Cada 25 de junio los defensores de los animales celebran el Día Mundial Antitaurino, una lucha que crece en Latinoamérica a pesar de ser la región con más países que consideran esta práctica legal. Los antitaurinos del Perú son este día los más fervientes: la última corrida programa fue suspendida por falta de interés. Te contamos los detalles.
por Socio Informativo
Agencia de Noticias Sputnik
La ciudad de Cajamarca, ubicada en plena cordillera de los Andes, es considerada la localidad más taurina del Perú. Así dicen con orgullo los peruanos que apoyan las corridas. Sin embargo, este 23 de junio los pobladores locales demostraron su sentir sobre las este tipo de eventos cuando decidieron no ir a la plaza.
La convocatoria que había sido difundida por las autoridades locales no captó el interés de los cajamarquinos, que en vez de alentar las corridas simplemente no se dieron por aludidos. ‘¿A quién le puede interesar cómo torturan un toro?’, podría ser el razonamiento que pasó por su cabeza.
En América Latina son seis los países que mantienen esta práctica como legal: México, Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador. Aun así, dentro de estos países hay provincias o municipios donde sí fueron prohibidos, como los estados de Sonora y Guerrero, en México.
Sus defensores alegan que es una cuestión cultural, una tradición, y que los pueblos deben defender sus tradiciones. Pero, ¿hasta qué punto hablamos de algo que vale la pena mantener?
Rita Oyague, directora de la Asociación Perú Antitaurino —con más de 10 años de existencia— contó a Sputnik cómo los hechos de Cajamarca fueron recibidos con alegría por los antitaurinos peruanos. «Vemos que esta situación está empezando a cambiar», expresó.
Las corridas de toros tienen su origen en los juegos romanos y en la tradición de un público espectador que busca la sangre y el sufrimiento como una manera de entretenimiento. Tantos años lleva realizándose, que a su alrededor se ha creado todo un folclore que hace aún más difícil su erradicación.
«Perú es uno de los ocho países que en el mundo realizan este tipo de espectáculos de maltrato animal. Sabemos que son practicadas en las zonas centroandinas, también un poco en la capital, Lima», comentó Oyague.
Una demanda por inconstitucionalidad para que se prohíban las corridas de toros descansa en los archivos del Tribunal Constitucional de Perú. Presentada en septiembre de 2018 por la agrupación ALTO, este podría ser el recurso legal que lleve a la caída de la tauromaquia en este país andino.
«Estamos pendientes de resolución y, aunque no ha habido ningún pronunciamiento al respecto, todos pensamos que va a ser positivo e impactante», aseguró la activista.
Según contó Oyague, en la misma ciudad capital del departamento de Cajamarca no se reportan corridas de toros desde hace 9 años y la convocatoria del 23 de junio fue un intento de las autoridades por rescatar este tipo de eventos.
En algunas zonas también se han organizado corridas irregulares, lo que provocado que la población comenzara a manifestar su rechazo. El trabajo de concientización que se hacen en estas comunidades también ha dado sus frutos, pero los activistas tienen que enfrentarse a las propias autoridades que son quienes lanzan las convocatorias para las corridas.
A juicio de la activista, «lo hacen bajo el argumento de que la tauromaquia es cultura, tradición y arte, cuando esta práctica no es una tradición originaria de Perú, sino que fue impuesta durante el mismo proceso de colonización».
«El hecho de que algo sea tradicional no significa que sea positiva… Las corridas de toros son tradicionales por la cantidad de años que llevan realizándose y se han convertido en una expresión cultural de muerte y violencia. Porque alguien lo considere arte no se tiene que perpetuar cuando es a todas luces cruel, violento y nocivo para la sociedad. Es la tortura hecha espectáculo», afirmó Oyague.
La directora de la asociación antitaurina también comentó que algunas personas, de manera ingenua, piden que entonces existan corridas de toros sin muerte. Son los propios defensores de esta práctica quienes alegan que la cumbre máxima de una fiesta taurina es la muerte del animal.
«No obstante, aunque el toro no muera, la corrida en sí es una manifestación de tortura organizada para el divertimento de algunas personas», sentenció Oyague. Además, señaló cómo ni siquiera la carne de estos animales no puede ser destinada para la alimentación.
Aunque en Perú las estadísticas sobre tauromaquia son muy escasas, Oyague destacó que una encuesta realizada en 2015 por la encuestadora nacional TATU arrojó que el 78% de los peruanos estaba en contra de las corridas de toros.
Al contrario de lo que dicen sus defensores, en las corridas de toros, estos animales sufren muchísimo. La ciencia ha demostrado que la condición natural del toro como herbívoro no es atacar, sino huir y si lo hace es porque se encuentra enfurecido y estresado.
Para alimentar esta furia se encierra al animal en lugares oscuros y se lo asusta con golpes y ruidos que hacen brotar su adrenalina. Cuando sale a la luz, la reacción se explica por sí sola.
Oyague contó cómo muchos toros de las corridas peruanas llegan desde España en un viaje que ya de por sí es torturador. Estos animales cruzan el Atlántico y llegan hasta Perú encerrados en vagones oscuros donde apenas pueden moverse.
La última fiesta taurina celebrada en Cajamarca fue muestra de este sufrimiento: los toros llegaron muertos.