Entrevista al Psiquiatra y académico de la U. de Chile Rodrigo Gillibrand sobre «agorafobia»

SANTIAGO – Previo a la pandemia, se reporta que en Chile entre un 3 y un 6 por ciento de la población vive esta condición a partir de la cual las personas expresan física y psicológicamente una evitación a exponerse a espacios públicos. Cómo abordarlo en el actual contexto de pandemia y en el inminente proceso de desconfinamiento, es lo que analiza el psiquiatra y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina, Rodrigo Gillibrand.

¿Qué es la agorafobia y por qué ponerle atención en el contexto de confinamiento?

«Una tremenda evitación de exponerse a espacios abiertos o a situaciones como el transporte público, y tener un temor de tener una crisis de pánico y no tener quien te ayude en ese momento». Así es como describe a nivel general al fenómeno de la agorafobia el psiquiatra y académico de la Facultad de Medicina, Rodrigo Gillibrand.

Según reporta el especialista del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente, en Chile las cifran hablan de que un 3 a 6 por ciento de la población podría tener agorafobia, porcentaje que inminentemente crecerá por pandemia.

Habitualmente, agrega el profesional, «el cuadro de agorafobia se da junto con crisis de pánico. De hecho, hay un cuadro clínico que se llama Trastorno de Pánico con Agorafobia. Son personas que si se exponen a situaciones que ellos evitan, hacen crisis de pánico de forma segura».

¿Cómo se puede describir la agorafobia?, ¿es una enfermedad?

La agorafobia es un fenómeno, un síntoma que se puede transformar en una enfermedad. Uno de sus síntomas principales es el miedo o temor anticipatorio de enfrentarse a una situación en que no se pueda recibir ayuda. Es un síntoma que es evitativo, una evitación que se produce por este gran miedo.

¿A qué se asocia ese miedo?

Es un miedo de estar en una situación que en caso de sufrir una crisis de pánico o de angustia, y uno pueda no pueda recibir ayuda. Por ejemplo, la agorafobia te habla de temores a espacios muy abiertos, a usar el transporte público, situaciones en que hay mucha gente, o de salir a la calle, pero lo principal es donde uno podría no recibir ayuda. Ésa es la definición: tener un temor de tener una crisis de pánico y no tener quien te ayude en ese momento.

También puede ser estar en algún sitio cerrado, que no es necesariamente claustrofobia, sino que puede ser una tienda, un cine, una consulta médica.

Muchos adultos que tienen agorafobia se sienten más seguros andando con un niño y no tienen una crisis después; lo que en términos racionales es difícil que un niño pueda hacer algo para ayudarte.

¿Qué síntomas se podrían asociar específicamente a estas expresiones de agorafobia?

Cuando la persona está pensando en salir, empieza con los síntomas de la ansiedad, que pueden ser físicos o psicológicos. Por ejemplo, una de las características del miedo físico, de las situaciones físicas de la ansiedad, es el sudor de manos; además, puede haber temblores, dolor en el pecho, alteraciones gastrointestinales, o que le tiemblan las piernas. Como evento anticipatorio, solo pensar en salir, eso pasa en el cuerpo. Por otro lado, en los síntomas psicológicos, está un rechazo profundo, una sensación de pánico o terror. En definitiva, se caracteriza por una tremenda evitación de exponerse a estas situaciones.

Hay personas que con agorafobia muy amplia, muy dura, de pronto no salen de su casa. Hay personas que evitan completamente lugares cerrados. Son distintos niveles, y el más grave no sale de su casa definitivamente.

¿Hay un tratamiento en particular para esto?

Sí, hay tratamientos que son más particulares. Como este síntoma está basado en la evitación, el tratamiento que se recomienda en estos casos es la exposición. ¿Qué significa eso?: por ejemplo, hacer un listado de síntomas que a la persona le den miedo, situaciones que quiera evitar, e irle exponiendo desde el que genera menos ansiedad al que genera más ansiedad, de forma escalonada. Eso se llama desensibilización sistemática. Ese es el tratamiento de elección, que es un tipo de psicoterapia que se hace.

También existen terapias cognitivas conductuales, que es como ir repensando e ir resignificando estas cosas, porque esto, mientras más se evita, más crece el miedo. Ahí lo que se busca es enseñarle a la gente que mientras más vaya evitando, más difícil es el salir.

También se pueden usar fármacos. En casos más severos es bueno disminuir los síntomas de forma farmacológica. Hay fármacos específicos que actúan en ciertas moléculas, como la serotonina y la noradrenalina, que se ven afectados en estos cuadros.

¿Esta manifestación se da independiente de las edades?

Habitualmente se da en dos polos: uno es a finales de la adolescencia, y después se puede dar a mediana edad, pero en todos los grupos etarios puede haber. Pero hay una cosa que puede ser más fuertes en algunos momentos, y esta curva bimodal entre la adolescencia tardía y la adultez.

¿Cuáles serían las causas que pudiésemos explicar que generan esta situación?

Habitualmente los cuadros ansiosos se dan, y ahora en la pandemia nosotros lo hemos notado más, porque de pronto hay personas que han vivido situaciones difíciles en el pasado, en la crianza, o en dudar un poco de sus capacidades, y las situaciones actuales, o sea esto del confinamiento, producen que se despierten ansiedades anteriores que a lo mejor estaban inconscientes.

Por otro lado, hay personas que puedan tener una vulnerabilidad biológica, es decir, personas que tengan antecedentes familiares de otros trastornos ansiosos o trastornos depresivos, y eso puede dar una mayor vulnerabilidad en este tipo de cuadros.

Hay otro porcentaje que en realidad no lo sabemos mucho por qué se produce. Habitualmente esto es multicausal; tiene que ver con factores de personalidad, factores biológicos, y con experiencias previas que haya tenido la persona. Quien ha tenido antes agorafobia o trastornos de pánico, podría tener más vulnerabilidad a hacer algo de nuevo.

¿Esta manifestación es muy frecuente? ¿Ustedes habían reportado alguna tasa de diagnóstico asociada a esto antes de la pandemia?

Los trastornos de ansiedad en general son de los más frecuentes. Hay varios tipos de trastornos de ansiedad: está el trastorno de pánico y la ansiedad generalizada. Como síntoma, la agorafobia puede ser más o menos frecuente. Aquí en Chile las cifran hablan de que un 3 a 6 por ciento de la población podría tener esto, pero actualmente no lo hemos medido post-pandemia. Lo más probable es que eso lo podamos medir más adelante cuando empiecen a hacer el desconfinamiento. Probablemente va a aparecer más, porque cuando consultan estas personas es cuando esto les está generando un conflicto, un problema, como ir al trabajo, ver a sus familiares, o hacer las cosas básicas.

En relación al desconfinamiento, ¿qué claves debemos considerar?

Hay estudios que demuestran que en otros países el desconfinamiento produjo estrés, eso en China se vivió, pero acá eso no lo hemos medido.

Lo más probable es que exista ese miedo y que la gente tenga rechazo y miedo de salir a propósito de enfermarse o contagiarse nuevamente. En eso, una de las manifestaciones que podría salir es la agorafobia. Otras personas pueden tener hipocondría o síntomas obsesivo-compulsivos declarado, pero claramente uno podría hipotetizar que van a aumentar estos síntomas después del desconfinamiento.

Creo que lo principal para las personas es ir siempre pensando en que el proceso de confinamiento es un proceso que va a pasar, y que hay que vivirlo de forma conectada con los mismos temores. Si uno tiene temor a eso es bueno exponerse aunque sea de forma imaginaria, y pensar; «bueno, qué voy a hacer las primeras semanas de desconfinamiento», ir planificando «cómo lo voy a hacer con el trabajo, cómo van a ser mis trayectos, cómo me voy a reencontrar con mis familiares o estar con grupos de gente. Cómo voy a hacer una fila en una parte, o me voy a subir al metro». Es importante ir pensando que es una realidad, y si da un poquito de ansiedad o susto, pensarlo de forma anticipada, es importante ir pensándolo cada vez más. Es como la exposición; exponiéndote imaginariamente a lo que puede ir pasando.

Y si eso, el sólo pensarlo está siendo muy molesto o están apareciendo más síntomas, es necesario consultar con algún psicólogo, algún psiquiatra o alguien de salud mental que pudiera hacer un plan para ayudar a esa persona a exponerse de forma más cómoda. Pero es importante mencionar que para todos va a ser difícil. Es importante normalizar lo difícil que puede ser y darse cuenta de algunas señales o banderas rojas –que nosotros le llamamos– que invitan a consultar. Por ejemplo, que alguien tenga de frentón un episodio de una crisis de pánico, o alguien, aunque esté obligado, que se niegue completamente a salir, eso es mejor consultar en ese momento.


Por Francisca Javiera Palma – U. de Chile.