BOGOTÁ – Miles de residentes de Bogotá se volcaron a las calles para unirse a la marcha contra el asesinato de líderes sociales en Colombia, ya que más de 700 han muerto desde fines de 2016, y exigir al Estado mayores medidas de protección.
por Andrés Pachón
Agencia de Noticias Sputnik
«Pareciera como si toda la sociedad bogotana se hubiera volcado en favor de los líderes sociales; calculamos que son más de 38.000 personas las que hacemos parte de esta marcha, con la que esperamos que el Estado colombiano tome medidas efectivas que realmente frenen este genocidio», dijo Luis Emil Sanabria, presidente de la organización Redepaz.
Más temprano, miles de colombianos en otras ciudades del país y en varias capitales del mundo —como Zurich, Berlín y Estocolmo— alzaron su voz de protesta por la muerte de líderes sociales, portando carteles con leyendas contra los asesinatos.
«Mientras ellos terminan, acá apenas empezamos», dijo Sanabria mientras marchaba desde el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación —un espacio para la promoción de ejercicios de memoria histórica colectiva situado en el centro de Bogotá— hasta la histórica Plaza de Bolívar, vecina a la Alcaldía y al Palacio de Nariño, sede del gobierno central.
El recorrido, de más de tres kilómetros comenzó a las 17.00 hora local (22.00 GMT) y a él se sumaron también indígenas, artistas callejeros y estudiantes, varios de ellos ataviados con máscaras blancas, guitarras e incluso disfraces que recordaban el rostro de la famosa pintura ‘El Grito’, del artista noruego Edvard Munch (1863-1944).
«Tengo 24 años y desde muy pequeño mis padres, que han sido sindicalistas, me han contado de horror del que han sido testigos, de cómo vieron morir a varios de sus compañeros de la UP (Unión Patriótica, partido de izquierda); yo no viví nada de eso, pero tampoco quiero vivirlo ahora, por eso queremos a nuestros líderes sociales vivos, que no nos maten más», dijo Eduardo Quiroz, otro de los marchantes.
Según las principales centrales obreras del país, desde la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y la exguerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sido asesinados 710 líderes sociales, lo que se suma a los más de 3.000 dirigentes sindicales muertos violentamente desde 1986.
Mientras, la Defensoría del Pueblo (ombudsman) sostiene que 982 líderes del país están amenazados, y que los narcotraficantes e integrantes de las estructuras de minería ilegal son, en su mayoría, los responsables de los asesinatos.
«Lo que hay que esperar es que este escenario sirva para que las personas puedan dar un grito fuerte y decir que debe haber una esperanza por la vida y encender una luz, y que ya no queremos más muertes y amenazas», dijo a Sputnik Dayana Domicó, coordinadora Nacional de Juventud de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Durante la tarde, y aún antes de que comenzara la marcha en Bogotá, la más numerosa del país, el presidente colombiano, Iván Duque, respaldó desde Cartagena (norte) la movilización y pidió que la misma no se dividiera en ideologías ni que se politizara, en razón de las elecciones locales de octubre próximo, cuyos candidatos están en campaña.
Sin embargo, el apoyo del jefe de Estado fue cuestionado por algunos de los marchantes, quienes reclamaron una mayor acción del Gobierno.
«No se trata sólo de que el presidente se sume a la marcha, sino que también pueda darle garantías a los líderes sociales, porque es él quien debe velar por la seguridad ciudadana y facilitar garantías a la vida de ellos», dijo Maritza Hinestrosa, una bogotana pensionada, quien se sumó a la movilización tras conocer de la convocatoria en la radio.
Al término de la marcha, alrededor de las 20.00 hora local (01.00 GMT del 27 de julio), miles de participantes se concentraron en la Plaza de Bolívar, donde los recuerdos por los líderes y sindicalistas asesinados se manifestaron en fotografías expuestas en el piso, figuras de cartón en tamaño natural con el rostro de varios de ellos, carteles de «Sin olvido» y miles de velas encendidas para enaltecer su memoria.
«Nos están matando por pensar diferente», se lamentó un grupo de mujeres con retratos en blanco y negro de sus familiares muertos, mientras al fondo, en una tarima, artistas populares entonaban canciones en honor de los líderes fallecidos.