Más de la mitad de los estados que forman parte de EEUU presentaron una demanda contra los grandes fabricantes de medicamentos, acusándolos de subir artificialmente los precios de las medicinas comunes.
por Socio Informativo
Agencia de Noticias Sputnik
El debate acerca del tema ya ha llegado hasta el Congreso. La semana pasada la congresista Alexandria Ocasio-Cortez amonestó a las grandes farmacéuticas por haber fijado precios exorbitantes a varios medicamentos.
«La gente está muriendo en vano», declaró la política refiriéndose al precio de Truvada, la única medicina eficaz para la prevención del virus de la inmunodeficiencia humana.
Los pacientes estadounidenses pagan por este medicamento unos 1.700 dólares al mes, mientras que los de Australia gastan apenas 8 dólares.
El estudio realizado por Commonwealth Foundation descubrió que los precios de los medicamentos recetados en el país norteamericanos son los más caros en el mundo. Según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), los estadounidenses pagan en promedio unos 1.200 dólares al año por medicinas de prescripción. Mientras los ciudadanos de otros países desarrollados gastan entre los 466 y 939 dólares al año para comprar este tipo de medicamentos, reza el estudio de Salud Pública de Harvard.
Los medicamentos utilizados para tratar a los pacientes con VIH no son los únicos que tienen precios exorbitantes en EEUU. Los medicamentos contra la leucemia Gleevec y Humira, que ayudan a curar varias enfermedades inflamatorias, cuestan mucho menos en Colombia y Suiza que en EEUU.
Una situación parecida puede observarse también en la venta de medicamentos de última generación. Así los pacientes estadounidenses con linfoma gastan unos 470.000 dólares al año para comprar Kymriah y los que necesitan terapias para la hemofilia pagan anualmente entre 580.000 y 800.000 dólares.
Desde la asociación Phrma explicaron a la agencia BBC que «casi nadie paga estos precios» en EEUU dado que estas sumas incluyen frecuentes descuentos.
«Tenemos un sistema de atención de salud único que tiene diferentes programas públicos y opciones privadas de cobertura según las necesidades y la capacidad de pago de un paciente», reza el comunicado, que fue enviado por Phrma.
No obstante, aunque un 90% de población estadounidense tiene seguros que cubren gran parte del costo de las medicinas, un análisis realizado por la Fundación Kaiser Family reveló que aproximadamente 27 millones de estadounidenses no tienen o no pueden comprar un seguro.
¿Por qué los precios son tan altos?
De acuerdo con Phrma, las farmacéuticas justifican sus precios con los gastos que tienen que hacer en innovación y estudios.
No obstante, un informe publicado por la Universidad de Pittsburg a comienzos del 2019 señala que el aumento de precios no solo afectó a las medicinas de última generación, sino también a los medicamentos que llevan años en el mercado. Así, el precio de la insulina subió en más del 30%. Actualmente esta medicina se vende por unos 200 dólares en EEUU mientras que en Canadá cuesta tan solo unos 38 dólares.
«Es cierto que en los medicamentos más novedosos sí hay innovación, pero en los medicamentos de marca de toda la vida nada justifica esa subida de precios todos los años después de que llegan al mercado», declaró a BBC Inmaculada Hernández, profesora de farmacia en la Universidad de Pittsburg y autora del estudio.
Muchos medicamentos en EEUU están bajo patentes, mientras que en el resto del mundo son genéricos. Según Hernández, el país norteamericano carece de incentivos para la llegada de medicamentos genéricos a su mercado.
A su vez, Aaron Kesselheim, profesor de la Universidad de Harvard, opina que los altos precios pueden ser explicados con el hecho de que EEUU tiene pocos mecanismos para poder controlar el costo de los medicamentos. En particular, los fabricantes son los que fijan los precios. Otro factor es la falta de competencia en el mercado, que podría empujar a los fabricantes a bajar los precios.
«Es fácil para ellos mantener los precios altos porque no hay un contrapeso en el mercado estadounidense que les impida hacerlo y los fabricantes tienen la presión de sus accionistas de obtener las máximas ganancias que razonablemente puedan obtener del mercado en el que se encuentren», aseveró Kesselheim.
El expresidente de EEUU, Barack Obama, prestó la mayor importancia al sistema de salud durante su presidencia. El resultado de su trabajo fue la aprobación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, llamado Obamacare. Este ha sido el primer intento de reformar al sistema sanitario de EEUU desde los años 60 del siglo pasado.
La ley exige a la mayoría de los adultos no cubiertos por un plan de salud que mantengan una cobertura, arriesgándose en caso contrario a ser penalizados con una multa. Esta legislación también incluye la concesión de créditos fiscales con fin de subsidiar a las personas con pequeños ingresos.
A finales de marzo del 2019 la Administración Trump declaró que la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible debería ser cancelada por completo. En un documento presentado al juzgado federal de apelaciones el Departamento de Justicia de EEUU comunicó que está de acuerdo con la decisión tomada por un juzgado federal de Texas de invalidar la ley insignia de la presidencia de Obama.
La oposición de la administración Trump a Obamacare podría acabar con los seguros de salud para unos 21 millones de estadounidenses y afectar a millones de personas más protegidas por esta ley como individuos con afecciones médicas preexistentes, problemas de salud, mujeres embarazadas y la gente que necesita medicamentos de prescripción.