Pese a haber manejado pésimamente la pandemia del COVID-19,Trump hizo explotar la bomba judicial del ‘Obamagate’ que expone la crapulosa sordidez de los servicios de espionaje de EEUU para inventar el ‘fake’ ‘Russiagate’.
El Obamagate se puede convertir en un ‘COVID-19 político-judicial’ que cobrará a muchos infectados y víctimas, incluido al candidato Joe Biden.
En EEUU existe un tácito acuerdo de que los expresidentes no ataquen al presidente en turno ni que este, a su vez, anatemice a sus antecesores. Este acuerdo ha sido roto por Obama y por Trump quienes ahora se golpean retórica y judicialmente con todo.
No es ningún secreto exponer que Trump ha manejado muy mal la pandemia del COVID-19 por haberse confiado y haber retrasado las medidas precautorias teniendo en consideración más a la economía que a la salud pública que desnudó la miseria del sistema hospitalario en EEUU, mientras su Big Pharma se enriquece sin límites.
Nunca hay que subestimar el poder de réplica de Trump, un fanático del box, quien, cuando parecía arrinconado, pasó a una felina contraofensiva que exhibe la perfidia persecutoria de Obama, quien fraguó el fake Russiagate.
En forma increíble, los revires boxísticos de Trump le han redituado beneficios electorales, como se vio en las dos elecciones parciales de legisladores en California, un feudo inexpugnable del Partido Demócrata, y en el volátil (swing state) Wisconsin, donde salieron triunfantes los candidatos del Partido Republicano contra todos los pronósticos, lo cual asienta que la elección del 3 de noviembre será ferozmente disputada.
En el Día de las Madres,Trump se lanzó con todo contra Obama en una serie de 126 tuits donde colocó el hashtag «#OBAMAGATE!» que hizo reflexionar a los estrategas, amén de entusiasmar a sus 80 millones de seguidores, sobre los alcances judiciales que harán derramar mucha sangre, como clásica venganza a la persecución a la que fue sometida su presidencia durante tres interminables años y que desembocaron en una fallida defenestración (impeachment), impulsada en la Cámara de Representantes, a mayoría del Partido Demócrata, por Nancy Pelosi y la camarilla adicta al megaespeculador George Soros, la cual fue desechada en el Senado por la mayoría del Partido Republicano.
Ahora la narrativa de Trump y sus aliados consiste en exhibir que el mismo Obama, como sus más altos funcionarios —desde el mismo vicepresidente Joe Biden, pasando por el abanico del poderoso espionaje del FBI, hasta la nomenclatura del poder judicial: condensados en el Deep State (Estado profundo)— , al unísono de un puñado de mafiosos oligarcas ucranianos, impusieron la peregrina teoría de que Trump ganó las elecciones en 2016 gracias a la ayuda de Rusia, lo cual hasta hoy no ha podido ser demostrado y fue desechado por el fiscal especial Robert Mueller, curiosamente aliado del exdirector expulsado del FBI James Comey, quien ha sido desnudado en su infinita criminalidad.
Entre las víctimas perseguidas por la pandilla judicial y del espionaje crapuloso de Obama, se encontraba el consejero de Seguridad Nacional de Trump, el teniente gral. retirado Michael Flynn,quien fungió antes como director de la DIA (Defense Intelligence Agency: Agencia de Espionaje de Defensa).
Michael Flynn fue perseguido sin piedad por el FBI debido a una llamada telefónica con el entonces embajador ruso en EEUU Serguéi Kisliak, lo cual es más que normal en la interacción de dos superpotencias geoestratégicas nucleares del tamaño de EEUU y Rusia. Flynn fue obligado a renunciar en forma insólita 24 días después de haber iniciado su función.
Para minimizar su condena, Flynn llegó a un arreglo judicial con el fiscal especial Robert Mueller y aceptó haber mentido al FBI, lo cual,visto en retrospectiva, fue un grave error de juicio.
Quizá por necesidad para desviar la atención de su pésimo manejo de la pandemia,Trump ha pasado a la contraofensiva y ha puesto a la defensiva a sus pletóricos enemigos encabezados por Obama.
Así las cosas, el hoy mandamás del Departamento de Justicia, William Barr, desistió de los cargos contra Flynn, lo cual sacó de quicio a Obama quien fustigó la decisión por «haber puesto en riesgo el imperio de la ley».
Obama ha destrozado el accionar de Trump durante la pandemia como un «desastre caótico absoluto«, lo cual desembocó en el furibundo revire de Trump que produjo un tsunami con su hashtag #Obamagate que, comentó, «hace de Watergate parecer pequeño en comparación» y arremetió contra su antecesor de haber cometido «el mayor crimen político de la historia estadunidense».
El muy influyente Senador Rand Paul se fue a la yugular de Obama y lo señaló como parte del grupo de espionaje que tenía como objetivo entrampar a Michael Flynn.
Según un reporte del actual director del Espionaje Nacional (National Intelligence) Richard Grenell, se señala tanto al anterior vicepresidente y hoy candidato presidencial Joe Biden, así como al anterior director del FBI James Comey, de estar implicados en la trama contra Flynn durante la investigación del fake Russiagate, lo cual ha sacudido a la clase política de Washington.
Fox News reportó que el director de National Intelligence Richard Grenell desclasificó una información, que implica a John Brennan de haber desinformado sobre el fake Russiagate.
Nada menos que 23 funcionarios de Obama forman parte del explosivo reporte donde destacan John Brennan, exdirector de la CIA, y James Clapper,exdirector de la Agencia de Inteligencia de Defensa.
Por cierto, James Clapper admitió que no existía evidencia de una «conspiración» de Rusia con Trump.
¿Se atreverá Richard Grenell a ventilar el nombre de Obama?
Cual su costumbre implacable, Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York y abogado privado de Trump, fustigó tanto a John Brennan como a James Comey de haber orquestado la tentativa del Deep State para derrocar a Trump, lo cual equivale a una «alta traición«.
El volcánico Obamagate ha puesto a la defensiva al Partido Demócrata, y Charles Schumer, líder de la minoría Demócrata en el Senado y muy cercano a la dupla Soros/Bloomberg, arremetió contra las «desacreditadas teorías de la conspiración» contra Obama y «contra Biden» y volvió a rumiar sobre la «frecuente conspiración (sic) generada por Rusia en contra de la cúpula del Partido Demócrata».
El mandamás del Comité de Espionaje de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, lubricado pecuniariamente por George Soros, fue señalado en un editorial del Wall Street Journal— perteneciente a Fox News y muy cercano a Trump— de haber alterado las transcripciones testimoniales para incriminar a Trump mediante el fake Russiagate y así encaminarlo al cadalso del impeachment.
La réplica del vilipendiado Schiff ha sido sanguinaria y acusa a Trump de la muerte de 80.000 estadunidenses por el COVID-19 y de haber arruinado a la economía que se encuentra en la peor situación desde la depresión de 1929.
Schiff juzga que el Obamagate es un señuelo de distracción de Trump.
El editorial de marras del Wall Street Journal comenta sobre la reciente divulgación de los testimonios de que «Adam Schiff propaló falsedades sin ninguna vergüenza (sic) sobre Rusia y Donald Trump durante tres años, pese a que su propio Comité recolectó la evidencia contraria».
Trump instó al muy influyente senador Lindsey Graham, que preside el Comité Judicial del Senado, a que cite a comparecer a Obama y así responda a las graves imputaciones en su contra de haber maquinado y montado el fake Russiagate.
Ya fue mancillado el inmerecido Premio Nobel de la Paz de Obama quien practicó el más vil espionaje contra sus adversarios.
¿Un citatorio de Obama en el Senado descarrilará la candidatura presidencial de Joe Biden?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Alfredo Jalife-Rahme – Analista de geopolítica y globalización. Columnista y comentarista en Sputnik y varios periódicos, radios y televisiones internacionales. Profesor de posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Geopolítica y Globalización. Autor de varios libros. Nombrado por la Red Voltaire de Francia como ‘El principal geopolitólogo de Latinoamérica’.