Los miembros de la organización religiosa Testigos de Jehová se acostumbran desde la infancia a la manipulación, el aislamiento y la violencia emocional, afirman algunos de sus exintegrantes.
El llamado Día de las Víctimas de la Torre es una actividad social que se organiza por varios exmiembros de los Testigos en la plaza Alexanderplatz, en pleno centro de Berlín, para contar su experiencia traumática.
En Alemania, existen varias iniciativas civiles, como el Club de Ayuda a las Víctimas de los Testigos de Jehová, que ayudan a los exmiembros de la secta a abandonar la organización y adaptarse a una nueva vida.
Cabe señalar que la vida de las personas que nacieron en el seno de una familia Testigo de Jehová es muy diferente a la de una persona común y corriente. A modo de ejemplo, los Testigos no celebran cumpleaños o la Navidad, así como ni siquiera pueden someterse a una transfusión de sangre en caso de ser necesario.
«No son tan inofensivos»
Según declaró Giulia Silberger, fundadora de la plataforma Goldener Aluhut (gorro de aluminio dorado, en alemán), una iniciativa que se dedica a refutar las teorías de conspiración, los Testigos «simplemente destruyen almas infantiles, crían a sus hijos en el clima de miedo y violencia y les hacen temer el Armagedón, al que solo podrán sobrevivir las personas a las que ama Jehová».
«Es un miedo terrible en el que las personas crecen y, debido a ello, se enfrentan a problemas mentales, de hecho, se convierten en discapacitados», subrayó Silberger, quien también sufrió una enfermedad mental por crecer en un ambiente traumático.
«Quiero que la gente sepa el peligro que conlleva esta organización. No son personajes inofensivos con una maleta, que cuentan a los transeúntes algo sobre el amor en una estación del tren, sino una organización violenta y casi fascista, que elimina a sus propios miembros», expresó.
Según la extestigo, la organización también viola el Artículo 6 de la Constitución de Alemania, que trata de la protección del matrimonio y la familia, ya que, a veces, hasta los niños son expulsados de la secta e ignorados por otros miembros. Asimismo, reveló que incluso tienen su propio sistema jurídico.
«Cuando se cometía un crimen dentro de la comunidad, en vez de avisar a las autoridades policiales, los Testigos resolvían todos los asuntos en sus reuniones internas y de acuerdo con sus propias y crueles leyes», aseguró.
Por ejemplo, existe el llamado derecho de dos testigos: es necesario «hacer que dos personas confirmen tus palabras, en caso contrario, nunca pasó. Tales cosas contravienen las normas de la sociedad demócrata en la que vivimos», señaló.
«Te sientes un friki»
Por su parte, Sophie Jones, quien también logró abandonar la organización, confesó que al principio la situación dentro de la comunidad no parece tan rara. Sin embargo, con el paso del tiempo, uno empieza a entender que vive en un aislamiento total.
Según reveló Sophie, para los niños de los Testigos de Jehová es muy difícil encontrar amigos fuera de la secta, ya que se les enseña que pueden «hacerte renunciar a la fe».
«Pero cuando te haces mayor, entiendes que eres diferente, eres raro y no haces lo que hacen los niños normales. No entiendes de qué hablan, no ves los mismos programas televisivos. Asistes a las misas, te ves y te comportas diferente», confesó la mujer.
«Casi te sientes avergonzado y es normal. Claro que al mismo tiempo, te dicen que debes estar orgulloso de tu fe y que fuiste elegido por Dios. Pero al mismo tiempo, te sientes un friki», subrayó.
La exmiembro de la organización religiosa contó que tenía 13 años cuando su padre fue expulsado de la secta y le prohibieron comunicarse con él. Esto marcó se fe un punto de no retorno para ella.
«En estos casos, está prohibido incluso saludar a una persona, y no importa si es tu familiar o no. Me sentí totalmente infeliz y me preguntaba constantemente: ¿Por qué sufro aquí? ¿Cómo puedo complacer a Dios si sufro y renuncio a mi propia familia?», reveló.
Apenas cumplió 18 años, la joven cambió su vida y abandonó la secta. Después de esto, volvió a ponerse en contacto con su padre y con otras personas expulsadas de la comunidad.
Sophie admitió que muchos Testigos de Jehová se ven obligados a volver porque no tienen ningún contacto con el mundo exterior y no son capaces de adaptarse.
«Cuando entendí que estaba lista para irme, asistí a la última misa, la misa de conmemoración. Luego, le dije a un par de personas que no me volverían a ver y me fui. Cambie el número de teléfono, me mudé y encontré un nuevo trabajo. Y esto funcionó», afirmó la mujer, quien subrayó que ahora puede «ser quien soy, hacer lo que quiera y tener amistad con quien quiera«, algo que le hace muy feliz.