Durante más de un siglo la energía, su disponibilidad, su acceso y sus flujos, han estado entrelazados con la seguridad y la geopolítica. China podría salir ganando en un momento en el que otros países pierden terreno en los mercados mundiales de petróleo y energía, escribe Haley Zaremba para Oilprice.
A medida que el mundo continúa la transición hacia las energías limpias a causa del cambio climático, en los titulares aparece más a menudo el concepto de ‘pico petrolero’, es decir, el momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción global tras lo cual la producción entra en un declive terminal.
La era del petróleo
El cambio de la fuente de la principal fuente de energía implicaría un cambio en el mapa geopolítico.
Después de la Revolución Industrial el péndulo del poder geopolítico se balancea de un país al otro.
Oriente Medio una vez tuvo un enorme poder en las relaciones internacionales gracias a los enormes depósitos de petróleo de la región, pero en los últimos años EEUU alteró las estructuras del poder político en todo el mundo con una ola de petróleo y gas barato de esquisto proveniente de la Cuenca Pérmica del Oeste de Texas.
La revolución del esquisto de Estados Unidos «redefinió el mapa político mundial» y, según el secretario de Estado Mike Pompeo, ha proporcionado al país norteamericano una flexibilidad en los asuntos internacionales que no había tenido durante décadas, escribe Daniel Yergin, de Dallas Morning News.
El acuerdo nuclear con Irán y la diversificación de los suministros del gas en diferentes mercados, tanto europeos como asiáticos, están entre las consecuencias geopolíticas de esta revolución, según Yergin.
La revolución de esquisto logró desbancar a la OPEP de la cima del mercado mundial de la energía y entregar ese poder a los tres grandes productores: EEUU, Rusia y Arabia Saudí, apunta Zaremba.
Sin embargo, la extracción del petróleo de esquisto entraña una serie de problemas tanto ecológicos como económicos. A diferencia de los pozos tradicionales, la producción en los pozos de esquisto cae significativamente durante el primer año más o menos antes de nivelarse.
La revolución del esquisto estadounidense ha sido declarada muerta innumerables veces por varios medios de comunicación a medida que la producción ha disminuido en los últimos años. La pandemia del coronavirus y la paralización de la economía mundial globalizada hicieron su aportación, causando que el punto de referencia del crudo WTI cayera en picado hasta casi 40 dólares bajo cero en abril.
China en el mercado energético
Con EEUU perdiendo terreno en los mercados mundiales de petróleo y energía, los mapas geopolíticos tendrán que ser redibujados una vez más, y esta vez parece que China podría salir ganando, escribe Zaremba.
Bajo el mandato de Xi Jinping, China ha hecho enormes avances en los mercados mundiales de energía, en gran parte gracias a la iniciativa Un cinturón, una ruta anunciada en 2013. Este programa de desarrollo de la infraestructura mundial implica inversiones chinas en alrededor de 70 países y organizaciones internacionales.
Así que la energía ha desempeñado un papel muy importante en la ambiciosa entrada de China en los mercados mundiales, puntualiza la periodista.
Pekín ha sido muy elocuente en cuanto a la elevada ambición del país de ser neutral en cuanto a las emisiones de carbono para 2060, y ha invertido mucho en el crecimiento de sus sectores de energía nuclear y renovable como parte de ese plan.
Si bien la retórica de Pekín se ha enmarcado en gran medida en la conciencia ambiental, la descarbonización y la energía limpia, esta iniciativa tiene mucho más que ver con la seguridad energética de China que con cualquier otra cosa, opinan Lavender Au y Benjamin Wilhelm en su artículo para World Politics Review.
Mientras el sector energético nacional de China trata de reducir el uso del carbón, Un cinturón, una ruta plantea una amenaza directa en el extranjero al cumplimiento de los objetivos mundiales en materia de cambio climático y emisiones de gases de efecto invernadero.
Según Yale Environment 360, «la iniciativa Un cinturón, una ruta de China es un plan de infraestructura colosal que podría transformar las economías de las naciones de todo el mundo. Pero con su enfoque en las centrales eléctricas de carbón, el esfuerzo podría eliminar cualquier posibilidad de reducir las emisiones e inclinar al mundo hacia un cambio climático catastrófico».
La iniciativa puede considerarse como una solución para que China siga hablando de limpiar su ley de emisiones y, al mismo tiempo, se enriquezca ensuciando el aire de otros países, opina Haley Zaremba.
«Mientras que China ha impuesto un límite al consumo de carbón en casa, sus compañías de carbón y energía se construyen en el extranjero», informó Yale Environment.
Las empresas chinas participan en más de doscientos proyectos de carbón en docenas de países. Con la iniciativa Un cinturón, una ruta China ha logrado una supremacía geopolítica en Eurasia y África.
Las verdaderas intenciones de la iniciativa Un cinturón, una ruta es el control geopolítico y la primacía militar, asegura la revista The National Interest.
El mundo podría estar encaminándose a una «batalla de exportación de energía con China», mientras EEUU lucha por retener su nicho de mercado para la exportación de esquisto y China aumenta su propia infraestructura tanto en el país como en el extranjero, concluye Zaremba.