Cerca de 50 millones de personas viven con demencia en el mundo, cifra que podría alcanzar a más de 100 millones en 2050. Esta enfermedad afecta principalmente al sistema cognitivo, debido al deterioro en las funciones mentales superiores, las que son fundamentales para el procesamiento de la información y la realización de tareas cotidianas, como la alimentación.
Con el objetivo de fomentar la independencia de quienes viven con demencia, así como ofrecer un apoyo para sus cuidadores y cuidadoras, la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento de la Universidad de Chile generó la caja de herramientas “Estrategias para favorecer la alimentación y deglución de personas con demencia en etapas tempranas”.
Según el vicerrector de Investigación y Desarrollo de dicha casa de estudios y miembro del equipo redactor, Christian González-Billault, la Casa de Bello genera conocimiento que busca impactar positivamente en la vida de las personas.
En cuanto a los desafíos de la alimentación que enfrentan las personas con demencias, la autoridad destacó que “solo mejor evidencia, estrategias claras y concretas, podemos asegurar que esta actividad esencial para la vida humana, no solo sea posible, sino significativa y plena, mejorando la calidad de vida de miles de personas y sus familias”.
La elaboración de esta caja de herramientas fue liderada por la académica de la Facultad de Medicina, Jenan Mohammad, y contó con los conocimientos de más de una docena de especialistas de las facultades de Medicina, Ciencias Sociales y Odontología, además del Hospital Clínico Universidad de la Chile y del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos.
Alimentación y demencia: ¿cómo enfrentar este desafío?
Según la caja de herramientas, la alimentación es vital para el desarrollo de las personas, no solo para obtener una oportuna nutrición, sino también, para generar y formar parte de las interacciones sociales.
La demencia puede afectar al proceso de alimentación debido a los cambios cognitivos, conductuales, motores y sensoriales asociados con la memoria y la atención, así como en funciones ejecutivas del cuerpo y lenguaje.
“Por ejemplo, olvidar que comieron, rechazar comidas, dificultad para manipular utensilios, problemas para tragar, entre otros. Por otra parte, la alimentación es una actividad que acerca a las personas, por lo que cuando existen dificultades que la limitan, se tiende a excluir a las personas con demencia de las comidas sociales”, explicó la académica de la Facultad de Medicina, Jenan Mohammad.
Las dificultades en este proceso no solo afectan a las personas con demencia, sino que también impactan en la vida de sus cuidadores y cuidadoras. “El cuidado es a menudo una labor compleja y agotadora que recae desproporcionadamente en las familias y particularmente en mujeres”, complementó el vicerrector González-Billault.
A modo de conclusión, la profesora Mohammad añadió que “existe un desafío importante en la inclusión de las personas con demencia en la sociedad. Al ser la alimentación una actividad vital, es relevante incorporarla en los cuidados diarios que se debe tener con una persona con demencia, para asegurar que pueda mantener una alimentación saludable, segura y confortable y a su vez favorecer la independencia y autonomía”.
La caja de herramientas aborda siete ámbitos fundamentales: habilidades cognitivo-comunicativas, nutrición, deglución, tiempos de alimentación, ambiente para consumir alimentos, utensilios, mobiliarios y objetos de apoyo, y la rutina alimentaria.
Cada uno de estos puntos cuenta con un set de indicaciones, entre las que se destacan generar recordatorios para la alimentación y dividir los alimentos para ser repartidos durante diferentes momentos del día. Asimismo, se recomienda etiquetar los alimentos en la despensa, para favorecer la independencia y autonomía, y plantea una necesidad de sostener una higiene oral para prevenir bacterias, infecciones y posibles neumonías aspirativas.
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