SANTIAGO – La académica del Instituto del Instituto de Estudios Avanzados en Educación e investigadora del CIAE de la Universidad de Chile, comparte algunas claves para motivar a los niños y niñas a la lectura y herramientas para reforzar la comprensión en casa.
Teniendo en cuenta que actualmente los hogares están pasando por procesos de adaptación, Macarena Silva, académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación e investigadora del CIAE, no recomienda poner demasiada presión en entregar aprendizajes a los niños y niñas; lo que sí sugiere es que puedan realizar actividades que vayan en línea con lo que les motiva y les gusta hacer.
En este sentido, para quienes les gusta leer, puede ser un buen momento para hacerlo, y de paso, una oportunidad para reforzar la comprensión lectora. Esto último considerando que según los resultados del Simce 2017 para alumnos de 4° básico, “el 58 por ciento de los estudiantes mantiene un nivel insuficiente y elemental de lectura comprensiva”.
Se trata de una habilidad transversal necesaria en el sistema escolar, universitario y profesional y clave para la vida cotidiana. “Necesitamos comprender instrucciones para armar un mueble, seguir una receta de cocina, para tomar un remedio, etc. También para participar como ciudadanos activos y críticos, por ejemplo, al leer críticamente las noticias, más aún hoy en día donde existe mucha información no confiable a través de las redes”, señaló Silva.
Los beneficios de la lectura son variados, especialmente en este período puede ser una buena forma de reducir la ansiedad y el estrés. “La lectura puede servir para fines recreativos, para aprender nuevas cosas, etc. A su vez, no solo leer, sino también escribir puede ser de mucha utilidad en este periodo. Escribir cómo nos sentimos, qué cosas nos preocupan, entre otros”, explicó la investigadora del CIAE.
Comprensión lectora en el hogar
Tener buena comprensión lectora no es fácil de lograr, porque «además de leer las palabras, debemos extraer el significado, no solo de las unidades más pequeñas, como palabras y oraciones, sino a nivel más global, para hacer sentido del texto». (Silva, 2014).
Es un proceso que basa en adquirir una serie de habilidades, como por ejemplo, las relacionadas con el vocabulario. «Se ha planteado que necesitamos conocer al menos el 90 por ciento de las palabras para poder comprender un texto» (Nagy & Scott, 2000).
De esta manera, Silva explicó que saber lo que significan las palabras es central para comprender. Pero, “no solo es importante la cantidad de palabras, sino cuán bien las conocemos, es decir, establecer relaciones entre palabras, usarlas en distintos contextos, etc”, puntualizó la investigadora.
Una forma de reforzar esta habilidad en casa es realizar juegos que invitan a adivinar palabras dando características, como adivinanzas, chistes, etc. También jugar sopa de letras y usar un diccionario para buscar las palabras que no se conocen.
Hacer inferencias también es esencial para comprender un texto. Mucha de la información no está escrita de forma literal en los libros, sino que es el lector quien, de forma activa, debe integrar y construir significado, explicó Silva.
Los padres pueden ser un muy buen apoyo para sus hijos haciendo preguntas que promuevan la generación de inferencias. “A veces los niños no se dan cuenta que deben realizar una inferencia para ligar dos partes de una historia, pero si les preguntas, son capaces de hacerlo”. En esta línea, hay estudios que muestran que las preguntas ayudan a que los niños puedan comprender mejor, cuando se trata de preguntas que fomentan la integración (Silva, Strasser, & Cain, 2014; Silva & Cain, 2019).
La académica agregó que otras habilidades centrales para la comprensión son la memoria de trabajo, que nos permite mantener la información disponible mientras procesamos información nueva; y el monitoreo de la comprensión, es decir, ir revisando durante la lectura si hemos comprendido o no. “Esto es muy importante, ya que solo monitoreando, seremos capaces de desplegar estrategias para remediar la comprensión si no hemos comprendido”, explicó.
Un juego que se puede realizar con los niñas y niños más pequeños para reforzar estas habilidades es tomar una pausa entre medio de la lectura y luego, al retomar, fingir que se olvidó la historia que se estaba contando y pedirle al niño/a que ayude a recordar. También se puede intentar contar un cuento corto de memoria y pedirle a los niños/as que ayuden a recordar los detalles.
Al momento de motivar la lectura en casa, Silva recuerda la importancia de seguir los intereses y motivaciones de los niños/as, que ellos/as escojan qué quieren leer. No es necesario que sea un libro o novela del plan lector del colegio, puede ser leer la receta de lo que planean cocinar, un instructivo de un juego, etc. Para Silva, todas las lecturas entregan la oportunidad de aprender cosas, por lo que es importante dar ese espacio de libertad.
¿Qué pasa si no contamos con material lector suficiente en el hogar? Lo que se puede hacer es practicar actividades que favorecen la comprensión de forma oral. Esto, porque según indicó Silva, muchas habilidades importantes para comprender un texto escrito, son también importantes para comprender una historia oral. “Por ejemplo, un niño al oír un cuento, también debe realizar inferencias, utilizar su conocimiento del vocabulario, entre otras”, explicó.
Algunas actividades que se pueden realizar son: oír historias contadas de forma oral por los padres o hijos y crear historias orales de forma individual o grupal. Para esto último, también se pueden utilizar materiales, por ejemplo, tener una caja con objetos y que los niños/as saquen un objeto y que inventen una historia que incluya a ese objeto. Lo mismo se puede hacer con frases que se pueden poner en una caja y que deben incluirse en el relato, etc.
Importancia de la interacción
La investigación ha mostrado que la interacción entre padres e hijos en relación a la lectura es importante para promover la comprensión. ¿Cómo lograr esto? Macarena Silva explicó que una forma sencilla, pero que tiene gran relevancia, es el uso de preguntas.
“Los padres pueden hacer preguntas a sus hijos sobre lo que leen o relatan. Lo ideal es que estas preguntas promuevan la reflexión y la comprensión más profunda, que vayan más allá de las clarificaciones o la información literal. A partir de las preguntas se pueden generar conversaciones interesantes entre los miembros de la familia que aportan a una mirada profunda y crítica de lo que se conversa”, puntualizó Silva.
Por ejemplo, en vez de preguntar ¿cómo se llamaba el personaje? o ¿qué le dijo un personaje a otro?, se puede preguntar: ¿Qué consejo le darías tú a tal personaje para que no le sucediera lo mismo?, ¿qué hubieras hecho tú en esa situación?, ¿por qué?
Otra estrategia es que se relacionen distintas lecturas, por ejemplo, ¿qué hubiera hecho Harry Potter si hubiera estado en este libro?
Pero, ¿cómo invitar a los niños a la lectura, si no es algo que les llame mucho la atención? Como propone la académica, “hay una frase de James Paterson que dice: no existen los niños que odian leer. Más bien hay niños que les gusta mucho leer y otros que no han encontrado el libro correcto”, señaló Silva.
La investigadora explicó que en ocasiones los niños/as piensan que no les gusta leer, en general porque lo que han tenido que leer hasta el momento no ha sido de su agrado: “Si un niño es fanático de los insectos, es muy posible que aunque se considere un mal lector, si le pasas un libro sobre la mantis religiosa, le interese y quiera leerlo”, indicó.
Para Silva, es algo que pasa por la motivación, por ofrecer un espectro más variado de libros, con más temáticas y géneros disponibles y donde ellos puedan escoger.