Sucedió un viernes por la tarde. A Eti se le obstruyó una arteria (i). El problema se agravó y sufrió un ataque al corazón. Su corazón dejó de funcionar en un 80 %. Fue un momento aterrador para él y su esposa, que estaba presente cuando sucedió, ya que pensó que iba a morir.
Pero no falleció y este episodio fue una llamada de atención. Después del ataque al corazón, Eti tuvo que hacer cambios importantes en su estilo de vida para mantenerse sano.
«Lo primero que hice fue dejar de fumar», dijo Eti, que vive en Tonga. «Recuperé entre el 10 % y el 15 % de la funcionalidad de mi corazón a lo largo de los años, y eso se debió principalmente a que cambié mis hábitos alimenticios y empecé a estar un poquito más activo físicamente».
Las Islas del Pacífico registran una de las tasas más altas de enfermedades cardíacas y otras enfermedades no transmisibles (ENT) en el mundo. Tonga tiene una de las tasas de mortalidad por ENT y de obesidad más altas del mundo (en el segundo caso, más del 80 % entre las mujeres). Las ENT representan el 80 % de las muertes.
A pesar del aumento de la esperanza de vida, el incremento de las enfermedades crónicas y no transmisibles se ha convertido en una amenaza mundial. Cada año en todo el mundo, 15 millones de personas mueren antes de los 70 años debido a estas afecciones, entre las cuales se incluyen dolencias cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, diabetes y obesidad.
«Una de las maneras más eficaces de abordar las enfermedades no transmisibles es aumentar las inversiones en atención primaria de salud asequible y de calidad», dijo el Dr. Muhammad Pate, director Mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial. «Esto tiene sentido tanto desde una perspectiva sanitaria como económica. Disponer de más recursos para detectar y tratar afecciones anticipadamente, antes de que se vuelvan más graves, salva vidas, mejora los resultados de salud, reduce los costos de atención médica y fortalece la preparación frente a brotes”.
Poner fin a un mito: la obesidad ya no es un problema de los países de ingreso alto solamente
La obesidad es uno de los factores de riesgo más conocidos de las enfermedades no transmisibles, y es una afección en sí misma. En un nuevo informe del Banco Mundial titulado “Obesity: Health and Economic Consequences of an Impending Global Challenge» (Obesidad: Consecuencias sanitarias y económicas de un desafío mundial latente) (i) se arroja luz sobre la creciente epidemia de obesidad y sus impactos negativos.
En la publicación se expone por qué el sobrepeso y la obesidad son un desafío mundial latente, especialmente para las personas pobres y aquellas que viven en países de ingreso bajo o mediano, disipando el mito de que se trata de un problema que afecta solo a los países de ingreso alto y a las zonas urbanas. También se presentan muchas de las tendencias actuales referentes al sobrepeso y la obesidad.
Según datos recientes, la obesidad casi se ha triplicado desde 1975 y es responsable de 4 millones de muertes en todo el mundo cada año. En 2016, más de 2000 millones de adultos (44 %) padecían sobrepeso u obesidad, y más del 70 % de ellos vivía en países de ingreso bajo o mediano.
Ver la versión completa de la infografía: Los enormes costos de la obesidad.
Causas de la obesidad
Los factores que impulsan la epidemia de obesidad se deben en gran medida a los comportamientos y los entornos en los que vivimos. Estos incluyen: fácil acceso a alimentos altamente procesados y azucarados; una disminución de la actividad física que se relaciona con los avances tecnológicos en el lugar de trabajo y en el hogar, y un mayor consumo de alimentos poco saludables que se vincula con frecuencia con el aumento de la riqueza y los ingresos.
La exposición a riesgos ambientales, como la contaminación del aire, y el acceso restringido a servicios básicos también contribuyen de manera importante a la epidemia de obesidad.
En la actualidad, las enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad, como la diabetes, las afecciones cardíacas y el cáncer, se encuentran entre las tres principales causas de muerte en todas las regiones del mundo, excepto en África al sur del Sahara.
«Reducir el sobrepeso y la obesidad es un bien público mundial», dijo Annette Dixon, vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. «Abordar este problema de manera proactiva contribuirá significativamente a generar capital humano, asegurar un mayor crecimiento económico y mantener una fuerza laboral saludable y preparada para un futuro productivo».
Costos e impactos de la obesidad
Se proyecta que, en los próximos 15 años, los costos de la obesidad ascenderán a más de USD 7 billones en los países en desarrollo, dejando atrás a los más desfavorecidos.
Por ejemplo, en China, entre 2000 y 2009, los costos de atención médica asociados con la obesidad aumentaron del 0,5 % a más del 3 % del gasto anual en salud del país.
En Brasil, se prevé que tales costos se dupliquen, aumentando de menos de USD 6000 millones en 2010 a más de USD 10.000 millones en 2050.
No se trata solo de los costos de atención médica, sino también de los gastos indirectos derivados de la reducción de la productividad laboral, el ausentismo, la jubilación anticipada, entre otros problemas, que la sociedad y las personas deberán asumir. Por ejemplo, según estimaciones de un estudio, en China los «costos indirectos» del sobrepeso/la obesidad aumentarán del 3,6 % del PNB en 2000 al 8,7 % del PNB en 2025.
Las investigaciones muestran que las actuales inversiones en intervenciones eficaces en función de los costos podrían salvar 8,2 millones de vidas en los países más pobres y generar beneficios económicos por valor de USD 350 000 millones para 2030. Esto equivale a un retorno de USD 7 por persona por cada dólar invertido.
Adaptarse a los cambios demográficos
Numerosos países de todo el mundo se ven afectados ahora por lo que se conoce como la «doble carga de la malnutrición», es decir altas tasas de retraso del crecimiento infantil y mayores tasas de obesidad, comprometiendo aún más su capital humano.
Esta doble carga se traduce en cambios en las estructuras familiares, ya que los miembros de la familia, en particular las mujeres, se convierten en cuidadores de hecho de los adultos mayores. Además, las personas pobres sufren una mayor parte del problema, ya que son más vulnerables a las crisis económicas y sanitarias.
Se proyecta que las enfermedades crónicas y no transmisibles aumentarán para 2030, a pesar de los cambios en el estilo de vida, el envejecimiento de la población y la creciente urbanización. A medida que los países crecen y experimentan cambios en el sistema alimentario, también aumenta la tentación de las personas de consumir alimentos poco saludables y hacer menos ejercicio.
«Reducir el sobrepeso y la obesidad es un bien público mundial. Abordar este problema de manera proactiva contribuirá significativamente a generar capital humano, asegurar un mayor crecimiento económico y mantener una fuerza laboral saludable y preparada para un futuro productivo.»Annette DixonVicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial
En Sri Lanka, el país de Asia meridional donde la población envejece más rápido, se prevé que la cantidad de personas mayores de 60 años se duplicará en los próximos 25 años. Con el apoyo del Banco Mundial, el Gobierno creó centros de vida saludable (i) para ayudar a prevenir, detectar y tratar enfermedades no transmisibles a nivel de las comunidades y de la atención primaria de la salud. Los centros están dirigidos a poblaciones pobres vulnerables, hombres y mujeres mayores de 40 años, y en ellos se les advierte sobre los riesgos de las ENT y se les enseñan las maneras de prevenir, detectar y tratar estas enfermedades para poder vivir de manera más saludable y satisfactoria.
Lakshmi Perera, una mujer de 48 años de Kalutara que tenía problemas para perder peso, ha visitado regularmente uno de los centros desde 2018. “Nos enseñaron cómo comer sano y mantenerse en forma, pero no siempre fue fácil hacerlo», dijo. “Ahora participo en una clase de ejercicios y en seis meses bajé 10 kilos. Me dan el empuje que necesito, puedo sentir directamente los beneficios de perder peso, y estoy más motivada que nunca para seguir adelgazando».
Apoyo del Banco Mundial para lograr los ODS
Apenas 10 años antes de que se cumpla el plazo de 2030 para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la comunidad internacional, incluido el Banco Mundial, amplía los esfuerzos para encarar el aumento de las enfermedades no transmisibles.
Para proteger a las generaciones futuras, los Gobiernos y los asociados en la tarea del desarrollo deberán adoptar un enfoque integral basado en sistemas más sólidos de atención primaria de la salud que pongan énfasis en las medidas preventivas.
El Banco Mundial ayuda a los Gobiernos a fortalecer sus sistemas de atención médica y a desarrollar capacidad para identificar y abordar los factores de riesgo. Mediante apoyo financiero, asesoramiento sobre políticas y asistencia técnica, el Banco Mundial responde a la demanda de los países de mantener una fuerza laboral saludable y generar capital humano.
En Egipto, el país decidió eliminar los crecientes riesgos de enfermedades no transmisibles, con un conjunto de iniciativas para proteger la salud de la población y reorientar el sistema nacional de salud hacia la prestación de servicios inclusivos, equitativos y de mayor calidad. El país puso en marcha un seguro médico universal, mejoró la calidad de la atención médica en los hospitales públicos y fijó como prioridades nacionales ciertas enfermedades específicas.
Con el apoyo del Banco Mundial, Egipto inició una campaña nacional denominada «100 Millones de Vidas Saludables» para ayudar a detectar la hepatitis C (i) y los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles (como el sobrepeso/la obesidad, la diabetes y la hipertensión arterial).
En Argentina, el Gobierno pidió ayuda al Banco Mundial para mejorar la capacidad de sus instalaciones de salud pública y brindar servicios de mayor calidad y proteger a las personas más vulnerables de los factores de riesgo predominantes de enfermedades no transmisibles. Entre 2015 y 2019, el proyecto condujo a una mayor cobertura de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento, y ahora incluye pruebas y tratamiento para la tuberculosis, así como programas de sangre segura y de control de enfermedades no transmisibles y relacionadas con el estilo de vida.
Identificación de intervenciones eficaces en función de los costos
Sobre la base de las enseñanzas extraídas de ejemplos nacionales exitosos, el Banco Mundial también ha identificado una serie de intervenciones prometedoras como el etiquetado obligatorio de los alimentos procesados; la mayor educación del consumidor; políticas fiscales fuertes (p. ej., impuestos a los alimentos poco saludables); inversión en programas de nutrición para la primera infancia, y diseño urbano mejorado (p. ej., parques infantiles en escuelas y senderos para caminar y andar en bicicleta).
En Tonga, el Gobierno introdujo un sistema de «impuestos saludables» cuyo objetivo principal es desincentivar el gasto y reducir el consumo de productos no saludables, como el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas. A pedido del Gobierno, el Banco Mundial evaluó la eficacia de esta política fiscal que, en general, planteaba cambios positivos en los hábitos de consumo y gasto de las personas una vez que se aplicaran los impuestos.
En Perú, un país conocido por reducir la prevalencia del retraso del crecimiento infantil (baja altura para la edad) en más del 50 % en una década entre 2008 y 2016, el Gobierno está rediseñando los servicios de salud para enfrentar las enfermedades crónicas. El nuevo Proyecto de Redes de Salud Integradas, financiado por el Banco Mundial, apoyará a más de 20 millones de personas que no tienen cobertura de salud pública o privada.
Este nuevo modelo de atención se centrará en cada peruano a lo largo de su vida y proporcionará una atención continua que incluirá la prevención, el control y el tratamiento ambulatorios de enfermedades crónicas y la atención de adultos.
Algunos países también encontraron maneras más simples de tratar dichas afecciones haciendo ajustes en el estilo de vida a través de una nutrición adecuada.
En Kerala, un estado en el sur de India, el Banco Mundial está trabajando con el Gobierno para educar a las personas y a los productores de alimentos. El objetivo es reducir las grasas trans y la sal en los alimentos que se venden, en particular aquellos que se producen en panaderías, restaurantes y establecimientos de comidas fritas, con el fin de aumentar su conciencia sobre los efectos nocivos de los aceites que contienen grasas trans y las sustituciones posibles.
Otras medidas incluyen el uso de la atención primaria de salud como un punto de ingreso importante para las personas en el sistema sanitario a fin de mejorar la capacidad de un país para gestionar la carga de las enfermedades crónicas.
En Tayikistán, por ejemplo, la cardiopatía isquémica es una de las principales causas de muerte. El Banco Mundial está apoyando los esfuerzos del Gobierno por mejorar la cobertura y la calidad de los servicios básicos de salud primaria en los centros sanitarios rurales para asegurar mejores análisis preliminares.
Junto con el sobrepeso y las enfermedades no transmisibles relacionadas con la obesidad, los distintos tipos de cáncer serán una de las tres principales causas de muerte prematura para 2030, con más de 22 millones de nuevos casos y casi 13 millones de muertes vinculadas con esta enfermedad en todo el mundo. Más de la mitad de todos los nuevos casos y dos tercios de las muertes por cáncer se producirán en países de ingreso bajo o mediano.
Con el fin de fortalecer la capacidad de los ministerios de Salud de producir estadísticas confiables sobre el cáncer, el Banco Mundial ayudó a establecer en 2017 un programa regional para registrar los casos de cáncer en cinco países de África oriental (Burundi, Kenya, Rwanda, Tanzania y Uganda) y ayudar a orientar las políticas y programas de prevención y control de esta enfermedad.
Una acción mundial con un enfoque que abarca a toda la sociedad
Para lograr avances en los resultados en materia de capital humano, los países ya no podrán desatender las enfermedades no transmisibles, ni la obesidad, uno de los factores subyacentes.
Si bien algunos países ya han comenzado a abordar el problema, este esfuerzo requerirá un enfoque que abarca a todo el Gobierno y a toda la sociedad en que se trabaje no solo en los sectores de la salud, la educación y la protección social, sino también en los sectores del clima, el desarrollo urbano y el transporte, y que se incluya al sector privado y se destinen los recursos adecuados para proteger a las generaciones futuras.
Llegó la hora de actuar.