Enfermedades pulmonares, trabajo en altura, traslado de operarios desde distintas regiones del país y la dificultad de un efectivo distanciamiento social son los riesgos a los que están expuestos los mineros en Chile, una de las poblaciones más vulnerables al contagio del COVID-19. Sputnik consultó al ministro de Minería y a sindicatos del sector.
Chile es reconocido como un país minero y primer productor mundial de cobre, con más del 30% de las reservas del mundo, por lo que la minería es uno de los pilares en que se sustenta el desarrollo económico y social del país sudamericano.
Antofagasta, en el norte, es considerada la región minera por excelencia, pues concentra 52% de la producción nacional de cobre, razón por la cual resulta preocupante que esta región presenta altos números de contagio de coronavirus. Según las autoridades, los casos positivos de COVID-19 llegan a los 482 mineros.
«Los índices de contagio en este minuto están prácticamente incontrolables, la noticia del día en la región de Antofagasta era que en los hospitales quedan cuatro camas de cuidados intensivos [UCI], por lo tanto,eso es preocupante», señala a Sputnik Gustavo Tapia Campos, presidente de la Federación Minera de Chile (FMC).
La situación es alarmante, puesto que estos trabajadores están contemplados como uno de los sectores más vulnerables a contraer el virus, debido a las condiciones propias de su labor de extracción, a la dificultad del distanciamiento social y el traslado de muchos operarios desde otras regiones.
«Hay que tomar en cuenta que la labor minera es en sí muy riesgosa, y considerada a nivel mundial como trabajo penoso o forzoso, sumando la alta tasa de mano de obra subcontratada (dos tercios de la fuerza laboral de la minería en Chile), donde existen tratos muy disímiles entre trabajadores propios y subcontratados», detalla Manuel Ahumada presidente de la Central de Trabajadores del Cobre (CTC), en diálogo con Sputnik.
Esta diferencia repercute en las condiciones del trabajo, en el seguimiento y prevención de enfermedades como la silicosis y fibrosis, así como también «en los elementos de protección personal, e incluso el traslado de los trabajadores desde otros territorios a las faenas mineras», resume Ahumada.
Enfermedades pulmonares
El COVID-19, la infección respiratoria causada por el nuevo coronavirus, provoca neumonía e insuficiencia respiratoria en los casos más graves, por lo cual los pulmones son uno de los órganos más aquejados por el virus, afección que resulta más compleja cuando se trabaja en una mina.
«Los mineros están altamente expuestos a altos niveles de polución, exposición al polvo de sílice, a falta de oxígeno por el trabajo en altura, etc. El COVID-19 para un trabajador minero sin duda alguna puede tener un impacto fatal mayor que otros trabajadores», denuncia el presidente de la CTC.
Tapia, el presidente de la Federación Minera, comparte este diagnóstico: «Los trabajadores de la minería estamos permanentemente expuestos a estos riesgos, inherentes, insoslayables, no se concibe una minería donde uno no esté expuesto a los polvos, a la aspiración de polvo en exceso, además agregar las condiciones geográficas de temperatura y altura geográfica», puntualiza.
Laura Mendoza, presidenta de la Sociedad de Enfermedades Respiratorias, explicó a Sputnik que las enfermedades respiratorias crónicas, como la silicosis o la fibrosis pulmonar, muy propias del trabajo minero, junto con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) resultado del tabaquismo, «son condiciones de mayor riesgo, de gravedad del COVID-19».
La altitud geográfica
Otro factor de riesgo al que están expuestos gran parte de los mineros chilenos es la altitud. Consultado por la prensa frente al alto número de contagios en la ciudad de Calama, llamada la capital minera de Chile, a 2.400 metros sobre el nivel del mar, el intendente, Edgard Blanco, señaló que otro factor es la altitud geográfica. «Es mucho más complejo ventilar a alguien en una condición de altura», sostuvo la autoridad.
«Acá se trabaja en grandes cantidades de altura geográfica, hay empresas con mineros que están sobre los 5.500 metros, expuestas a temperaturas extremas. Durante el día altísimas temperaturas que pasan los 35 grados y en la noche a veces temperaturas que están -15, -20 grados, entonces estamos expuestos permanentemente a ese tipo de situación», puntualizó Tapia.
La altitud geográfica puede representar un problema para el tratamiento de los pacientes con COVID-19 porque «la presión barométrica del aire en la zona de altitud hace que el aporte de oxígeno que recibe el paciente sea menor» antes de la intubación y la conexión a ventilación mecánica, cuando el paciente está hipoxémico (con disminución de la presión parcial de oxígeno en la sangre), indicó el médico Sebastián Ugarte, jefe de la unidad de pacientes críticos de la clínica privada Indisa, en entrevista con La Estrella de Antofagasta.
La baja de oxígeno se suma a las características de ventilación propias de la actividad minera resultan fundamentales en el trabajo, puesto que una mala ventilación acrecienta los riesgos de contraer enfermedades, asegura a Sputnik Sergio Saa, delegado del sindicato Interempresa Nacional de Trabajadores de Montaje Industrial de Obras Civiles y Actividades Anexas (SINAMI).
«En el interior de la mina, si no contamos con una buena ventilación, un buen fluido de oxígeno y todo, es bastante dañino para los trabajadores», sostuvo.
La médica Laura Mendoza concuerda con el hecho que la altura disminuye la oxigenación, lo que agrava las enfermedades respiratorias. Sin embargo, advierte que hay gente que tiene aclimatación a la altura, pero muchas veces las personas en el campo de la minería no logra aclimatarse como os que siempre vive en esas altitudes, «porque muchas veces viven en ciudades que no están en altura y cuando van a trabajar a la altura y después regresan, puede ser más grave», opina.
Traslado de mineros y distanciamiento social
Para el sindicalista Manuel Ahumada, otro factor que aumenta de manera exponencial la expansión de la pandemia entre los mineros, es «el alto movimiento de trabajadores de distintos territorios del país hacia los territorios mineros», lo cual «puede significar un vector de contagio peligroso, no tan solo para el trabajador sino también para el control adecuado de la pandemia en el país».
Según cifras de las autoridades de Antofagasta, 40% de trabajadores mineros que laboran en la zona se trasladan desde otras regiones. Este vector de contagio se podría minimizar bastante, según el dirigente sindical, «si la industria desplegara todas sus capacidades para generar un sistema de trazabilidad efectiva de la enfermedad y virus, tanto de los trabajadores y familias». En especial, si tuvieran que realizar las cuarentenas preventivas o de tratamiento, dando garantías de que no serán discriminados, despedidos o se les rebajen los ingresos.
Una realidad de la que sabe bien Sergio Saa, minero subcontratado de la mina El Teniente en la sexta región. «Yo me trasladé con un compañero desde Rancagua hacia mi casa, son más de dos horas, casi tres, y al cuarto día me llama esta persona y me dice que se aplicó el examen porque se sentía mal, y le llegó el resultado positivo. Por ende, yo fui al servicio también, me hicieron todo y me dijeron también que era positivo».
Hoy Sergio permanece en su casa aislado de su familia, y señala que en la mina privada donde trabaja se han tomado medidas, junto con las mejoras que ellos han solicitado. «Ahora empiezan también a implementar los test rápidos y todo eso para poder tener más seguros y más tranquilos al personal, a la gente y a nosotros como trabajadores y organización. Hemos solicitado tener esa medida de control en el traslado también tanto de campamento hacia la minera, un bus que era de 46 personas, se traslada con 23 personas solamente, una por asiento e intercalados».
Otro vector de contagio, explica Ahumada, son las aglomeraciones que se producen tanto en los camarines de cambio de ropa como en los casinos de alimentación, donde se podría organizar el trabajo con más turnos de menos tiempo laboral, «generando así mayores posibilidades de traslape de turnos y minimizando las grandes aglomeraciones de trabajadores tanto en el transporte, alimentación y cambio de ropa», puntualiza.
Para Sergio Tapia se ha privilegiado más el factor económico que la salud y vida de las personas, ya que ni el Gobierno ni las empresas han tomado medidas claras, «porque siempre se ha trabajado en espacios confinados». En los casinos de alimentación, los dormitorios, las casas de cambio, el transporte interno, «va a ser imposible mantener estos distanciamientos físicos adecuados, por lo tanto ahí, uno ve que no hay una simetría entre lo que se dice versus lo que se hace» declara.
La respuesta del ministro
Frente a estas afirmaciones, el ministro de Minería, Baldo Prokurica, señaló a Sputnik, que desde su Ministerio tomaron contacto inmediato con las empresas del sector para pedirles que implementaran protocolos internos con medidas estrictas para prevenir la enfermedad en las faenas.
«De esta forma se realizan diariamente controles de temperatura en los accesos, registro de pasajeros en cada uno de los traslados desde y hacia las faenas, distancia entre las personas durante los viajes y ubicación en casinos, al igual que la sanitización de espacios comunes y vehículos de traslado», informó.
«Sabíamos que el desplazamiento de una región a otra ampliaba la posibilidad de contagio. Por ello, en marzo llamamos a las compañías a evitar este tipo de desplazamientos, solicitando como prioridad las dotaciones locales y también el teletrabajo».
Según las cifras del Ministerio, en la actualidad el porcentaje de trabajadores en faenas alcanza al 52,3% del total (113.952), mientras que un 6,1% se encuentra en teletrabajo (13.309). Otro dato a considerar es el porcentaje de trabajadores desmovilizados sin pérdida de vínculo laboral, que alcanza el 39,2 % (85.313). Finalmente, solo 2,4% de trabajadores ha sido desmovilizado y desvinculado (5.122).
Lo cierto es que a pesar de las medidas implementadas por la industria y que, según el Ministerio de Minería, se han reforzado con fiscalizaciones, hasta la fecha alcanzan un total de 1.337 faenas mineras con 4.299 inspecciones a sus respectivas instalaciones, el número de contagios de coronavirus en la minería llega a 1.581 casos, de los cuales casi un tercio está concentrado en la región de Antofagasta.Sputnik consultó a la Corporación Nacional del Cobre de Chile – Codelco la empresa dedicada a la explotación minera cuprífera sobre esta problemática y hasta el cierre no entregaron declaraciones.
Empresa estratégica
Para los dirigentes sindicales el riesgo sigue estando latente, por estar declarada la minería como una actividad estratégica para la economía del país, razón por la cual sigue funcionando y todo indica que «tiene que funcionar a como dé lugar», lo que sigue siendo una preocupación.
Esto se agrava, según lo que ellos denuncian, por la absoluta falta de diálogo social tripartito entre empresas, Estado y trabajadores y el aprovechamiento que ha existido para precarizar el trabajo, tomando muy en consideración que la industria, hasta la fecha, ha tenido crecimiento económico según indican los presidentes de la CTC y FMCh.
«Es evidente que la industria no tiene puesta la prioridad en proteger, en primer lugar, la vida y salud de los trabajadores y con ello asegurar la continuidad operacional. Por el contrario, se pone en práctica la continuidad operacional a costa de la salud y vida de los trabajadores», sentencia Ahumada.
Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.