Se estima que un 60% de los pacientes en lista de espera están aguardando por un riñón.
Cada segundo jueves de marzo se conmemora el Día Mundial del Riñón, una fecha que busca crear conciencia sobre la importancia de la salud renal y la prevención de enfermedades asociadas a estos órganos vitales, encargados de filtrar la sangre y eliminar los desechos y el exceso de líquidos del organismo.
En Chile, se estima que aproximadamente un 10% de la población adulta padece algún grado de enfermedad renal crónica (ERC), condición que representa un importante desafío para la salud.
La insuficiencia renal puede manifestarse a través de diversos síntomas, como la disminución en la producción de orina, retención de líquidos con hinchazón en las extremidades, fatiga, náuseas y confusión. El Dr. Rodrigo Orozco, nefrólogo de Clínica Universidad de los Andes, explica que los principales factores de riesgo incluyen la diabetes tipo 1 o 2, la hipertensión arterial y las enfermedades renales hereditarias.
«Esta patología afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes, limitando sus actividades cotidianas y aumentando el riesgo de complicaciones como problemas cardiovasculares, anemia y alteraciones óseas. Además, puede tener un fuerte impacto emocional, generando ansiedad y depresión», señala el Dr. Orozco.
Para prevenir esta enfermedad es importante mantener un control adecuado de la presión arterial y los niveles de glucosa, adoptar una dieta balanceada baja en sodio y grasas, y realizar actividad física regularmente.
Una de las alternativas terapéuticas para esta la insuficiencia renal es el trasplante de riñón. Esta intervención médica es altamente efectiva y permite a los pacientes con enfermedades renales crónicas recuperar su calidad de vida. Este procedimiento significa el 88% de los trasplantes en Chile.
El Dr. Erwin Buckel, jefe del Programa de Trasplantes de Clínica Universidad de los Andes, explica que las razones para realizar un trasplante varían según la edad del paciente: «en los niños, las principales causas están relacionadas con malformaciones en el sistema renal o enfermedades metabólicas. En los adultos, en cambio, la causa más frecuente son las enfermedades renales crónicas, que los lleva a depender de terapias como la hemodiálisis o la diálisis peritoneal para, finalmente, ser candidatos a trasplante».
Recibir un riñón trasplantado transforma radicalmente la vida de los pacientes. Aquellos que antes dependían de la diálisis para sobrevivir experimentan una mejoría notable en su bienestar físico y emocional, ya que recuperan la energía, el apetito, aumentan de peso y retoman sus actividades personales, laborales y sociales. Por su parte, las mujeres trasplantadas pueden quedar embarazadas y tener hijos, siempre bajo estricta supervisión médica.
En el caso de los niños, los beneficios son aún más evidentes, porque el trasplante permite un crecimiento y desarrollo normal.
«Es fundamental que los pacientes trasplantados sigan un tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo del órgano y adopten precauciones para no exponerse a infecciones graves», destaca el Dr. Buckel.
El trasplante de riñón no solo ofrece una segunda oportunidad a miles de personas, sino que también mejora significativamente su calidad de vida, permitiéndoles retomar sus actividades con normalidad.