Hace algunos años las instituciones de educación superior han tenido que implementar programas de evaluación y nivelación de los estudiantes que ingresan por primera vez a una carrera universitaria. Si bien, para las carreras de pedagogía esto es obligatorio, los demás programas de pregrado también se han visto en la imperiosa necesidad de trabajar sobre lo mismo, de lo contrario, es complejo que puedan llegar a desarrollar las competencias de orden superior que la universidad exige.
Las principales dificultades que traen los jóvenes de primer año de universidad radican en: no comprender lo que leen, desconocimiento de habilidades de búsqueda, selección, organización y comprensión de la información que se encuentra en internet, no tener hábitos y técnicas de estudios que les favorezcan en el buen uso de las horas autónomas. A esto se suman las problemáticas socioemocionales y familiares que, de no ser tratadas a tiempo, pueden ser un factor determinante en el abandono de la carrera.
Por otra parte, los académicos que imparten sus asignaturas en los primeros años de las carreras tendrán que contar con un perfil que no sólo se remita a la enseñanza de la disciplina per se, sino que les corresponde motivar con metodologías activas y estrategias de evaluación que retroalimenten de manera frecuente el aprendizaje de los estudiantes. La universidad del siglo XXI debe abandonar el estatus cartesiano que por mucho tiempo ha predominado en los modelos educativos y pasar a ser una entidad que se pone al servicio de lo local y planetario.
No olvidemos que muchos de los jóvenes que tienen acceso a la universidad en nuestros días, no han tenido la oportunidad de tener una educación de calidad que permita hacer la yuxtaposición con el nivel de la educación superior. Corresponderá ser pacientes y brindarles todo el apoyo para que no decaigan en la carrera de sus sueños.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Carlos Guajardo Castillo – Académico Facultad de Educación, Universidad Central.