RÍO DE JANEIRO – Brasil anunció que no va reconocer por ahora los resultados del cómputo electoral en Bolivia, que adjudicó al presidente en ejercicio, Evo Morales, la victoria en los comicios generales.
«Teniendo en cuenta las tratativas en curso entre OEA (Organización de los Estados Americanos) y el Gobierno de Bolivia para una auditoría completa de la primera vuelta de las elecciones en ese país, Brasil no reconocerá, por el momento, reporte alguno de los resultados finales», informó en su cuenta de Twitter el Ministerio de Exteriores brasileño.
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El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia dio por concluida la elección general, ratificando formalmente la victoria en primera vuelta del presidente Evo Morales, quien buscaba un cuarto mandato consecutivo, con 47,08% de los votos válidos pese a denuncias de fraude.
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La diferencia final entre Morales y el segundo, el expresidente Carlos Mesa, subió una centésima en relación con la cifra divulgada el jueves 24, a 10,57 puntos porcentuales, por la incorporación de datos de cuatro actas que estaban anuladas y terminaron incluidas en el conteo tras una apelación, explicó el TSE.
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La presidenta de la autoridad electoral, María Eugenia Choque, aseguró al presentar los resultados del cómputo que «pueden hacernos la auditoría la OEA, la Unión Europea, las otras organizaciones internacionales, las organizaciones políticas, estamos abiertos a que nos hagan la auditoría».
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«Estamos dispuestos a cualquier auditoría», aseveró.
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Mesa, quien obtuvo en el cómputo definitivo el 36,51% de los votos, lidera actualmente una campaña de denuncia de un supuesto fraude que le habría privado de la posibilidad de competir contra Morales en un balotaje.
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La conclusión del cómputo se produjo mientras transcurría el quinto día seguido de protestas en todo el país, convocadas primero por Mesa y luego por diversos sectores de oposición, contra supuestas irregularidades del conteo que habrían favorecido a Morales en detrimento de su principal rival.
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El presidente boliviano dijo que está dispuesto a ir a una segunda vuelta para ganar un cuarto mandato, si una auditoría demuestra que su victoria en las elecciones fue producto de un fraude.