Los insectos, como las polillas y las mariposas, han estado a nuestro lado desde hace milenios. Durante este tiempo, podrían haber aprendido a girar la cabeza hacia la dirección más luminosa. La Luna y las estrellas eran las principales fuentes de luz, lo que ayudaba a los insectos voladores mantener vuelo nivelado y hallar el camino hacia arriba.
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Las polillas pueden quedar atrapadas en la luz en lugar de sentirse atraídas por ella, según las conclusiones que se destacan en un reciente estudio publicado en la revista científica Nature Connections.
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Con el uso de la iluminación artificial, las polillas empezaron a inclinar la espalda hacia las farolas por la noche. Esto hizo que formaran bucles ininterrumpidos alrededor de la luz emitida por ellas, confiando en sus instintos evolutivos dominados durante millones de años.
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El Dr. Sam Fabian y su equipo de la Universidad Imperial de Londres utilizaron capturas de movimiento infrarrojos de laboratorio de alta resolución y grabaciones de video infrarrojos de alta velocidad para observar que las polillas y las libélulas dan la espalda a las fuentes de luz.
«Si la luz está por encima de ellos, pueden empezar a orbitarla, pero si está detrás, empiezan a inclinarse hacia atrás y esto puede hacer que suban y suban hasta entrar en pérdida… Más dramático es cuando vuelan directamente sobre una luz. Se voltean boca abajo y esto puede provocar caídas. Esto sugiere que la polilla está confundida sobre cuál es el camino hacia arriba», informó Fabian al diario británico The Guardian.
El estudio es el primero que demuestra este comportamiento de insectos nocturnos y sugiere por qué las polillas se sienten atraídas por las luces. Confirma que la contaminación lumínica es una razón de peso por la que el número de insectos disminuyó últimamente. Las polillas y otros insectos pueden quedar atrapados en las luces, lo que los convierte en alimento rápido para, entre otras criaturas, los murciélagos. La luz artificial también puede engañar a las polillas haciéndoles creer que es de día, lo que les indica que es hora de dormirse y no alimentarse.
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Según los autores de la investigación, hay que tener en cuenta la dirección de la luz a la hora de planificar e instalar la iluminación exterior; se aconseja evitar una dirección de la luminosidad hacia arriba, ya que son las más perjudiciales para los insectos.