El periodista César Cervera recorre en ‘Los Borbones y sus locuras’ (La Esfera de los Libros) los desmanes de una dinastía que lleva desde el siglo XVII en el poder.
Así empieza la historia, con forma de cuento: «Érase una vez una familia francesa que vivía apacible y feliz (más o menos) en un palacio llamado Versalles. Cierto día, uno de los nietos se mudó a Madrid y se coronó rey del mayor imperio conocido. A partir de entonces la vida no fue fácil ni para él ni para sus descendientes«.
En Los Borbones y sus locuras (La Esfera de los Libros), el periodista César Cervera analiza —con una amplia documentación y afán divulgativo— a la dinastía que lleva interrumpidamente en el poder el siglo XVII. Muestra cómo la familia sobre la que ha cabalgado el destino de la nación española estaba lleno de excentricidades. «Lo empecé porque ya había escrito uno sobre los Austrias y parecía que estaba en contra de estos», cuenta el autor por teléfono a Sputnik.Nada que ver con preferencias dinásticas. Los Borbones han sido también objeto de estudio para este periodista de 32 años, que actualmente ejerce el oficio en Abc. El volumen, de casi 440 páginas, comienza con la locura de Felipe V y llega hasta Alfonso XIII, el previo a los que han otorgado el poder en el siglo actual (Juan Carlos I y Felipe VI). Habla de trastornos mentales, del desquicie provocado por el aislamiento o de la repulsa a un país y su cultura. En total, 10 episodios que se enhebran con un esquema de la genealogía y que responden a un patrón: la autodestrucción y el desvarío propios de la sangre.
«Tal vez el mejor resumen es que la locura y la idiotez son una constante en todas las facetas de la vida. En todas las dinastías, en todas las familias… Por cada decisión acertada en política o en un campo de batalla hay tres desacertadas. Detrás de cada gol o canasta hay al menos cinco tiros fallidos», escribe, «la historia de la humanidad es la de unos animales que tropiezan una y otra vez en la misma piedra, con el agravante, en el caso de los reyes, de que muchos son obligados a reinar a pesar de sus enfermedades o de su incapacidad manifiesta».
A diferencia de otros dirigentes que son votados o que simplemente se abren paso a codazos para llegar al poder, comenta Cervera, los monarcas no tienen que hacer absolutamente nada para recibir la corona. «Han sido enfermos mentales, niños que tenían que abandonar sus estudios para reinar o ancianos que se querían jubilar los que, más de una vez, han debido ceñir las coronas más poderosas del mundo a su pesar y al de sus súbditos», añade.
Felipe V, primer Borbón, se marchó de Versalles y llegó a España después de la dinastía de los Habsburgo. Aquí, explica Cervera, sufría la soledad y el aislamiento. «Odiaba hasta la comida española», apunta el autor, «y le comía la melancolía». Era, según sus palabras, «defectuoso»: «Tenía lo que ahora se diagnosticaría como bipolaridad. Y lo mismo estaba exultante (sobre todo con los toros) que deprimido». Así fue derivando el resto de ramas familiares: cuando este abdicó, Luis I se convirtió en sucesor.Su reinado fue el más corto de la historia de España y vino marcado por Luisa Isabel, su consorte. «Tenía un trastorno límite de la personalidad y le gustaba corretear desnuda por los jardines de palacio», arguye. Luego llegó Fernando VI, que, lejos de mejorar la imagen, golpeaba, escupía y mordía a cualquier ser vivo que se encontrara. «Se plantea incluso que tuvo Alzhéimer, lo que es poco probable por su edad y los síntomas, entre los que había ataques epilépticos, fiebres, problemas respiratorios, erecciones constantes, etcétera», indica antes de dar paso a Carlos III.
Llegan tres novedades más a #LaEstanteríadeLaEsfera:
📘 'Los borbones y sus locuras', de @C_Cervera_M
📕 'La finca', de @AGMateache, y
📗 'Voy a llamar las cosas por tu nombre', de @_ANAMILAN_¡A leer! pic.twitter.com/MMVKD8eAIz
— La Esfera de los Libros (@esferalibros) July 8, 2020
«Amante de la naturaleza. Solo era feliz entre perros, caballos y escopetas de caza, de las que era un experto coleccionista. Financió expediciones científicas, protegió bosques y especies y escapaba a la menor ocasión de los entornos urbanos», concede. Era el siglo XVII y los aires de la Ilustración llegaban a la corte. Continuó con Carlos IV, de «cuerpo robusto y mente débil».
«Estaba lejos de ser un lumbreras, pero tenía más humanidad y sensibilidad artística en un solo palmo de su ancha espalda que su antecesor en todo su enjuto cuerpo», anota.
Y así pasamos por Fernando VII (el «peor parado de la historiografía española») o Alfonso XIII, el último que obtuvo el trono antes de una república, una guerra civil y una dictadura. De él dice que «vivía en una urna de cristal». Cuando alcanzó el mando, los tiempos habían cambiado mucho con respecto a su predecesor y él, que había vivido en el exilio, no supo palpar el latido social. «Era el Borbón más Habsburgo. No fue consciente de los peligros que le acechaban», concede el autor.
Hay una marea subterránea que agita los cimientos de esta institución, acabando el 14 de abril de 1931 con la proclamación de la República. En esta fecha se da por acabado el recorrido de los Borbones. «Paré en Alfonso XIII por una cuestión de perspectiva histórica. Al fin y al cabo, no sabemos exactamente cómo va a ser recordado Juan Carlos I», responde. Justo en estos momentos, los escándalos del rey emérito saltan a diario en los medios de comunicación. «Me está haciendo la campaña», ríe Cervera.
«Viéndolo ahora, parece que se le va a recordar más por sus escándalos privados, pero también existen motivos puramente históricos por los que debería pasar a la historia», argumenta. La suerte que tienen los Borbones, dice, es que cada vez que han faltado, el sistema era «más desastroso». Eso les salva y les da el pedigrí que Juan Carlos I parece estar erosionando.
«Gracias a él, partidos de diferente signo se pusieron de acuerdo en la Transición. Ahora es impensable ver eso. Hasta un virus está politizado. O símbolos como la bandera o el himno. Y tanto él como Felipe VI se han distanciado de una ideología concreta», afirma.
De los últimos siete reyes que hemos tenido, exceptuando a Felipe VI, seis de ellos tuvieron que abdicar o vivir en el exilio en algún momento de su reinado, analiza. «La conclusión es que la monarquía ya desde hace 200 años que se encuentra en el alambre. Por eso se exige que sea ejemplar en todos los niveles. Creo que a la monarquía hay que mirarla con lupa», cuenta. Sin embargo, la presunta fortuna de Juan Carlos I en Suiza y sus tejemanejes económicos, con una investigación por blanqueo de capitales o comisiones ilegales, puede desmoronar la torre inmaculada de la Casa Real.
«Una sensación que tengo es que la mayor parte de la gente no es monárquica por convicción. Pero también creo que muchas personas comprenden el valor histórico que sigue teniendo la corona. Me refiero a su importancia, al menos en los últimos cuarenta años, a la hora de crear consensos», insiste. «Sería injusto que Felipe VI cargara con los escándalos de Juan Carlos I», sentencia, «porque creo que está haciendo exactamente lo que tiene que hacer un monarca en el siglo XXI: ser muy ejemplar en su vida privada, por un lado; y ser totalmente imparcial, por el otro».
La posibilidad de una consulta sobre el sistema, en cualquier caso, no le parece lejana. «La monarquía es una cuestión de fe. Cuando votas a alguien consideras que va a ser honesto. Y creo que en este sentido, Juan Carlos I ha defraudado. Confiábamos en su campechanía», adelanta, «pero un referéndum es inevitable, porque todos los inicios de son así, atacando a la vida privada». La locura de este rey a lo mejor tiene más que ver, pues, con sus relaciones con los paraísos fiscales que con la pérdida de cordura propia del palacio. Y puede que el cuento, ese que Cervera inicia con un «érase una vez», no termine en perdices.