El gobierno lanzó la “Agenda ciudadana” de la COP25, la cual consiste en la realización de 16 festivales “con el objetivo de promover la adopción de estilos de vida más sustentables y amistosos con el medio ambiente”, intentando acercar la problemática del fenómeno climático y la versión número 25 de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP25) a los compatriotas más desconectados.
por Fundación Terram
Organización de la Sociedad Civil nacida en 1997
Si bien la COP25 es un evento desconocido para la mayoría de los chilenos, el cambio climático en sí mismo no es un fenómeno alejado de nuestras realidades, ni mucho menos un factor que la ciudadanía esté ignorando. Así lo demuestra la reciente encuesta Cadem, la cual reveló que 9 de cada 10 chilenos cree en el cambio climático y el 69% piensa que se puede parar y dar marcha atrás.
Así también, existe un gran porcentaje de la población que ha tomado consciencia de este tema y está constantemente intentando incidir en las agendas locales y nacionales con propuestas para resolver las problemáticas ambientales que influyen directamente en el avance del calentamiento global, como son la desigualdad en el acceso al agua potable –por el excesivo uso para fines empresariales, como es el que le dan las industrias agroexportadora y minera-; la contaminación de las Zonas de Sacrificio, gracias a regulaciones nacionales laxas que no igualan los parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS); la destrucción de glaciares en regiones como la Metropolitana y de Valparaíso; entre otras problemáticas sobre las que, principalmente, habitantes de los territorios afectados tienen conciencia y las cuales tienen directa relación con el cambio climático.
Sin embargo, el Gobierno ha preparado un despliegue comunicacional en el marco de la COP25 que irá a las regiones a educar sobre qué es el cambio climático y cómo cada ciudadano/a puede detenerlo, tomando así una posición jerárquica respecto a las perspectivas de las comunidades afectadas y acallando las constantes demandas de los territorios que intentan visibilizar cómo los paradigmas de desarrollo han afectado su entorno.
Desde la perspectiva de Fundación Terram, este despliegue tiene una vocación hacia el llamado de atención desde los escenarios y la pomposidad innecesaria que la urgencia climática nos exige. Hoy en día el cambio climático es una catástrofe inminente que debe ser enseñada desde los distintos espacios educativos de la sociedad, pero en el marco de una cumbre climática como es la COP25 necesitamos compromisos y soluciones concretas de parte de este y otros Gobiernos del mundo.
Es necesario, entonces, que el Gobierno genere instancias de diálogo abierto con las comunidades más vulnerables en todo el territorio nacional para que, desde ahí, desde un intercambio igualitario de saberes, se genere una real “Agenda ciudadana” que logre aunar criterios políticos para que en conjunto, como sociedad, tengamos algún tipo de reacción adecuada a los tiempos que se vienen.
Asimismo, el Gobierno busca enseñar a los pueblos a adoptar “estilos de vida más sustentables y amistosos con el medio ambiente”, lo cual es totalmente válido y necesario. Sin embargo, tomando en cuenta lo que el Informe especial del IPCC sobre el calentamiento global de 1,5 °C nos advirtió que nos quedan solo 11 años para alcanzar el umbral irreversible de la crisis climática; y también el principio de “responsabilidades comunes, pero diferenciadas”, desde Fundación Terram creemos necesario que el Gobierno también impulse al sector productivo y empresarial a adoptar medidas más “sustentables y amigables” con el entorno, respetando lo que los territorios están demandando y aplicando regulaciones más duras y claras que las que aplica actualmente.
Si realmente el Gobierno tiene como objetivo lograr la carbono neutralidad al 2050, si desea ser un país líder en sus políticas ambientales y liderar la COP25 con el ejemplo más allá de las “luces”, es necesario que haga un compromiso serio, partiendo por escuchar a los territorios y, de una buena vez, sancionando el comportamiento poco ético e irresponsable con la naturaleza que tienen algunos sectores.