Lavarse las manos con agua y jabón por 30 segundos es una de las formas más importantes para evitar el contagio de COVID-19. Sin embargo, el agua es un recurso privado en Chile, por lo que no está al alcance de toda la población. Además, la larga sequía que atraviesa el país impide a cerca de 400.000 familias de protegerse y frenar el coronavirus.
Por *Carolina Trejo
La propagación del coronavirus está en una fase de crecimiento exponencial en más de 160 países. Chile sigue la tendencia mundial de aumento en la curva de contagios, con un incremento promedio de 100 casos confirmados cada 24 horas.
Son cifras preocupantes si se considera que alrededor de 400.000 familias chilenas no tienen acceso al agua y dependen de un camión aljibe para lavarse las manos, como denuncia Matías Asún, director nacional de Greenpeace Chile.
«Comunas muy pobres han tenido que gastar buena parte de su presupuesto en contratar camiones aljibes, que muchas veces ni siquiera cumplen con los protocolos sanitarios mínimos para evitar, incluso, ser un vector de contagio», señala.
Y agrega: «Nada es mejor ni más sencillo de implementar como lavarse las manos y ello puede llegar a ser muy difícil cuando el camión aljibe te deja 50 litros de agua a la semana por persona. Una situación como esta agrava, a niveles inaceptables, la crisis sanitaria que estamos viviendo».
Catastróficos antecedentes
En Chile las condiciones de sequía se arrastran desde hace más de una década, las que fueron extremadamente duras en el 2019, a lo que se suma una polémica normativa interna que mantiene privatizadas las fuentes del vital elemento, resultado de la promulgación del Código de Aguas durante la dictadura de Augusto Pinochet y que se mantuvo durante los últimos 30 años de gobiernos democráticos.
Dos antecedentes que se cruzan y que en el contexto de expansión de la pandemia del coronavirus se vuelve una emergencia sanitaria.»Chile enfrenta una sequía de más de 10 años en la zona central del país que concentra básicamente gran parte de su población, con decretos de emergencia hídrica en muchos de esos lugares, pero además tiene un problema agravante todavía peor y es que hoy el agua se encuentra en manos de titulares de derechos de agua y de caudales en particular». explica Asún.
«Eso significa que son esas personas las que tienen prerrogativas, prioridad para definir sus usos, a partir de los permisos y derechos que tiene de forma permanente. Esto en términos prácticos supone que hay más probabilidad que el agua esté asegurada para un palto que para las personas en la suficiencia para enfrentar la crisis», sentencia.
Para la ONG ambientalista esta situación es preocupante e incluso peligrosa. «Que hoy día no haya una garantía de derecho humano priorizado, de consumo humano priorizado del agua, nos coloca en una situación de extremo riesgo frente a catástrofes sanitarias como las que estamos viendo con el coronavirus», puntualiza Asun.Chile se encuentra en el lugar número 18 de los países con probabilidad de enfrentar estrés hídrico, para Asún esto significa que es el país «está al borde de un colapso inminente si no tomamos medidas inmediatas».
La necesaria protección de las fuentes de agua
Para el presidente de Greenpeace Chile, no hay mejor medida que proteger los caudales y las aguas que hoy realmente existen, tales «como los humedales en alta montaña, los humedales de las cuencas y particularmente los glaciares, ellos son bases del sistema hídrico que permite que nuestras cuencas no se desertifiquen completamente.».
Esta protección es de máxima urgencia para la ONG, sobretodo en el contexto del cambio climático que experimenta en el planeta. Tomar medidas para resguardar los glaciares y las cuencas de agua son primordiales para que, cuando se presentan situaciones sanitarias como la actual, no haya escasez como la se vive en este momento, y las personas no tengan que competir con las actividades industriales o productivas.
«Tanto un cambio constitucional profundo como una valorización del medio ambiente resultan fundamentales para hacer de Chile más resilente. En la urgencia, evidentemente debe garantizarse que el agua esté disponible para las personas que en sus condiciones de vulnerabilidad la emergencia sanitaria que estamos viviendo», sentencia Asún.
Antes y después del 18 de octubre
Para Greenpeace-Chile el país sudamericano no es el mismo después del estallido social. Las problemáticas de justicia social, de dignidad, de acceso a condiciones mínimas de vida son hoy un eje central en agenda social del país, como también lo es «un cambio constitucional profundo de la forma en que administramos los bienes comunes», siendo particularmente el tema del Agua una parte central de esa discusión.
«Una reforma al código de aguas que permita que esté garantizado de derecho humano al agua en condiciones suficientes es fundamental», concluye Asun.
*Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Columnista de Sputnik. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.