El presidente Gabriel Boric, decidió excluir a Israel de una feria militar y ahora Tel Aviv analiza si mantiene la cooperación militar. En diálogo con la agencia de noticias Sputnik, dos expertos repasaron la importancia de un vínculo que tiene más de medio siglo y las consecuencias que podría tener para aviones y drones de la Fuerza Aérea de Chile.
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Por Sergio Pintado
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La decisión de Gabriel Boric, de excluir a Israel de la próxima Feria Internacional del Aire y del Espacio —que se realizará en Santiago entre el 9 y el 14 de abril— tensa la relación diplomática entre ambos países y podría comprometer décadas de cooperación entre ambos en materia de defensa.
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A poco más de un mes para el inicio del evento internacional, el Ministerio de Defensa de Chile notificó a través de un comunicado que la feria no contaría con empresas israelíes. El viernes 8, el propio Boric atribuyó la decisión a una cuestión «de principios» en repudio a los ataques de Israel a Gaza, defendiendo la idea de excluir a empresas que «de una u otra manera están siendo parte de aquello que criticamos».
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La decisión generó molestia en la Embajada de Israel en Chile. En declaraciones al medio Ex Ante, el embajador israelí en Santiago, Gil Artzyeli, aseguró que el Gobierno de Boric «está perjudicando décadas de buenas relaciones entre los Estados de Chile e Israel» y agregó que Tel Aviv evalúa mantener a su agregado militar.
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Al mismo tiempo, las empresas Camero, CTI-INT Solutions, Dagan-Optics, Elbit Systems, Israel Aeroespace Industries (IAI), Israel Weapons Indusries (IWI), Meprolight, MER-Group y Rafael presentaron un recurso ante la Justicia buscando revertir la resolución, aunque no tuvieron éxito.
«La decisión que ha tomado Boric está dentro de sus atribuciones constitucionales como conductor de la política exterior. El problema es que no hizo ninguna consulta al Consejo Asesor de Cancillería o a la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado o buscó un consenso con los demás partidos políticos», advirtió a Sputnik el analista político chileno Guillermo Holzmann.
El experto consideró que, más allá de que aún no hay una medida concreta, este diferendo «congela» el vínculo entre Chile e Israel y abre un impasse entre ambos países que, seguramente, Tel Aviv no intente revertir durante lo que queda del Gobierno de Boric, cuyo final de mandato está previsto para marzo de 2026.
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Para el analista, el enfriamiento del vínculo afectará a varias áreas de la relación bilateral, pero especialmente «al mantenimiento y los suministros que Chile necesita para temas de seguridad y defensa». Si bien sostuvo que los contratos firmados no se caerán, es muy probable que Chile «deje de ser la prioridad» de las empresas israelíes proveedoras de las Fuerzas Armadas chilenas.
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En diálogo con Sputnik, el analista en Defensa y editor de Zona Militar Juan José Roldán recordó que Chile e Israel «tienen una asociación histórica en temas de Defensa de hace más o menos 50 años», cuando en la década de 1970 el país sudamericano compró a Israel lanchas patrulleras en el marco de las tensiones que en ese momento mantenía con Argentina por la soberanía del Canal del Beagle, al sur del continente sudamericano.
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El analista recordó que, desde entonces, Israel se ha consolidado como «un importante proveedor de material y subsistemas para las fuerzas armadas chilenas». En la lista aparecen no solo los cascos israelíes para los pilotos de los F-16 chilenos sino el trabajo de empresas israelíes en la modernización de los aviones F-5 Tigre de la Fuerza Aérea de Chile y en el icónico Boeing 707 Cóndor que la FACh utilizó entre 1965 y 2022 y era considerado el mejor avión de América Latina en materia de guerra electrónica.
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Roldán apuntó además que la participación israelí no solo es clave para la provisión de material militar, sino también para el mantenimiento de otros sistemas como los tres drones Elbit Hermes 900 que Chile adquirió en 2011. «Eso requiere mantenimiento y se puede hacer en Chile, pero con asistencia israelí«, consignó el especialista.
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Tanto Roldán como Holzmann coincidieron en que, de perder a Israel como proveedor militar, no será sencillo encontrar un suministro alternativo en tiempos y precios convenientes para el país sudamericano.
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Holzmann recordó, en ese sentido, que los sistemas con los que ya cuentan las fuerzas armadas chilenas funcionan «bajo estándar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)», por lo que encontrar un mantenimiento alternativo implicaría sí o sí recurrir a países «del círculo de la OTAN». Eso, además, implicaría elevar significativamente los costos de funcionamiento de las fuerzas chilenas.
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El analista también subrayó que la afectación no se vería únicamente en lo militar, ya que la tecnología israelí también es clave para los controles satelitales de la agroindustria y la minería, entre otras áreas.