Si Joaquín «Chapo» Guzmán volviera a su natal Badiraguato, en el norteño estado mexicano de Sinaloa, habría fiesta.
El hijo pródigo, fundador del poderoso cártel de drogas que lleva el nombre del estado, volvería y sería encumbrado nuevamente por los pobladores que lo describen cual si fuera una deidad.
El Chapo fue declarado culpable este martes en Nueva York de los 10 delitos de los que era acusado por liderar un imperio criminal que traficó toneladas de drogas a Estados Unidos durante 25 años. Según las leyes estadounidenses, enfrentará cadena perpetua obligatoria cuando se dé a conocer su sentencia el 25 de junio.
Pero en Badiraguato, la historia es otra.
Se le rinde culto con canciones, conocidas como «narcocorridos», y también con fotografías y frases que citan al famoso capo de 61 años.
Si volviera, sería un alivio, dicen los pobladores, porque cuando estaba no había pobreza ni violencia. Era, describen, como un territorio con un autogobierno no reconocido y un mandatario dadivoso.
«Desde que ya no está el señor Chapo hay más pobreza, y la gente se tiene que bajar (de la sierra), porque está más canija… más dura la cosa», dice Jorge Valenzuela, un poblador de Potrero de Bejarano, comunidad que colinda con el estado de Chihuahua.
«Él repartía dinero a la gente, le daba para sembrar, para que comprara cosas, ya no hay nadie que haga eso», agrega Valenzuela desde este pueblo del llamado Triángulo Dorado, localizado en las montañas del noroeste de México.
Nueve de cada 10 personas que residen en Badiraguato viven en condiciones de pobreza o pobreza extrema, según datos del gobierno mexicano. Es el municipio con más carencias sociales y económicas de Sinaloa.
Es también el municipio con menor número de carreteras construidas, pero de los que cuenta con más caminos rurales que llevan hacia la sierra, donde las principales actividades son la minería -33% del territorio está concesionado a empresas extractoras- y la producción de marihuana.
Datos públicos de la Secretaría de la Defensa Nacional revelan que en Sinaloa se concentró el mayor volumen de erradicación de marihuana durante 2018, con la destrucción de 43.976 hectáreas, un 31% del total eliminado en el país.
La producción de enervantes fue la industria que Guzmán lideró con el cártel de Sinaloa, hasta hace dos años, cuando lo detuvieron en la ciudad de Los Mochis, al norte del estado.
«Aquí toda la gente tiene dónde sembrar, pero como no está el señor Chapo, ya la gente no siembra casi, porque a él se la vendían», lamenta Valenzuela.
– «A puro vivir apenas» –
La captura de Guzmán suscitó una guerra intestina con la que el cártel redefinió liderazgos, explica Cristóbal Castañeda, secretario de Seguridad Pública estatal.
El territorio de siembra fue peleado por distintos grupos, uno liderado por Aureliano Guzmán, hermano del «Chapo», otro por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, sus hijos, y uno más por un hombre llamado Héctor Román.
Las disputas ocasionaron durante 2018 el desplazamiento de 295 familias de los poblados Potrerillos, Carricitos, Saucitos, San Javier, San Javier de Arriba, Cieneguita de los López y Sierrita de Potrerillos.
«Lo que nos llegó a afectar fue la extradición (de Guzmán), por la escisión de grupos delictivos» que se generó, explica Castañeda a la AFP.
Más de dos años después, el reacomodo se consolidó dejando fuera al antiguo líder, y sin visos de nuevos brotes de violencia, estima Castañeda. «Se está continuando con la tendencia a la baja en los diferentes índices delictivos», afirma.
Pero los pobladores de Badiraguato no están a gusto. Para ellos, la caída del Chapo trajo una pobreza imperceptible en los censos económicos, pero evidente en el declive de sus negocios que surtían a los habitantes de la sierra.
«Antes la gente entraba y salía. En (camionetas) doble rodado llevaba productos para la sierra, para ellos vender allá, como tipo abarrote, pero ahora se ve tranquilón… Dicen que la gente no tiene dinero, a puro vivir apenas», dice Jorge Laija, dueño de un restaurante de carretera.
En la sierra de Badiraguato sigue produciéndose droga. Permanecen hombres armados y una autoridad paralela que reta, incluso, a las fuerzas del gobierno.
Circulan, sin pudor, con fusiles en los hombros, radios de alta frecuencia, camionetas blindadas y ropa con el número 701, que alude al puesto en que la revista Forbes situó a Guzmán en su lista de los hombres más ricos del mundo en 2009.
En Badiraguato no hay mansiones ni lujos visibles. Impera la pobreza. Con Guzmán, sin embargo, sus habitantes nunca se sintieron desprotegidos pese a las carencias. Siempre estuvo el «Chapo», afirman.
Fuente: rfi