- Nuestro país atraviesa una temporada de incendios forestales desafiante, donde el tradicional enfoque 30-30-30 está siendo reevaluado en favor de proporciones como 40-30-10. Miguel Castillo, académico de la Universidad de Chile, reconoce la importancia de factores como la humedad relativa y el viento en el tamaño de los siniestros, a pesar de que no cuenten con respaldo científico sólido. El profesor Roberto Garfias, en tanto, enfatiza la necesidad de prepararse para nuevos escenarios de fuego y enfrentar esta amenaza de una manera distinta debido a que hoy los incendios son mucho más agresivos y extremos que en el pasado.
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Chile enfrenta una temporada de incendios forestales marcada por condiciones climáticas desafiantes, donde la tradicional regla del 30-30-30 (una combinación de temperaturas superiores a 30°C, vientos sobre los 30 kilómetros por hora y una humedad relativa del ambiente inferior a 30%, que facilitaría la propagación de las llamas) está siendo desplazada por enfoques como el 40-30-10. El profesor Miguel Castillo, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (CFCN) de la Universidad de Chile, explica las implicaciones de este cambio.
Miguel Castillo destaca que, aunque la regla 30-30-30 ha sido útil para alertar a la comunidad, carece de respaldo científico concreto. En lugar de eso, se está considerando el enfoque 40-30-10. Este cambio de paradigma se vincula con las condiciones meteorológicas más severas, influyendo especialmente en la humedad relativa y el viento.
«Lo de la condición 30-30-30 siempre se habló, incluso a principio de este año, por una condición estacional de la meteorología local y las condiciones previas a un estado crítico que podría concitar los grandes incendios. Es un término que no está probado científicamente, pero tuvo un impacto mediático en la opinión pública porque se advertía que cuando estaba esa condición era presumible que podría haber mayores problemas«, dice el especialista.
Castillo señala que las condiciones meteorológicas cada vez más extremas están impulsando cambios en las estrategias. Aunque la proporción exacta puede variar, destaca la importancia de la humedad relativa y el viento en lugar de adherirse rígidamente a un valor específico. «Ahora, la proporción 40-30-10 o incluso algunos dicen 50-40-10 es relativa, pero lo que es claramente es cierto es que las condiciones meteorológicas están cada vez más severas”, agrega.
Los cambios en la humedad relativa, según Castillo, afecta el tamaño de los incendios. La humedad del combustible fino y muerto es clave, ya que menor humedad intensifica la combustión. Además, el viento influye significativamente en las operaciones de combate, destacando la importancia de adaptarse a condiciones cambiantes.
“Lo más sensible en el tamaño de los incendios va en directa relación -y eso sí está probado científicamente- con la humedad del combustible fino y muerto. Es decir, a menor contenido de humedad es presumible que la combustión sea más intensa y, por lo cual, al ser más intensa, se promueve la mayor tasa de propagación. Eso es válido para los pronósticos meteorológicos en incendios forestales, como también para los pronósticos de propagación”, explica el académico de la U. de Chile. «También el viento, indudablemente, influye mucho, sobre todo para las operaciones de combate y para la estrategia de control«, añade.
Po su parte, el profesor Roberto Garfias, académico del Departamento de Gestión Forestal y su Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, explica que más que hablar de proporciones es mejor ir al fondo del asunto.
«Hablar de índices es bien subjetivo. Es bueno tomar ciertos resguardos para realizar las políticas de prevención, pero lo importante es entender el fondo: hoy día los incendios son distintos a los de hace 20 o 30 años atrás. El comportamiento del fuego es mucho más extremo y, por lo tanto, la sociedad en general tiene que tomar conciencia de lo que significa un incendio, el daño y el flagelo que significa para la naturaleza y para los seres humanos también cuando entran a las zonas pre-urbanas», dice el profesor Garfias.
Nuevos escenarios de incendios: desafíos y oportunidades
Castillo subraya que las condiciones específicas de cada temporada requieren decisiones coyunturales operativas. A pesar de las incertidumbres, destaca la necesidad de prepararse para nuevos escenarios de incendios forestales. También señala que estos escenarios impactan en áreas como infraestructura, biodiversidad y aseguradoras, requiriendo un enfoque más integrado.
“El 40-30-10 no es un promedio que se dé para toda la temporada de incendios, se da solamente en olas de calor muy específicas. Este enfoque sirve para la programación diaria de operaciones y para las alertas preventivas. Para los medios de comunicación, para focalizar las campañas de prevención del riesgo, de la ocurrencia y la prevención de peligro para los agricultores, por ejemplo. Si hay una quema autorizada y se presenta una condición de esas características, como 40-30-10 o algo así, efectivamente puede servir para poder suspender el calendario de quemas controlada, pero no como para definir una estrategia a largo plazo, sino que, más que nada, a decisiones coyunturales operativas del momento”, dice el profesor Castillo.
A modo de reflexión final, el académico plantea que Chile debe estar preparado para nuevos escenarios de incendios, con repercusiones no solo en la gestión de incendios, sino también en áreas económicas y sociales. A medida que se enfrenta a estos desafíos, el país busca fortalecer la colaboración internacional y gestionar eficientemente los recursos aumentados (en casi un 47%) para esta temporada. En este contexto, la gestión de riesgos de desastre y la adaptación a condiciones cambiantes se perfilan como temas cruciales para el futuro.
«Tenemos que estar preparados como país a nuevos escenarios de incendios forestales que concitan mayores desafíos para todas las organizaciones que se encargan de la prevención, la supresión y el combate, porque los incendios forestales de ahora requieren un enfoque mucho más integrado. Ya no es solamente la propagación del fuego sobre la vegetación, sino sobre la infraestructura crítica. Un incendio forestal puede trasladarse a un problema de orden público, es decir, evacuados, muertos, infraestructura dañada, negocios y servicios dañados, pérdida de biodiversidad por el lado ecológico y, por supuesto, deterioro de la calidad de vida», advierte.
«También repercute fuertemente en los tramos y en las pólizas de las empresas aseguradoras, que poco se habla al respecto. Las compañías de seguros deben pensar cuáles van a ser sus modelos de pólizas para los próximos años. Ya lo están haciendo en otros países, ellas ven cómo, a pesar del gasto en protección, se siguen quemando millones de hectáreas. Eso es una una voz de alerta para el futuro cercano, sobre todo en nuestro país, que somos mirados como un ejemplo en Latinoamérica», afirma el académico. «En suma, escenarios de incendios forestales, gestión de riesgos de desastre y respuesta oportuna son los temas que tenemos que tener como matriz de estudios de aquí en adelante«, agrega el perito forestal.
El profesor Garfias, en tanto, agrega que, ante este cambio de escenario, es necesario que los ingenieros forestales se actualicen periódicamente para enfrentar de mejor manera esta amenaza latente. «Entonces, me parece que más que hablar de estos índices creo que hay que enfrentarlo de una manera distinta debido a que la realidad del comportamiento fuego hoy día es absolutamente distinta y los incendios son mucho más agresivos, mucho más extremos que en el pasado», agrega el vicedecano de la mencionada facultad.