El banco de inversión más grande de Alemania, el Deutsche Bank, puede provocar la próxima crisis mundial, según reveló en 2016 el Fondo Monetario Internacional. Por sus colosales proporciones, que caiga como lo hizo Lehman Brothers es un peligro no solo para la UE, sino para la economía mundial.
Los primeros rumores sobre la posibilidad de que Deutsche Bank acabase en bancarrota surgieron en 2013, cuando el banco de inversión reconoció que era necesario aumentar su capital. Intentaron para ello poner a la venta acciones valoradas en 4.500 millones de euros. Al poco tiempo volvieron a poner más acciones a la venta, pero esta vez con un descuento sobre el precio del mercado del 30%, lo que provocó la indignación de quienes las habían comprado antes.
Al cabo de dos años y a raíz de las pruebas de estrés posteriores —cuyo objetivo fue el de prevenir futuras crisis económicas—, quedó claro que al Deutsche Bank le faltaba dinero. Para finales de 2016 y por primera vez tras la crisis de 2008, la entidad registró una pérdida neta de casi 7.000 millones de euros. Pero solo era el principio de la mala racha para el banco alemán.
Armas financieras de destrucción masiva
Precisamente en 2016 el Fondo Monetario Internacional asestó otra estacada a la reputación del banco: «Parece ser el contribuyente neto más importante a los riesgos sistémicos» y «la mayor fuente de riesgos entre los bancos más importantes del mundo» fueron algunos de los avisos que dejó caer el FMI en su informe sobre el sistema bancario germano. Desde entonces las voces que avisan de que el banco podría quebrar suenan cada vez más a menudo.
¿Pero cuál es el principal problema de la entidad? Sin duda, el enorme exceso de derivados financieros. Sus proporciones son estratosféricas: 46 billones de euros que equivalen a 20 veces el PIB de Alemania, la locomotora de Europa. Es muy, muy grande. «Los instrumentos financieros son armas de destrucción masiva que se transforman, mutan y se multiplican mientras que no ocurra nada que aclare la toxicidad de esos títulos», avisó en su momento el inversor Warren Buffet.
A esos derivados financieros se ha de añadir que el banco mantiene depósitos por valor de más de 550.000 millones de euros. Los analistas avisan: como los temores por la entidad de inversión más grande de Alemania se sigan extendiendo, puede llevar a un momento en el que los depositantes de ese dinero se acerquen rápidamente a sacarlo de ahí. Lo que desembocará en una crisis de liquidez primero dentro del banco y luego por todo el sistema financiero europeo. Y como el país germano juega un papel muy importante en la economía mundial, las terribles consecuencias se extenderán por todo el mundo.
¿Qué se puede hacer?
En un principio se contempló la posibilidad de fusionar el Deutsche Bank con el Commerzbank —otro banco alemán problemático—.
Pero al final los reguladores teutones descartaron la fusión porque unir dos entidades con serios problemas y profundas pérdidas agravaría el ya peligroso escenario. Sería peor el remedio que la enfermedad.
«Nosotros no vemos aquí ningún campeón nacional, sino un banco zombi e inestable que podría conducir al Gobierno alemán a otro cementerio de miles de millones de euros», alertó un antiguo miembro del Parlamento alemán, Gerhard Schick, a Reuters.
Los analistas confirman que Deutsche Bank sigue cayendo en picada: está reduciendo sus beneficios mientras aumenta sus gastos, las agencias de calificación lo ponen en un mal lugar y crece el coste de atraer capital. Y encima desde el inicio de todos sus problemas ha sido multado con cantidades estratosféricas: desde 2009 ha pagado 17.000 millones de dólares.
De entidad bancaria a entidad criminal
Al principio se encontró un agujero de 12.000 millones de dólares debido a las malas prácticas de su dirección. Una campaña publicitaria agresiva y el apoyo del Gobierno alemán contribuyeron entonces a mantener la imagen de entidad financiera segura. A eso se debe añadir la particular crisis que vivió la entidad entre 2007 y 2012, cuando se descubrió que había distorsionado la competencia en el mercado de la deuda pública emitida por los países de la eurozona en plena crisis financiera.
Al cabo de unos años, en 2013, la Comisión Europea le impuso una multa de 1.700 millones de euros —además de a Royal Bank of Scotland, Société Général, JPMorgal, Citigroup y RP Martin— por haber participado en un cartel de manipulación de tipos de interés de referencia, como el líber y el euríbor. Standard & Poor’s redujo de A a BBB+ la calificación de crédito de la entidad germana.
«La crisis del Deutsche Bank, causada por los errores y los delitos financieros fruto de su gestión, podría desencadenar la [próxima] crisis económica mundial (…) El principal banco alemán es en realidad la mayor organización criminal de Alemania», advirtió el economista William Black en 2018.