Ana Cacopardo, comunicadora argentina: “Me interesa pensar las narrativas de las resistencias”

Como parte del encuentro “Transformaciones socio-ecológicas en América Latina: crisis, luchas y desafíos para el siglo XXI”, la periodista expuso un trabajo audiovisual sobre las amenazas de la industria inmobiliaria a comunidades locales del delta del Trigre, en Buenos Aires. La comunicadora habló con Prensa U. de Chile sobre el rol de los medios en la construcción de imaginarios, el escenario actual de este campo en Argentina y su perspectiva sobre la entrevista como dispositivo comunicacional.

Por Francisca Palma
Fotografías: Alejandra Fuenzalida

Los días 16 y 17 de octubre, la Universidad de Chile fue sede del encuentro Plataforma de Diálogo. Transformaciones socio-ecológicas en América Latina: crisis, luchas y desafíos para el siglo XXI. Coorganizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) y el Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de Chile, la cita reunió a expertos y expertas de la región para abordar este campo de estudios desde miradas interdisciplinarias.

Una de las asistentes fue la comunicadora argentina Ana Cacopardo, periodista con una destacada trayectoria en la televisión pública de dicho país y en la producción audiovisual de contenidos sobre “agendas de derechos humanos y géneros”, las cuales, explica “colocan en el foco en el centro el activismo socioambiental”. Esto se debe a que en el escenario contemporáneo “hay una serie de prácticas represivas que lo vuelven una agenda urgente para el movimiento de derechos humanos”.

«A mí me parece una herramienta política muy poderosa, porque en una entrevista no solamente trabajas con un activista, trabajas con la condición humana de la persona que estás entrevistando», señala la comunicadora.

Docente de la Universidad Nacional de Lanús, Cacopardo presentó el documental “Especulación inmobiliaria y daño socioambiental: resistencias al modelo de urbanizaciones privadas en el Delta de Tigre”. “Este es un conflicto que arranca en el 2008, cuando este colectivo, integrado por las propias familias isleñas que fueron desalojadas violentamente, por el movimiento campesino indígena y por el ambientalismo, logran articularse en una estrategia política y judicial y paran el emprendimiento Colony Park, y logran una resolución judicial”, cuenta sobre este material.

En este caso, “el reclamo es justicia ecológica y justicia social”, frente al cual “tienes que nombrar esa violencia, desnormalizarla y traer nuevas voces en la esfera pública, las voces de esas familias en línea, de los activistas”. Esto porque, cuenta, “tanto en el periodismo audiovisual y en la reflexión académica -en este cruce entre comunicación y derechos humanos-, me interesa pensar las narrativas de las resistencias”, lo cual implica “la necesidad de visibilizar experiencias que de distintas maneras resisten las lógicas de la globalización neoliberal, y que nos muestran otras formas de la política, otros mundos posibles”. La región Latinoamericana, agrega, “es un campo muy fértil de esto”, a partir de los movimientos sociales, “en particular, por supuesto, los feminismos. Me parece que hay una serie de luchas que hoy necesariamente confluyen en la defensa territorial y en el cuidado de la vida”.

Uno de sus icónicos trabajos en torno a estos objetivos es la serie «Historias debidas», producidos para el Canal Encuentro de la televisión pública argentina. “A mí me interesa mirar eso y es lo que nombro como narrativa de la resistencia. ¿Por qué? Porque creo que necesitamos narrativas de la resistencia que alimenten la esperanza, pero no una esperanza boba, sino una esperanza que se alimenta de las experiencias territoriales que las narrativas hegemónicas en los medios de comunicación se encargan de no nombrar”.

Ana Cacopardo visitó la U. de Chile como parte del encuentro “Transformaciones socio-ecológicas en América Latina: crisis, luchas y desafíos para el siglo XXI”.

La irrupción de estos extractivismos, ¿desde qué punto de vista son violencias?

Cuando consideras que la naturaleza es una cosa, se habilita todo tipo de violencia; desde la violencia fundante que fue la violencia colonial, hasta las violencias neocoloniales que son las que atraviesan hoy a todo el continente, con una lógica de consumo y destrucción. Entonces me parece que en la medida que seamos capaces de cambiar la mirada vamos a volver visibles esa violencia, que en parte me parece de la tarea que tenemos nosotros desde el periodismo y la comunicación. Esas violencias hay que nombrarlas, hay que desnormalizarlas; tenemos que usar categorías que nos permitan nombrarlas, como las feministas pudimos nombrar femicidios. Del mismo modo que cuando yo pienso el proceso de desalojo de la población en una isla del Delta porque avanza el modelo barrios privados, bueno, estoy hablando de desplazamiento forzado.

Tus trabajos abordan cultura, memoria, género, medio ambiente. ¿Cómo nuestro trabajo incide en la agenda pública?

Yo me paro en el periodismo siempre con la pregunta del sentido político de lo que hago. Siempre la pregunta es cuáles son las agendas, cuáles son los actores sociales, cuáles son los voceros de las organizaciones cuando pensamos a quiénes vamos a entrevistar.

Creo que tenemos una incidencia relevante para visibilizar conflictos, para proponer un encuadre de sentidos, para comprender la realidad.  Lo que pasa es que esto de inducir esta reflexión no lo podemos disociar del mapa de medios. Hoy más que de medios, tenemos que hablar de ecosistemas de redes, medios, plataformas, que es mucho más complejo.

¿Qué está en juego en Argentina en este ecosistema de medios con las medidas del actual gobierno?

El ecosistema de medios en la Argentina ya estaba muy mercantilizado. El gran riesgo es que la mercantilización se profundice, porque el gobierno está atacando todo el sistema público de medios, toda la estatalidad que promueve la producción audiovisual: el INCAA está paralizado, está paralizada la producción de todos los canales públicos, cerró Télam, la agencia de medios del Estado.

¿Cómo esta trayectoria de cambios que trae este gobierno afecta hoy al sistema universitario argentino?

Hay un escenario muy interesante de rebeldía y los estudiantes por primera vez se están movilizando masivamente, y a mí eso me da mucha esperanza. Estamos en este momento donde Chile está recordando sus cinco años de inicio de la revuelta, y eso lleva a hacer memoria de un movimiento estudiantil que articuló muchos descontentos que interpelaron la herencia pinochetista. Creo que eso abrió un proceso muy valioso para la sociedad, y tengo la esperanza de que este ataque a la universidad pública y gratuita que abiertamente ha emprendido el gobierno sea un aglutinador del descontento que hoy existe en la Argentina.

En Argentina veníamos de mucho desencanto con el último gobierno peronista y con el gobierno de Macri, y veníamos además con el impacto de la pandemia en términos de desigualdad, de más concentración de la riqueza, de muchos jóvenes desencantados con la política, sin poder construir un horizonte de futuro. Este es un escenario que le exige a los movimientos populares reconstruirse, hacer un buen diagnóstico de lo que está pasando en la sociedad.

¿Qué concepto tienes de la entrevista como formato periodístico?

Primero, disfruto el género de la entrevista como un espacio que me gusta cada vez más nombrar como conversación, como un encuentro con un otro, con la voz de un otro que me gusta que me interpele a mí y al espectador. Es un espacio donde juega un rol muy importante el silencio, no solamente que habilita la palabra del otro, sino el silencio que toma nota de la emocionalidad de quien estás entrevistando; porque no solamente habla de la palabra, cuando hacemos entrevista en televisión tienes el cuerpo, el brillo en los ojos, la gestualidad.

Me gusta mucho en la situación de entrevista también dejarle espacio, que se despliegue la emocionalidad, tanto la del entrevistado como la propia. Es parte de una conexión empática con el perfil de personajes que me interesan trabajar. “Historias debidas” consta de una agenda de personas que considero que es relevante que su palabra esté en la esfera pública, que vienen a abrir otras miradas, otros mundos que nos vuelve mejor escuchar, que interpelan tu sentido común, tus propias estreches.

A mí me parece una herramienta política muy poderosa, porque en una entrevista no solamente trabajas con un activista, trabajas con la condición humana de la persona que estás entrevistando y tus preguntas también son por el miedo, por el coraje, por la soledad, entonces todo eso genera lo que necesitamos imperiosamente en este tiempo, que es reconocernos en la vulnerabilidad de lo humano.  Ahí hay un espejo formidable y una herramienta que a mí me encanta transitar.

¿Qué proyectos vienen?  

Estamos por estrenar en un ciclo de podcast que se llama “Los monstruos andan Sueltos”, coproducido por CLACSO y Diario Arg, que es un ciclo que procura pensar la emergencia de las nuevas derechas, pero no desde la perspectiva de los palacios de gobierno, sino más desde las sociedades que habitamos. Es decir, cuáles son algunas de las condiciones sociales que nos permiten comprender que las nuevas derechas sea un emergente histórico de este momento.