El resurgir de una izquierda liderada por los ecologistas en los comicios locales obliga al presidente Emmanuel Macron a reforzar su ala centroderechista, a dos años de las presidenciales.
Solo cuatro de cada diez franceses acudieron a las urnas para elegir a sus alcaldes. Pero la abstención récord no sirve de excusa para ocultar el éxito de las formaciones ecologistas, aliadas con socialistas y, en otros casos, con formaciones más a la izquierda.
Lyón, Estrasburgo, Burdeos, Marsella… las principales ciudades francesas se tiñen de verde, aunque en cada lugar existen condiciones específicas para explicar que los ecologistas hayan llegado al poder municipal.
Lo que sí es una evidencia es que la Francia urbana de las clases medias con menos problemas laborales y sociales se ha impuesto en las urnas ante el miedo al virus del electorado de mayor edad y a la abstención también de la juventud rural y la de de los barrios «difíciles, tan alejados de los partidos tradicionales como de los seguidores de Greta Thunberg.
La Francia periférica y la rural no vota ecologista. No puede renunciar al automóvil para desplazarse a su trabajo; no puede desplazarse en bicicleta o patinete para hacer más de cien kilómetros al día. La Francia de los chalecos amarillos no puede compartir postulados de urbanitas adeptos al teletrabajo o a los espacios de coworking.
Muchas familias no pueden preocuparse al mismo tiempo del recalentamiento global y de los problemas para llegar a fin de mes. Los vencedores verdes hablan de combinar ecologismo y políticas sociales, pero cuando mencionan estas últimas se refieren más a su apoyo a los «sinpapeles» y a los inmigrantes que a los obreros víctimas de la mundialización y la desindustrialización.
El color verde está de moda y sus huestes han acudido en masa a las urnas. Pero las formaciones ecologistas, por si solas, tampoco podían presentarse solas ante el electorado. Necesitaban aliarse contra la derecha tradicional de Los Republicanos (LR), contra el nacionalpopulismo representado por Marine Le Pen y su Reagrupación Nacional (RN) y, por supuesto, contra el partido del presidente Macron, La República en Marcha (LReM). Para ello, podían contar con los socialistas, tradicionalmente bien implantados a nivel local, o con formaciones más a la izquierda, tal vez La Francia Insumisa o el Partido Comunista.
París como ejemplo: el caso Hidalgo
El retorno de la «izquierda plural» de hace unos años despierta la esperanza de algunos de sus tradicionales militantes, pero si bien antes era el PS el pivote central sobre el que giraban las alianzas de la izquierda, hoy son los partidos ecologistas los que dirigen la danza. El Partido Socialista ha logrado mantener por solo 223 votos la ciudad de Lille, pero será la única gran urbe en la que pueda vanagloriarse de sus siglas.
Anne Hidalgo renueva su mandato en París y muchos dirán que representa también al PS, pero desde hace tiempo la hija de españoles escondió en sus carteles electorales el nombre de su partido, del que prefirió apartarse para no ser ahogada en la ola del desastre que barrió del primer plano político a los socialistas. En realidad, Hidalgo puede considerarse como la primera alcaldesa verde de Francia, sin necesidad de militar en un partido de ese color.
Las medidas que ha aplicado a la capital francesa —muchas de ellas radicales contra el automóvil— son un ejemplo para los nuevos ediles elegidos el domingo 28 de junio. Hidalgo fue además visionaria cuando incluyó en su plataforma de gobierno a ecologistas y a comunistas. Su éxito renovado le augura un destino más alto, pero ella niega tener intención de presentarse a la presidenciales contra Macron y Marine Le Pen.
Le Pen puede presumir de haber obtenido la alcaldía de Perpignan. Louis Alliot, el nuevo alcalde, ha unido en su candidatura a personas provenientes de la derecha tradicional e incluso de la izquierda local. Con ello pretende anunciar el inicio del fin del «Frente Republicano» electoral, es decir, el bloqueo de los partidos de derecha y de la izquierda que impide el paso a la segunda vuelta en cualquier elección a los representantes del RN. Pero, aparte la villa catalana, Le Pen no puede cantar victoria sino en apenas dos pequeñas localidades.
Los Republicanos no han obtenido ninguna ciudad de importancia y pierden, además, feudos históricos como Burdeos. Así y todo, sus líderes insisten en que su partido es el que mayor representación tiene en todo el territorio. Cada uno se consuela como puede.
Lucha de egos: las opciones de la izquierda para 2020
Emmanuel Macron ve aparecer en el horizonte la posibilidad de enfrentarse a un candidato presidencial que aglutine a la izquierda. Será difícil poner de acuerdo a los representantes de esa franja política, pero el pegamento verde puede atraer a los partidos que se saben condenados a morir en la primera vuelta. Las diferencias entre «La Francia Insumisa» de Jean-Luc Melenchon y el PCF son notorias; el odio de Melenchon a sus excamaradas socialistas, aún mayor. Será una lucha de egos.
El presidente tiene antes de 2022 otra prueba electoral, las regionales. Ya está pensando en aplazarlas para evitar un segundo bofetón antes de las presidenciales. Y hasta entonces le toca buscar aliados en el centro y la derecha. La crisis social y económica que se avecina tras la pandemia, el conflicto latente de los chalecos amarillos, la tensión provocada por las luchas «identitarias» y la poca confianza que provoca su persona le van a obligar a hacer concesiones.
Ya no podrá contar con socialistas «moderados», como en 2017. Está obligado a pescar en terrenos de la derecha menos dura. Por ello, sería suicida desprenderse, como se ha especulado, de su primer ministro, Edouard Philippe, disidente de Los Republicanos, que además de aventajarle en los sondeos, obtuvo la reelección como alcalde de la ciudad de Le Havre frente a un candidato comunista.
Eso sí, el deslizamiento de Macron hacia la derecha deberá ir acompañado de una obligada capa de barniz verde para intentar recuperar a los ecologistas más moderados.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Luis Rivas. – Excorresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.