Después de haber encabezado y llevado a buen término el proceso de paz con la ahora desmovilizada guerrilla de las FARC, el liberal Humberto de la Calle buscará el 27 de mayo convertirse en presidente de Colombia con la propuesta de dar continuidad a la implementación de lo acordado en La Habana.
“Ahora que hemos puesto fin a la guerra, es momento de poner la paz en marcha”, reza una de sus frases de campaña, en la cual también hace uso de su apellido para reforzar ante el electorado la promesa de que trabajará por las clases populares, por la gente “de la calle”, si llega a ocupar el sillón presidencial.
“Yo soy De la Calle, y quiero ser su presidente”, dice el candidato nacido en 1946 en el municipio de Manzanares (Caldas, centro-occidente).
De la Calle se graduó como abogado en 1969 en la Universidad de Caldas, campo en el que trabajó tras culminar sus estudios y que le llevó a ser juez del municipio de Salamina, en el mismo departamento.
Tras ello pasó a ser profesor universitario y decano de la misma facultad de Derecho de la que se recibió.
Especializado en asuntos electorales y en derecho administrativo, De la Calle fue también concejal de la ciudad de Manizales y secretario general de la Gobernación de Caldas en los años 70.
Sin embargo, poco después se entregó por completo a la actividad literaria y fue propagandista de la corriente nadaísta, constituida en los años 60 como oposición literaria y filosófica al ambiente cultural establecido por la academia, la Iglesia y la tradición colombiana.
Política nacional
La carrera política del candidato liberal comenzó en 1982, cuando fue elegido registrador nacional del Estado Civil (organismo descentralizado del Estado encargado de la organización electoral en el país), y en 1986 fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia, después de la toma del Palacio de Justicia por la entonces guerrilla del M-19.
Tras esa breve experiencia como magistrado, De la Calle se convirtió en asesor del presidente Virgilio Barco (1986-1990) y consultor de la Organización de las Naciones Unidas, pero los años porvenir marcarían su época de gloria en la política colombiana.
En 1990 el entonces presidente César Gaviria (1990-1994) lo nombró ministro de Gobierno, cargo desde el cual organizó una convocatoria para una Asamblea Nacional Constituyente, la cual permitió reformar la entonces obsoleta carta magna de 1886 y poner en marcha una nueva constitución política en julio de 1991.
En 1990 el entonces presidente César Gaviria (1990-1994) lo nombró ministro de Gobierno, cargo desde el cual organizó una convocatoria para una Asamblea Nacional Constituyente, la cual permitió reformar la entonces obsoleta carta magna de 1886 y poner en marcha una nueva constitución política en julio de 1991.
Su papel como ministro y asambleísta fue definitivo para el desarrollo de normas electorales que facilitaron la participación política de todos los sectores de la sociedad, particularmente la de los entonces desmovilizados integrantes de las guerrillas que acababan de dejar las armas.
De la Calle fue fundamental para la implementación de los beneficios penales que permitieron la reinserción de los desmovilizados de los grupos insurgentes M-19, Partido Revolucionario de los Trabajadores, Ejército Popular de Liberación, y Quintín Lame, lo cual, junto con el protagonismo que tuvo en la constituyente, se proyectó como dirigente político a nivel nacional.
En 1992 fue designado a la Presidencia por el Congreso en pleno con la responsabilidad de reemplazar al Presidente de la República en caso de que fuera necesario, pero al año siguiente renunció al ministerio para iniciar su campaña a la Presidencia por el Partido Liberal.
Sin embargo, De la Calle perdió la consulta popular del partido frente al otro candidato, Ernesto Samper, quien invitó a De la Calle para que fuera su vicepresidente.
Samper se hizo con la Presidencia para el periodo 1994-1998, pero recién comenzado su mandato se vio empañado por un escándalo de filtración de dinero a su campaña por parte del Cartel de Cali, lo que agrió la relación con De la Calle, quien tomó distancia y se convirtió en fuerte crítico del mandatario.
El episodio dio lugar al denominado Proceso 8.000, pero Samper logró que en 1996 la Cámara de Representantes cerrara la investigación en su contra, luego de lo cual De la Calle renunció a la vicepresidencia.
Ese hecho lo convirtió en un enemigo reconocido de los seguidores de Samper, aunque entre ambos la situación terminó de forma conveniente: De La Calle le aceptó al presidente ser el embajador de Colombia en España.
Nuevos rumbos
De la Calle continuó su carrera diplomática en el siguiente gobierno, presidido por el conservador Andrés Pastrana (1998-2002), quien lo nombró embajador en Reino Unido hasta el 2000, año en el que regresó a Colombia y asumió como ministro del Interior hasta 2001, en el marco de los diálogos de paz del Gobierno con las FARC.
Por entonces, los diálogos entre el Gobierno y la guerrilla entraron en crisis primero y se rompieron de manera definitiva después, luego de lo cual De la Calle asumió como embajador en la Organización de los Estados Americanos, donde permaneció hasta 2003; entonces, el presidente de Colombia era el derechista Álvaro Uribe quien había asumido en 2002 y gobernaría el país hasta 2010.
De hecho, De la Calle fue cercano a Uribe y lo ayudó como asesor jurídico en el diseño de la reforma a la Constitución que llevó a su primera reelección.
Esto le valió críticas de quienes consideraban que eso era una afrenta a la Constitución que él mismo había ayudado a diseñar más de una década atrás.
Sin embargo, cuando Uribe buscó ser reelegido por segunda vez para el periodo 2010-2015, De la Calle manifestó abiertamente su rechazo.
Durante ese tiempo De la Calle administró su propia firma de abogados con uno de los tres hijos que tuvo con su esposa, Rosalba Restrepo, con quien aún vive, pero en el 2012 fue convocado por el sucesor de Uribe, Juan Manuel Santos, para que asumiera como jefe del equipo negociador del proceso de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Diálogos con las FARC
Como jefe del equipo de Gobierno, De la Calle fue la cara visible de las negociaciones con el que entonces era el grupo guerrillero más importante del país, las FARC, lo que le dio figuración internacional.
Pero luego de la firma de los acuerdos de paz de La Habana en 2016 tras cuatro intensos años de negociaciones, su imagen sobresalió todavía más y se perfiló como posible candidato a la presidencia de Colombia.
“La lucha contra las injusticias, sumada a su experiencia, su fuerza intelectual, su paciencia y su carácter, fue lo que le permitió a De la Calle poner fin al conflicto más antiguo del continente, un conflicto que dejó más de ocho millones de víctimas y que todos creían imposible de acabar: la guerra contra las FARC”, se lee en la página web de su campaña.
El texto subraya además que “su labor como jefe negociador les demostró a los colombianos el perfil de estadista, de conocedor del Estado que posee”.
Tras lograr el armisticio con las FARC su contrato con el Gobierno terminó en marzo de 2017, lo que le dio vía libre para lanzar su precandidatura, respaldado, de nuevo, por el Partido Liberal.
Así, De La Calle se enfrentó al otro candidato de la colectividad, el exministro de Interior, Juan Fernando Cristo, en una consulta abierta celebrada en noviembre de 2017, en la cual se convirtió en el candidato oficial de su partido.
En defensa de la paz
En días pasados, en el marco de su campaña, De la Calle advirtió que el candidato de derecha, Iván Duque, y el senador y expresidente Álvaro Duque, “se están tirando [arruinando] la paz” al construir un “tejido de falacias y odios que fueron conduciendo a buena parte de la población a la nostalgia de la guerra”, con lo cual, aseguró, se deja de pensar en las víctimas.
“El acuerdo [de paz con las FARC] se construyó pensando en las más de ocho millones de víctimas que ha dejado este conflicto; hoy hay quienes se están tirando la paz y están desconociendo los millones de colombianos desplazados, las millones de familias destruidas, el dolor de las viudas y el sufrimiento de las madres que le han entregado sus hijos a la guerra”, dijo De la Calle.
Sin embargo, y pese a ser considerado por varios sectores como “el pacificador de Colombia”, las encuestas no le favorecen.
Según la última consulta, publicada el domingo por la firma Invamer Gallup, De la Calle registra una intención de voto de 1,9%, lo que lo ubica en la quinta casilla del total de seis candidatos en contienda.
Para algunos electores, De la Calle —al igual que el oficialista Germán Vargas Lleras— representa la política tradicional del país y es un candidato poco moderno, que se encuentra alejado de las nuevas necesidades de Colombia, que aseguran van más allá que el acuerdo de paz.
Sin embargo, De la Calle se defiende de esos señalamientos y asegura que pese a su edad, 71 años, sus propuestas son las más jóvenes.
“Soy el candidato de más años, pero el de más juventud en sus ideas”, aseguró en una reciente entrevista con la emisora local Caracol Radio.
Según la Registraduría Nacional del Estado Civil, un total de 36.227.267 personas están habilitadas para votar en las elecciones de este domingo.
En caso de ser necesaria una segunda vuelta, se celebrará el domingo 17 de junio.
El próximo presidente de Colombia asumirá el 7 de agosto de este año.
Fuente: Sputnik