Los protectores occidentales de Hashim Thaci no deben estar muy tranquilos con la comparecencia del presidente de Kosovo ante el Tribunal especial internacional que investiga los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en ese territorio en 1998 y 1999.
Para responder de esos presuntos delitos, precisamente, el antiguo comandante del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo) ha sido convocado a La Haya. La corte le acusa de ser responsable de al menos 100 asesinatos, desapariciones forzadas, persecución y tortura a ciudadanos serbios, gitanos y, también, albanokosovares opositores, durante el conflicto que enfrentó a esa guerrilla independentista con el ejército serbio y que provocó la muerte a más de 13.000 personas.
El Tribunal tiene solo cinco años, pero desde hace más de 20 las denuncias sobre Thaci y sus principales colaboradores han sido desoídas por una comunidad occidental a la que solo interesaba acabar con el gobierno de Slobodan Milosevic, primero a bombazos y después en los tribunales. La primera en abrir la caja del horror fue la magistrada suiza Carla Del Ponte, nombrada presidenta del Tribunal Penal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia (TPIY) en 1999.
Del Ponte, aplaudida por su mano dura contra los acusados serbios en ese tribunal, fue denostada públicamente cuando denunció los presuntos crímenes de los guerrilleros kosovares y el silencio de los gobiernos occidentales.
En sus memorias, publicadas en 2008, la jueza suiza señala al jefe de la misión de la ONU para Kosovo (MINUSKO), el francés, Bernard Kouchner, y al general Marcel Valentín, también francés, responsable de la KFOR (fuerza militar de la OTAN desplegada en Kosovo), como dos de los responsables internacionales que más hicieron, o dejaron de hacer, para impedir su investigación.
Tráfico de órganos desde Kosovo y Albania
Tuvieron que pasar todavía algunos años hasta que el Consejo de Europa encargara a otro suizo, el senador Dick Marty, continuar recogiendo pruebas sobre los asesinatos y desapariciones de personas a manos de Thaci y sus compinches. Marty puso también al descubierto lo que ya todos conocían en la zona, el tráfico de órganos humanos al que se dedicaban los responsables del UCK.
El informe de Marty denuncia que varios centenares de prisioneros capturados por la guerrilla kosovar —serbios en su mayoría, pero también miembros de otras etnias— habrían sido deportados a Albania y encerrados en centros de detención, como la famosa ‘Casa Amarilla’ de la localidad de Rripe.
Desde esas prisiones, los detenidos eran conducidos a una clínica situada a unos 15 kilómetros del aeropuerto internacional de Tirana, la capital del país, donde después de haberles extraído los órganos vitales —en especial, los riñones— eran asesinados de un balazo en la nuca. Los responsables del tráfico pertenecían al llamado ‘grupo de la Drenica’, del que formaba parte Thaci y, entre otros, su futuro consejero para la Salud, Shaip Muja, entonces responsable de la brigada médica del UCK.
El papel de la CIA y la DGSE francesa
El brazo derecho de Hashim Thaci, Kadri Veseli, y jefe de su formación política, el Partido Democrático de Kosovo (PDK), ha sido también solicitado por los jueces de La Haya. Veseli, que asegura que la guerra llevada a cabo por el UCK «fue justa y limpia», fue responsable del Shik, el servicio de inteligencia de la guerilla kosovar.
La CIA norteamericana y la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE) francesa han sido acusadas de haber ayudado a la creación del Shik, que se convirtió en un escuadrón de la muerte tras la guerra, para eliminar a los opositores internos de Thaci y a los posibles testigos de las atrocidades del UCK, según denunció un exmiembro de la organización, Nazim Blaca, que en 2009 confesó haber eliminado a varias personas por orden del entonces gubernamental PDK.
Desde el año 2000, los servicios de inteligencia de la OTAN tienen pruebas de la implicación de Thaci en las operaciones más sucias llevadas a cabo en Kosovo. Los documentos que lo corroboraban desaparecieron en un incendio inexplicado que se desató en un depósito de la Alianza Atlántica de Prístina, la capital kosovar.
Hasta ahora, la justicia internacional ha preferido vendarse los ojos durante años para evitar la denuncia de un régimen corrupto y estrechamente ligado al crimen organizado. Apoyado por gobiernos como el norteamericano y algunos europeos, Thaci y sus allegados han conseguido silenciar a sus ciudadanos y a sobornar, en muchos casos, a los funcionarios internacionales que en teoría deberían haberles vigilado.
Los intereses de Washington y el futuro de la ‘La Serpiente’
La llamada a comparecer ante el Tribunal internacional tiene también consecuencias para la batalla geoestratégica entre Estados Unidos y Europa en los Balcanes. Washington presiona para que el gobierno kosovar y el serbio firmen un intercambio de territorios que ayude a «normalizar» las relaciones entre las dos partes.
La Unión Europea, con Alemania y Francia a la cabeza, se oponen firmemente a esa «corrección de fronteras», que podría abrir otros conflictos territoriales en la zona. Hashim Thaci tuvo que cancelar su visita a la Casa Blanca a finales de junio por la convocatoria judicial, frustrando así, de momento, el plan norteamericano. Kosovo es, desde su autoproclamada independencia, una base norteamericana en el patio trasero de Europa.
Kosovo pretende ser admitido por los principales organismos internacionales si firma un acuerdo con Serbia que ponga fin al conflicto que les enfrenta desde 1998. Cinco países de la UE (Grecia, Rumanía, Chipre, Eslovaquia y España) se niegan a reconocer a Kosovo como país independiente. Rusia y China también vetarían el acceso de esa antigua provincia serbia a la ONU.
El Tribunal especial para Kosovo tiene mucho que aportar al futuro político de esa entidad y, especialmente, al del líder que la dirige primero como primer ministro y después como presidente: ‘La Serpiente’, según su nombre de guerra en el UCK.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Luis Rivas. – Excorresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.