- La segunda edición de esta iniciativa, que fusiona Educación, Ciencia, Tecnología y Sociedad, ha concluido con éxito al guiar a más de 360 escolares, en su mayoría mapuche, en un viaje de tres días lleno de conocimiento, cultura y alegría. Liderada por la Subdirección de Pueblos Indígenas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, en colaboración con las Universidades del Bío-Bío y de la Frontera, esta experiencia intercultural destaca como un vehículo para construir futuros prometedores y fortalecer los lazos entre la academia y las comunidades indígenas.
.
En el corazón del sur de Chile, en Nueva Imperial y Pitrufquén, Región de La Araucanía, la segunda edición de la Escuela de Verano Indígena orientó el camino de más de 360 escolares de séptimo básico a cuarto medio, en su mayoría mapuche, durante tres días llenos de conocimiento, cultura y alegría. Una iniciativa única que fusiona Educación, Ciencia, Tecnología y Sociedad.
Las voces de los participantes reflejan la impactante resonancia de este programa. Amira Armijo, estudiante de cuarto medio, elogió la guía proporcionada y destacó la inspiración compartida. “Es excelente porque así tenemos una guía para lo que queremos y sobre todo estas instancias donde participan muchas personas, cada uno como que va inspirando al otro para seguir la carrera que quiere. Es muy acogedor porque a todos nos unen nuestras creencias, entonces es mucho más bonito aprender en conjunto y es una experiencia inolvidable”, dice la escolar de 17 años de edad.
Victoria Huaracán, de tercero medio, resaltó la capacidad de motivar a más personas indígenas a continuar sus estudios y contribuir al desarrollo de sus comunidades. “Puede motivar a más personas indígenas a seguir estudiando y así igual como ayudar más a las familias que son del campo. Los padres siempre nos dicen ¡estudia, estudia! para tener una mejor vida”.
En las jornadas de Nueva Imperial participó también el estudiante de primero medio Kimlú Rojas Calfuqueo, quien afirmó que “estuvieron entretenidos los talleres de ecología y tecnología. Me parece bien que empiecen a hacer estos cursos de verano, que hagan más este tipo de cosas y talleres para gente del pueblo mapuche”.
Los talleres de ciencia y tecnología, así como las actividades lúdicas, dejaron una impresión duradera en los estudiantes. El retorno de participantes de la edición anterior, como Benjamín Arroyo, de 13 años y Daniel Quian, de 16, subraya la trascendencia de esta propuesta educativa. “Son entretenidas las clases. Teníamos una parte para hacer olas artificiales y esas olitas hacían energía y prendían luces (…) Está bueno que puedan integrar a la comunidad mapuche en esto, porque eso ya no se veía ya”.
La estudiante Victoria Poblete, en tanto, calificó este espacio como “muy divertido. Además que son con profesores de la universidad y saben más, así que saben enseñar mejor y súper buena onda. Nos enseñaron todo sobre los asteroides”.
En la tercera jornada, desarrollada en la localidad de Pitrufquén, la Escuela de Verano Indígena repitió su impacto como una experiencia significativa. Valentina Rebolledo, estudiante de segundo medio, expresó su agradecimiento por la oportunidad brindada y destacó la diversión y la educación como elementos clave. “Quiero agradecer por esto que están haciendo, porque es una gran oportunidad para todos los que vinieron, y para los que no, sería bueno que se unieran a esto, porque es muy divertido y muy educativo también”.
Renata Poblete, estudiante de segundo medio de 14 años, manifestó su interés por participar en esta instancia con el propósito de «aprender cosas nuevas y saber un poquito más sobre institutos o universidades para poder seguir en la enseñanza superior”.
Así, a través de las voces e historias singulares de estos jóvenes, provenientes en su mayoría de zonas rurales, la Escuela de Verano Indígena nuevamente se transformó en un espacio donde la diversidad cultural se entrelazó con el deseo común de aprender, crecer y proyectarse en la educación superior.
Guiando hacia el futuro: inspiración y unión de saberes
Esta significativa experiencia educativa intercultural, liderada por la Subdirección de Pueblos Indígenas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile, en colaboración con las Universidades del Bío-Bío (UBB) y de La Frontera (UFRO), reunió a profesores y estudiantes para compartir el fascinante mundo de la academia, ofreciendo talleres de ciencia, ingeniería y tecnología, una feria vocacional y actividades lúdicas.
Javiera Caimanque, estudiante mapuche de Ingeniería Civil Eléctrica de la U. de Chile y coordinadora del Programa de Tutorías Indígenas de la Subdirección, quien dictó uno de los talleres, relata que “al principio fue bastante emocionante para ellos. Dio gusto verles las caras de sorpresa cuando frotaban y empezaban a escuchar la estática. Ese era nuestro propósito, poder transmitirles nuestro conocimiento a estudiantes mucho más chicos y que desde ya, a una edad mucho más temprana, se empiecen a interesar por estas cosas medias mágicas que pasan en la naturaleza”.
Las voces de la comunidad educativa, como Doris Sáez Hueichapán, y Millaray Curilem, resaltan la importancia de sembrar la semilla del conocimiento en los jóvenes y fortalecer los lazos entre la academia y las comunidades alejadas.
“Me pareció maravilloso igual porque siento que los niños, los profesores, todos los que estamos acá, hay mucha más armonía también, porque ya como es la segunda, hemos podido aprender muchísimo de cómo manejarnos con los niños. Y a los niños los veo muy motivados con esta actividad, que es una manera de sembrar una semilla en ellos para que después sigan los estudios en lo que ellos quieran y que, además, sientan que se la pueden. Eso es bien interesante en realidad en estas comunidades que están tan alejadas de las universidades”, dijo la creadora de esta iniciativa, Doris Sáez Hueichapán, académica del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la FCFM de la U. de Chile e integrante de la Subdirección.
Su amiga y colega, Millaray Curilem, académica del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UFRO, comentó que «es muy importante que nuestros estudiantes tengan esta posibilidad de ver lo que se hace en la universidad, ojalá con el fin de motivarse y llegar a la universidad, y esperamos que nuestros niños se vayan no solamente con la cabeza llena de ideas, sino que también con el piuke, con el corazón, lleno de entusiasmo, alegría y de sentimiento de que ellos también pueden lograr llegar adonde ellos quieran, a través de la academia, a través de los estudios”
Para Paola Bustos, académica del Departamento de Ingeniería en Madera de la Facultad de Ingeniería de la UBB, quien dictó el taller «¡Enzimas en acción, Pizza en creación!» sostuvo que “esta es una excelente oportunidad para acercarnos y qué mejor que acá, en la Novena Región, acercarnos a los jóvenes y especialmente a las comunidades. Creo que hemos estado también muy alejados de ellas y de repente ven un poco a la ingeniería como algo invasivo y tratamos de mostrarles que podemos compartir saberes, y nosotros también aprender mucho de ellos, porque la conexión que tienen con la naturaleza es algo de lo que nosotros tenemos que aprender y estas instancias nos sirven mucho para ello”.
La presencia de lonkos, machis, padres y madres de los escolares, junto con los decanos de las tres facultades de ingeniería y ciencias participantes, enriqueció el encuentro. Dos Trawün, uno en cada localidad, sirvieron como espacios abiertos de diálogo, donde se compartieron saberes, visiones y aspiraciones. La realización de la ceremonia inicial de Llellipun, además, contribuyó a la armonía y el éxito del evento.
Construyendo puentes: la universidad y las comunidades indígenas en colaboración
Francisco Martínez, decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, dijo estar realmente emocionado. “Los recuerdos del año pasado me quedaron por mucho tiempo dando vueltas y creo que esto es para largo. Esta es una iniciativa que tiene muchas expectativas, pero también muchos desafíos y de a poco vamos a ir construyendo. Estoy confiado en que el captar la energía que tiene el pueblo mapuche, el captar la energía que tienen los jóvenes en la Facultad ahora, yo los veo empoderados, los veo orgullosos, trabajando en comunidad, cooperando entre ellos, lo cual está generando una lógica diferente de cómo se relacionan las personas. Y creo que los jóvenes son nuestra oportunidad, porque ellos naturalmente lo sienten como algo que necesitan y que quieren vivirlo”.
Su homólogo, Patricio Álvarez, decano Facultad de Ingeniería de la UBB, agregó que “esta segunda versión la verdad es que nos ha llenado de satisfacción. Primero, con la convocatoria. A diferencia de la primera versión, estamos hoy día dando servicio a más del doble de los niños que servimos durante la última versión. Eso, por supuesto, nos llena de satisfacción y nos anima a perseverar”.
Jorge Farías, en tanto, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UFRO, destacó que la iniciativa reúne las capacidades de tres facultades pertenecientes a universidades estatales. “Entonces, ese compromiso que nosotros tenemos de responsabilidad social, se hace o se aterriza aquí en Nueva Imperial, en la formación de nuevos talentos, buscando nuevos talentos, en las comunidades indígenas», señaló.
Así, la Escuela de Verano Indígena teje futuros, conectando conocimiento, cultura y sueños para construir un camino hacia el progreso y la unidad en el sur de Chile. Los y las estudiantes universitarios y los profesores y profesoras, a través de sus experiencias y enseñanzas, son los hilos que fortalecen este tejido único, guiando a las nuevas generaciones hacia un horizonte lleno de posibilidades.