posibilidad de ver lo que se hace en la universidad. Ojalá con el fin de motivarse y llegar a la universidad, pero sobre todo porque son estudiantes de comunas que en muchos casos, ya sea porque están alejadas de los centros geográficamente, o porque culturalmente tienen otros intereses, no está la universidad dentro de su espectro, entonces quisiéramos invitarlos a todos ellos«.

La profesora Curilem agrega que «esperamos que nuestros niños se vayan no solamente con la cabeza llena de ideas, sino que también con el pique, con el corazón lleno de entusiasmo, alegría y de sentimiento de que ellos también pueden lograr llegar a donde ellos quieran, a través de la academia, a través de los estudios, sin perder sus raíces».

La Escuela de Verano Indígena se consolida como un puente hacia la educación superior, fomentando la conexión entre instituciones educativas y comunidades indígenas. «La educación intercultural, se trata de que estas dos culturas, indígena y occidental se planteen desafíos en conjunto de manera horizontal, y que se pueda avanzar en el desarrollo nuevo conocimiento». «No es que una cultura aplaste a la otra», se trata, indica la profesora Doris Sáez, ideóloga de la iniciativa- de «respetar las dos culturas y, en ese sentido, se pueden llegar a soluciones más novedosasEste modelo de hacer y de pensar, en realidad no solamente favorece a las comunidades indígenas, favorece a todo el país, a toda la sociedad. Yo creo que es la solución a muchos problemas».

Así concluye la segunda edición, una experiencia que trasciende las aulas, sembrando semillas de conocimiento, respeto y entendimiento intercultural. Un encuentro que fortalece la identidad y promueve el buen vivir, Küme Mongen, para construir un futuro más inclusivo y armonioso.